Dibujos pegados en un tablero en la oficina del Young Center, en Phoenix, Arizona. Varias victorias que el personal y los 50 voluntarios del centro han logrado en su trabajo diario.
En los últimos cinco meses más de 26 mil menores no acompañados, la mayoría procedentes de Centroamérica han sido detenidos por autoridades migratorias al intentar cruzar a Estados Unidos. Mientras se resuelve su situación, estos menores son transferidos a docenas de albergues repartidos por el país, donde grupos de voluntarios los visitan para darles aliento. Nuestra reportera Paulina Verbera nos cuenta la historia de uno de los voluntarios que pasó por la traumática experiencia de la detención migratoria y hoy les brinda consuelo a los ocupantes de un centro de detención establecido en Phoenix, en el fronterizo estado de Arizona. Este reporte fue escrito e investigado por Paulina Verbera y Karina Espinoza, de Cronkite Noticias, un servicio noticioso de la Universidad Estatal de Arizona.
Cuando tenía 17 años, el hondureño Darlin Peña se animó a cumplir un sueño largamente anhelado:
“Pues desde los siete años quise ir a Estados Unidos, y ese fue un sueño que nunca pasó”
Trabajaba de albañil donde no veía futuro. Con 200 dólares en la mano, que logró ahorrar, se despidió de su familia y se aventuró hacia Estados Unidos.
Darlin Peña lee un pasaje de la libreta donde ha empezado a escribir lo que recuerda de su pasaje rumbo a Estados Unidos.
“Al fin de cuenta, yo el sueño ya lo tenía, la decisión ya estaba tomada… y me vine”
Le tomó un mes y medio cruzar por México, donde lo robaron y golpearon, pero pudo llegar al estado fronterizo de Sonora. Lo detuvo la patrulla fronteriza al internarse por el desierto de Arizona, y lo enviaron a un albergue para menores en Phoenix. Allí, Darlin estuvo detenido durante 3 meses y acudió a 6 audiencias donde contó con el apoyo de una concejera y una trabajadora social, de quienes tiene gratos recuerdos.
“Fueron como mis soportes, para tenerme de un lado para otro; porque las dos son latinas… como que sí entendían la realidad de lo que estaba pasando y querían ayudar”, recordó Peña.
Y con esa ayuda que evitó caer en la depresión, logró algo más que recuperar su libertad.
“Yo nunca en la vida imaginé que para el mero día de mi cumpleaños iba a salir residente del programa, listo para empezar a trabajar…, para ir a la escuela«
Priscilla Guadarrama, coordinadora de voluntarios del Young Center en Phoenix, busca que los que deseen brindar de su tiempo a esta organización en verdad sean apasionados del apoyo que brindarán a esos jóvenes.
Seis años después Darlin Peña, ahora de 23 años, es uno de los 50 voluntarios de un programa de acompañantes del Young Center, una organización nacional que gracias a una legislación federal aprobada el 2013, visitan varios albergues en el área de Phoenix para brindar apoyo emocional a jóvenes refugiados con edades entre los 13 a los 17 años.
Gladis Molina, dirige este programa:
“Lo que damos es un apoyo al joven para entender lo que está pasando, tomar decisiones difíciles a veces… si se regresan, si pelean en un caso, orientarlos y darle recomendaciones a la oficina de refugiados”
En el país hay más de 100 refugios similares en 17 estados que albergan a más de 27 mil niños y adolescentes, principalmente de Centroamérica. Los voluntarios los visitan por lo menos una vez a la semana. Los coordina Priscilla Guadarrama, quien señala los desafíos que presenta un sistema que trata a los niños migrantes como adultos:
“En este sistema es muy difícil para ellos ser niños. Les quitan todo lo que tienen, y al final del día son só lo un número. Nuestros voluntarios tienen la oportunidad de ir y regresarles su personalidad, regresarles lo que a ellos les gusta hacer”
Este trato personal es muy importante para los niños refugiados, asegura Darlin, que nos muestra un álbum de fotos con imágenes de sus tres meses en el albergue, y de la gente que le abrió camino.
“Y esta es la foto de cuando salí del programa…, el 19 de noviembre del 2013”
Darlin Peña ya es residente permanente. Vive y trabaja en Phoenix, y está a punto de terminar la secundaria y tener su diploma o GED. Le gusta escalar las montañas de Arizona y sentarse a escribir lo que va recordando de su vida.
Dibujos pegados en un tablero en la oficina del Young Center, en Phoenix, Arizona. Varias victorias que el personal y los 50 voluntarios del centro han logrado en su trabajo diario.
“La verdad, pues esa historia ya está como en mi sangre. Ya eso no se puede cambiar, ni tampoco se puede borrar”, afirma el joven.
Por eso, se siente comprometido a seguir dando esperanza a los menores que viajan sin compañía, dice, y que siguen abarrotando los refugios de migrantes, en todo el país.
“Eso me mantiene siempre en el mismo camino, de no olvidarme de dónde vengo”
