por Zaidee Stavely
Cuando Jacqueline Funes recibió un balazo mientras jugaba afuera de su casa, su hermanito Jonathan, de siete años, estaba con ella. Lo vio todo. En los siguientes meses, su mamá, Silvia Funes, prácticamente vivía en el hospital para estar al lado de su hija.
«Y pues yo no me podía hacer en dos pedazos», dice Funes. «Entonces yo allá, y ellos acá. Estuvo bien delgadito, y no tenía ganas de comer, no comía».
También afectó al pequeño Jonathan en la escuela.
«Bastante porque de las calificaciones de la escuela, él bajó bastante», dice Funes.
El incidente no sólo afectó a Jonathan. Fue como una ola expansiva que fue extendiéndose a las amigas de Jacqueline, sus vecinos, sus compañeros de clase en tercer grado de la escuela Community United.
«Una de mis estudiantes, ella estaba muy, muy triste», dice la maestra de tercer grado Marisa Morales. «Estaba llorando a veces en el salón, pero ella no era muy buenas amigas con [Jacqueline], era más porque la violencia en su vida era muy presente».
Ese mismo año, una de las niñas en el salón de Morales ya había asistido a tres funerales de familiares suyos.
En el tiempo que le ha tomado a un niño de Oakland ir de kindergarten hasta el último año de high school, 111 menores de 18 años han muerto por armas de fuego en esta ciudad, según datos del departamento de la policía de Oakland. Más de 1,280 han reportado heridas. Esto ni siquiera incluye a los adultos heridos o asesinados que los niños conocen.
«Cuando vamos a las escuelas y nos sentamos en círculo con los niños y preguntamos… ¿aparte de este evento, has perdido alguna vez a alguien ´de manera violenta? Tres de cuatro de los estudiantes, no importa si están en primaria, secundaria o high school, levantan la mano y comparten que perdieron su padre, su tío, su hermano, su primo, o su hermana», dice Barbara McClung, que dirige los servicios de salud de comportamiento en el distrito escolar de Oakland.
Por este nivel de trauma, McClung estima que la mitad de los estudiantes de las escuelas de Oakland necesitarán servicios de salud mental, más de dos veces el estimado nacional.
Como la violencia está concentrada en ciertos barrios de Oakland, ciertas escuelas tienen más alumnos con traumas. El distrito escolar ha hecho un mapa del estrés. Los puntos rojos y anaranjados en el mapa son las escuelas que están en áreas con más violencia o desempleo, o donde es difícil encontrar un supermercado que venda frutas y verduras. Los verdes y azules son escuelas que están en barrios más ricos y seguros.
La escuela Community United es anaranjada, casi roja. La maestra Marisa Morales ve los efectos del estrés en sus alumnos de 8 años.
«A veces un estudiante quiere llorar pero no sabe por qué, o a veces un estudiante quiere pelear con alguien y no sabe por qué», dice Morales. «Y muchas veces los estudiantes cuando están sentados en sus sillas leyendo, no pueden leer las palabras porque están pensando en otras cosas. Miran el libro pero no pueden leer».
Está bien documentado que experimentar violencia crónica puede hacer más difícil el aprendizaje. Un estudio mostró que los incidentes traumáticos en la niñez pueden tener efectos en la salud y el desarrollo para el resto de la vida. McClung dice que los efectos en la escuela son diversos.
«Tienen dificultad para concentrarse, son hipervigilantes, se sienten sin esperanza o indefensos. Tienen miedo. Todas esas cosas requieren de mucha capacidad para suprimir eso y enfocarse en contenido académico. Y para muchos de nuestros alumnos, es imposible», dice McClung.
El distrito ha comenzado a usar una fórmula innovadora, que utiliza fondos federales de Medicaid para poner terapeutas dentro de las escuelas. El director de servicios de salud del condado de Alameda, Alex Briscoe, dice que en seis años, el condado duplicó el número de niños de familias de bajos recursos que reciben servicios de salud mental.
«Se quedan más tiempo en la escuela, salen mejor en la escuela, van menos a la sala de emergencias. ¿Ehhhh? Es el desarrollo sano de los niños. Sabemos qué es el desarrollo sano. Sabemos cómo apoyarlo. Ocurre todos los días en las comunidades ricas», dice Briscoe.
El problema es que hay listas de espera. Y son largas. La semana después de que Jacqueline Funes fue herida, el distrito escolar mandó un equipo de psicólogos a la escuela para platicar con los niños. Pero después de esa semana, la escuela volvió a tener sólo una terapeuta.
«… y ella no tenia espacio por mas estudiantes», recuerda la maestra Morales. «Entonces los que estaban en mi clase no podían recibir servicios, sólo afuera de la escuela».
El distrito está usando el mapa que hicieron para dar más fondos a las escuelas que tienen más estrés. La escuela de Community United recibió 50 mil dólares el año pasado. Planea contratar a dos terapeutas más este año escolar.
Alex Briscoe, del condado de Alameda, dice que aunque el distrito pudiera ofrecer servicios de salud mental a todos los niños, no sería suficiente.
«No puedes eliminar las cosas que están causando trauma en las comunidades pobres sólo con terapia», dice Briscoe. «El acceso a un terapeuta no reduce los homicidios. No cambia el hecho de que las comunidades de color están viviendo en pobreza a través de varias generaciones».
Muchos maestros y padres de Oakland están de acuerdo. Para hacer un cambio verdadero, dicen, hay que invertir en los barrios más pobres, crear más trabajos y más equidad entre distintas comunidades y sus escuelas, para que los puntos de ese mapa cambien de color.
Éste es el segundo de dos reportajes sobre cómo la violencia que campea en los barrios más pobres afecta las oportunidades educativas de los niños.
Puedes escuchar la primera parte, sobre Jacqueline Funes, la niña de nueve años que fue herida por una bala perdida.
Este reportaje fue producido en colaboración con el Proyecto de Reporteo de Equidad, de Renaissance Journalism: Restaurando la Promesa de la Educación, con financiamiento de la Fundación Ford.
Zaidee Stavely también produjo esta serie en inglés. Puedes leer los reportajes y ver un video del salón de clases de Marisa Morales aquí.
Recursos para Responder a la Violencia en la Comunidad
Algunas organizaciones que trabajan para prevenir la violencia y ayudar a los niños y jóvenes que viven con violencia crónica a salir bien en la escuela:
Recursos para Maestros y Personal de Escuelas de la Red Nacional de Estrés Traumático: Incluye un Kit de Herramientas sobre el Trauma en los Niños
Centro de Adaptación de Servicios y Tratamiento: Promueve sistemas escolares informados sobre el trauma, que porveen estrategias de prevención e intervención temprana para crear ambientes escolares que apoyen a los niños
Iniciativa de Políticas de Trauma y Aprendizaje: Ayuda a los niños con traumas aprender
Centro para el Bienestar de los Jóvenes: Previene y sana el estrés tóxico
ACES Too High: Investigación sobre las experiencias adversas en la niñez
Youth ALIVE!: Previene la violencia y apoya a los jóvenes para convertirse en líderes
Redes Urbanas para Jóvenes (UNITY): Previene la violencia con soluciones de salud pública