“Nos quitaron nuestro oro, nuestra madera, nos quitaron todo, pero no nuestro conocimiento”.
En la frontera entre California y Oregón se lleva a cabo el proyecto de restauración de ríos más grande en la historia de Estados Unidos. El proyecto, que incluye la demolición de cuatro represas del río Klamath, es fruto de décadas de lucha de pueblos nativoamericanos y grupos ambientalistas. Para ellos, la muerte repentina de decenas de miles de peces fue la gota que derramó el vaso. Miguel Guerrero visitó la zona y fue testigo de los trabajos de restauración y de la alegría de las tribus por lograr la recuperación del salmón, símbolo de identidad y componente esencial para el sustento de sus familias. Este es su reporte desde el poblado de Klamath, al noroeste de California.
En el mes de mayo con maquinaria pesada y explosivos demolieron la represa Iron Gate
Iron Gate es la última de las cuatro represas que para generar electricidad se construyeron en el río Klamath.
“En este momento estamos por encima de los restos de la represa”
Ren Brownel es vocera de la Corporación para la Renovación del río Klamath (KRRC), una organización no lucrativa a cargo de las labores de demolición, que inició en 2023. Él nos muestra los escombros.
“La represa Iron Gate, la más baja de las cuatro que estamos demoliendo, también era la más grande; tenía 180 pies de altura y hoy es solamente una gran pila de rocas…”
Este es el capítulo final de décadas de lucha de los pueblos Karuk y Yurok, nativos de California y Oregón, en alianza con ambientalistas, empresarios de la pesca, gobiernos de ambos estados y la autoridad federal.
El río Klamath nace al sur de Oregón. Sus aguas atraviesan más de 250 millas hasta el Océano Pacífico al norte de California. Fue alguna vez el tercer río productor de salmón más grande de la costa oeste. Pero para producir electricidad, las tribus nativas fueron despojadas e inundadas sus tierras sagradas.
Pasaron las décadas y la producción de energía hidroeléctrica alcanzó una generación máxima de 82 megawatts. Un jugoso negocio para las compañías privadas, pero a costa de afectar el ecosistema.
Eso hizo crisis hace más de dos décadas. Cerca de 70 mil peces adultos murieron repentinamente. Ron Reed, miembro de la tribu Karuk, fue testigo del desastre conocido como “the fish kill”, o la matanza de peces, ocurrido en 2002.
“El río era muy poco profundo, sus aguas eran demasiado calientes para que los peces pudieran sobrevivir. Como si golpeara la gripe en un salón de clases. Todos terminamos impactados por la gran mortandad de peces”
Y después, casi se esfumó el salmón, recuerda Ron.
“Casi no pescábamos nada…, es cuando empezamos a preocuparnos”
La tragedia ecológica disparó el activismo de las tribus nativas.
Preocupados por la crisis del salmón, que vive en los mares pero viaja a los ríos a iniciar su ciclo reproductivo, se sumaron académicos, grupos ambientalistas y empresarios pesqueros que vieron disminuir sus negocios.
La activista indígena Ronnie Pierce, ya fallecida, fue vital en esta lucha. Media 5 pies y dos pulgadas de altura, y pesaba como 100 libras; pero era muy audaz y valiente, afirma Toz Soto, un biólogo veterano asesor de la tribu Karuk.
“Nos convenció de que podíamos eliminar las represas. Y al tener a personas como ella, persistentes y sin temor, nos dio fortaleza«
Con la generación de energías alternativas la infraestructura de las presas se hizo obsoleta y el desastre ecológico, que impactó la opinión pública, sumó poderosos aliados políticos. Después de complicadas negociaciones los propietarios de las represas dieron su brazo a torcer, destaca Toz Soto.
«Creo que los dueños de las represas se dieron cuenta de que las tribus seguirían luchando”
El biólogo Soto, quien con su equipo monitorea la restauración del río Klamath, tiene altas expectativas de que podrán recuperar el Salmón.
