En la última semana de julio se registraron por ejemplo 9 mil 56 hospitalizaciones, las muertes por esta causa aumentaron un 1 por ciento, y hasta julio 12 casi 145 millones de vacunas se habían suministrado entre los estadunidenses.
Marco Vinicio González
A pesar de que las cifras siguen siendo bajas por ahora y que es poco probable que alcancen los máximos de los atroces inviernos anteriores, las infecciones por coronavirus van al alza y replican patrones de años anteriores, presagiando una posible ola otoñal e invernal.
Según el Rastreador de Datos del Covid, del Centro para la Prevención y Control de Enfermedades, CDC, los ingresos a hospitales, consultas a departamentos de emergencias, positividad de las pruebas y niveles en aguas residuales están aumentando en distintas partes de Estados Unidos.
En la última semana de julio se registraron por ejemplo 9 mil 56 hospitalizaciones, las muertes aumentaron un 1 por ciento, y hasta julio 12 casi 145 millones de vacunas se habían suministrado entre los estadunidenses.
Los análisis de aguas residuals apuntan por cuarto verano consecutivo a los mayores aumentos en el noreste y el sur, seguidos del oeste y el Medio Oeste del país, de acuerdo con datos del Centro de Seguridad Sanitaria Johns Hopkins, que señala que el verdadero número de víctimas se conocerá a finales de año, después de la explosión respiratoria de otoño e invierno.
No obstante, las vacunas actualizadas contra el COVID y las variantes emergentes podrían cambiar el curso de la pandemia, y podrían provocar unas 839 mil hospitalizaciones y alrededor de 87 mil muertes en toda la nación entre septiembre y abril.
En un escenario más optimista, “en el que las personas de todas las edades optaran por una vacuna actualizada y les tocara una variante susceptible a esa vacuna, el COVID-19 podría causar 484 mil hospitalizaciones y 45 mil muertes, cerca del número de víctimas de una mala temporada de influenza”, dice un reporte de The New York Times.
Un studio de la Escuela Gillings de Salud Pública Global, de la Universidad de Carolina del Norte señala que “muy probablemente el COVID siga siendo una de las principales causas de muerte en Estados Unidos en un futuro predecible”.
La fuente agrega que a los expertos les preocupa la confluencia del COVID con el virus respiratorio sincitial (VSR), la influenza y otros patógenos. Y que “El año pasado, muchos hospitales sucumbieron ante el peso de esta triple epidemia… a pesar de que las olas de las tres infecciones dieron la impresión de estar un poco escalonadas”.
Pero a diferencia de los años previos a la pandemia, el VSR llegó a su pico en noviembre y casi duplicó las hospitalizaciones, incluso entre los niños. La influenza alcanzó su punto máximo en diciembre y tal vez haya sido la causa de hasta 58 mil muertes. Aunque no está claro que el COVID se comportará de forma similar este invierno o si derivará hacia un nuevo patrón estacional.
Este otoño se espera una vacuna diseñada para atacar una variante denominada XBB.1.5, la cual fue dominante esta primavera, dice el CDC. Aunque la vacuna no se adapte a la perfección a las variantes que circulen en los próximos meses, «todavía podría evitar enfermedades graves y muertes, aunque no infecciones».
Además, se estima que vacunar a los estadunidenses de todas las edades «podría reducir en un 20 por ciento la cantidad de hospitalizaciones y muertes». Aunque observan con cauteloso optimismo que existe «la posibilidad de tener una nueva normalidad durante la temporada respiratoria”.
Sin embargo, ningún investigador prevé regresar a los peores días de la pandemia, aunque algunos científicos recomiendan que “cuando aumente la cantidad de casos, la gente considere volver a usar mascarillas en espacios cerrados concurridos, hacerse pruebas cuando tenga síntomas y tener en mente a quienes los rodeen y puedan estar en situación de alto riesgo en caso de infectarse”•