De la redacción
El déficit presupuestal para este año fiscal se espera que se aproxime a los 700 millones y la deuda federal supere los 20 mil millones de dólares. En tanto, un nuevo recorte de impuestos está emergiendo para competir con el de los años de Bush, y los halcones del déficit, que han hecho una carrera política criticándolo, hoy apenas miran con algo de desdén la propuesta del presidente para recortar impuestos.
La propuesta de la Casa Blanca y los republicanos para sacar adelante una reforma fiscal, que muchos analistas económicos califican de “gran recorte” de impuestos a los más pudientes a costa de los de la clase media estadunidense, enfureció a los demócratas que de inmediato se lanzaron a rechazar la propuesta.
Y es que durante años los legisladores republicanos han lamentado la creciente e imparable deuda nacional, convirtiendo en clamor –falso, o verdadero- la necesidad hacer recortes al gasto público para reducir el déficit. Pero ahora tanto los republicanos del Senado como la administración Trump están presionando con un plan para reducir los impuestos en hasta mil 500 millones de dólares, y los que estaban preocupados por no saber de dónde va a salir este dinero, al parecer han sido abandonado y ahora sólo muy pocos defienden el control del déficit, dice la prensa.
Así pues, el plan de “reforma” fiscal de los republicanos se centra, dicen ellos, en reducir drásticamente los impuestos a individuos y corporaciones, simplificar el código fiscal y aumentar las deducciones de la mayoría de los estadunidenses.
Según la agencia de noticias Efe, Trump sostuvo que “la propuesta es revolucionaria”, y volvió a mostrar optimismo nuevamente sobre el futuro de Obamacare, cuya revocación, insistió, “se aprobará el próximo año”, para abril o para mayo…
Como se recordará, la votación en el Senado, sobre la revocación del Obamacare fue suspendida este martes cuando el líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell retiró el proyecto de Trump y los republicanos por falta de apoyo. Pero ahora el presidente volvió a llamar a los republicanos para cambiar las reglas del Senado y lograr “esta vez sí” la derogación de dicha ley, que fue una de sus promesas de campaña –incumplidas hasta el momento.
El anuncio de la “reforma” fiscal del presidente, que buscaba inicialmente reducir el impuesto a las empresas, del 35 al 15 por ciento, fue algo que incluso los republicanos del Congreso consideraron poco realista, pues tras meses de negociaciones lo habían dejado en un 20%. Esta drástica reducción permitirá a los grupos empresariales estadunidenses “imponerse ante los competidores extranjeros y volver a ganarles”, declaró Trump de acuerdo con la agencia Efe.
Agregó que su proyecto de “reforma” fiscal impulsará el crecimiento generando empleos que ayudarán a las familias de la clase media, “que han sido abandonadas; pero ya no lo serán más”, dijo Trump, y reiteró que su proyecto es benéfico para Estados Unidos: “Haremos volver al país los empleos y las riquezas que se fueron. Es hora de luchar por los trabajadores estadunidenses”, reiteró.
De acuerdo con The New York Times, la semana pasada los republicanos del Senado “concluyeron un acuerdo para permitir hasta mil 500 millones de dólares en recortes de impuestos, apostando a que el crecimiento sobrecargado compensará la pérdida de ingresos, una perspectiva potencialmente dudosa”.
El plan tributario esbozado ayer miércoles por la Casa Blanca y los líderes republicanos en la cámara baja y en el Senado, podría costar más de 2 mil millones de dólares durante la próxima década, según una estimación preliminar del Comité para un Presupuesto Federal Responsable, señala la fuente.
De esta suerte, los impuestos a los ingresos personales verían una reducción de manera menos progresiva. Pasarían de siete renglones en donde pagan impuestos, a sólo tres, con una tasa impositiva de 35% como máximo, en lugar de los 36.9% que pagan actualmente. Posteriormente se incluiría otra franja o renglón para los más ricos, “pero esa propuesta aún es muy vaga”, dice Efe.
La fuente afirma que Trump habría pedido apoyo a los opositores demócratas para aprobar este proyecto. “Es ahora o nunca, dijo el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, quien desde hace un año trabaja en esta reforma tributaria, que sería la primera desde la del presidente republicano Ronald Reagan en 1986”.
Algunos, los menos al parecer, están alarmados por el peligro de aumentar el déficit. Por ejemplo, el representante republicano de Alabama, Mo Brooks dijo al Times que su partido “merece la culpa”. Y advirtió que “Estados Unidos podría terminar enfrentando un colapso económico similar al de Venezuela”. Añadió que los republicanos en la Cámara y el Senado “no han demostrado poseer la comprensión intelectual de los peligros que representan estos déficits y la deuda acumulada».
El cambio de tono en materia fiscal ha sido rápido, señala la fuente. “Esta primavera, el senador McConnell afirmó que la revisión tributaria de los ingresos tenía que ser neutral”, citando la deuda de la nación e invocando al predecesor demócrata de Trump: «Añadimos una cantidad enorme de deuda durante los años de Obama”.
Ahora, los legisladores republicanos están apostando a que el crecimiento económico arreglará los problemas fiscales de la nación “sin dolor y con mucha ganancia”, afirma la fuente.
De acuerdo con Efe, las primeras señales demócratas no son nada alentadoras para la Casa Blanca. Porque dicen que el plan republicano no es una reforma fiscal, sin “un regalo a los más ricos pagado por la clase media”, según Nancy Pelosi, líder de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes. Y el senador Bernie Sanders “consideró la propuesta moralmente repugnante”■