“Estoy muy emocionado por ver cómo reacciona el salmón ante la demolición de la represa y ver cómo estos peces se adaptarán a este cambio”
Soto considera que para que los peces abunden en el río tendrían que pasar tres generaciones; o sea, entre nueve y doce años. Eso ha renovado el optimismo en toda la zona, agrega el biólogo Toz.
Una mañana Ron Reed, pescador ancestral y su amigo Sonny, logra capturar un salmón de 20 libras, un tamaño inusual en esta crisis. Después limpian el salmón y recogen las aletas. Sonny los lleva a analizar para ver cómo progresa la regeneración del salmón, en un laboratorio a 15 minutos, de este centro sagrado ceremonial conocido como á’uuyich o Centro del Mundo.
“Hola, ¿cómo están? les doy la bienvenida al centro del mundo á’uuyich”
El indígena Karuk, además de pescador, es un guía ceremonial. Este simbólico lugar que parece un gran triángulo de roca, cortado de la montaña y junto al cauce del río se los devolvió el gobierno federal a su tribu como parte de los acuerdos de restauración. Ron Reed destaca el profundo significado que tiene para ellos el salmón y los incendios ceremoniales de los que él es un experto.
“El salmón está en el extremo de la cosecha. Y en el otro extremo, las ceremonias y el fuego. Se utiliza el fuego en las ceremonias, para cocinar, es el elemento de dar y recibir. Ese pensamiento espiritual es nuestro maestro en este mundo, lo ha sido y lo seguirá siendo”
Un día lluvioso en la pequeña comunidad de Klamath, localizada al norte de California donde desemboca el río al Océano Pacifico, la tribu Yurok celebra el sexagésimo Festival del Salmón frente a su oficina central.
Este pequeño poblado de 351 casas y casi 900 personas es visitado por cientos de familias, vendedores y turistas que durante el día pasean por la calle principal. La alegría por la demolición de las represas flota en el ambiente.
El festival se inicia a las 9 de la mañana con una carrera de 5 kilómetros. Después continua con de la ceremonia ancestral, y sigue un desfile donde participa la figura de un salmón gigante; a pie y en autos participan indígenas e invitados especiales.
Dos equipos de niños compiten en el juego tradicional de los sticks, lo cual causa gran algarabía de los asistentes.
Unidades móviles venden tacos, pupusas, hamburguesas… pero no hay platillos de Salmón, ya que lleva dos años consecutivos de veda. Sin embargo, su venerada imagen aparece por todos lados. En carteles, en ropa y artesanías.
“Vimos este salmón gigante marchando en el desfile… Seguiré celebrando hasta que todas las represas sean eliminadas”
Brooke M Thomson, de origen Yurok y Karuk, es la Ingeniera de Restauración de la Tribu Yurok y estudia un doctorado en la Universidad Estatal de California en Santa Cruz. Como artista visual, llegó al festival a mostrar y vender su arte. Brooke recuerda que de niña fue testiga de la matanza de los peces.
“Cuando tenía siete años, un día después de una ceremonia de renovación, vimos todos estos peces muertos a orillas del río”
Eso la marcó de por vida, porque el salmón es parte de su identidad indígena.
“El salmón está conectado con mi salud mental, mi salud espiritual, mi salud física y la salud de mi familia…, es un todo para nosotros”
Y estos valores ancestrales, no del lucro sino del bien común y respeto a la madre naturaleza al final siempre prevalecerán, concluye el guía ceremonial Karuk, Ron Reed.
“Nos quitaron nuestro oro, nos quitaron nuestra madera, nos quitaron todo, pero no nos pudieron quitar nuestro conocimiento”
La histórica demolición de estas 4 represas del río Klamath, que reivindicó a las tribus nativas que nunca dejaron de resistir, ya dio sus primeros frutos. Por primera vez en más de un siglo el salmón y otros pescados circulan libremente por el río. Esta demolición es parte de un movimiento nacional que busca liberar el flujo de los ríos de miles de represas que hay en el país y restaurar el medio ambiente en beneficio de todos.
Para la Edición Semanaria de Noticiero Latino, desde el poblado de Klamath, al noroeste de California, Miguel Guerrero.
Escuche la Edición Semanaria Completa: