Creímos que sólo nos iban a dar macanazos, gases lacrimógenos, encarcelar, pero la realidad nos dio una bofetada (última)

Marcha de solidaridad con los normalistas de de Ayotzinapa, en México. Foto: Martha Elena Ramírez

Marcha de solidaridad con los normalistas de Ayotzinapa el 8 de octubre. Fotos: Martha Elena Ramírez

De La Redacción

Uno de los acontecimientos que ha conmocionado recientemente a la opinión pública mexicana e internacional, por la crudeza de su crueldad, es sin duda el sonado caso del asesinato de seis personas (tres de ellos alumnos de la Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa), 20 heridos y 43 estudiantes normalistas ‘levantados’ por la policía municipal, entregados al grupo criminal, Guerreros Unidos, y aun desaparecidos, hasta donde se sabe. Este acto de barbarie mantiene más que afligidos a los padres y madres de los jóvenes desaparecidos, a su compañeros y simpatizantes con su lucha, pero también os mantiene movilizados, y activa la solidaridad nacional e internacional. En esta segunda parte de la entrevista del viernes pasado con Omar García, un normalista de Ayoztinapa que sobrevivió al ataque de exterminio policial el 26 de septiembre pasado y que publicamos ayer aquí, la periodista Martha Elena Ramírez, de Voz Pública y conductora de la Edición de Línea Abierta desde México entrevistó al joven activista, quien amplía los conceptos sobre el compromiso social de los alumnos de dicha normal rural, y señala la percepción generalizada -gracias al poder que el dinero del narcotráfico ejerce sobre ciertos políticos y medios de comunicación, que comen de su mano-, percepción que criminaliza movimientos sociales legítimos como el de estos normalistas. Omar Habla también de la lucha contra la feroz opresión histórica a los pueblos campesinos indígenas como el de Ayotzinapa, y señala de paso el abandono institucional, presupuestario del gobierno, el olvido social y la cerrazón política del Estado que deriva tantas veces en la radicalización de los métodos de lucha.

La Entrevista

Martha Elena:

-En la conferencia de presa dijiste: “a nosotros no nos quieren”
Si nos quieren…, pero fuera de sus zapatos, ya que somos una piedrita en el zapato. Ayotzinapa, como organización estudiantil le ha dado mucho a la sociedad, pero en los diarios amarillistas siempre sacan comunicados de supuestos padres de familia o de supuestos ciudadanos que se vieron afectados por “ayotzinapos” (término originalmente peyorativo para referirse a un habitante del poblado de Ayotzinapa, que fue reivindicado por esta población que lo adoptó y es de uso corriente). No estigmatizan, diciendo que somos revoltosos, que alteramos el orden público, que hacemos daño a terceros. Le han metido a la gente la idea de que el ayotzinapo es un delincuente; y lo han criminalizado a tal grado, que el 7 de enero un chofer de un tráiler le aventó el carro encima a nuestros compañeros asesinando a dos. O sea, nos ven como al otro, como al que no hay que tolerar. ‘Y si lo atropellamos no pasa nada, pues le estamos haciendo un favor al país, a la patria, al orden público; para que no sigan estropeando las vías de comunicación’.

-¿Andaban haciendo alguna labor?
-S. Una colecta.
-¿Dando paso libre en las casetas de peaje?

Exactamente. Pero ¡carajo!, si hasta los de Chilpancingo andaban haciendo boteo (colectas con botes) para la fiesta del Sr. Santiago. En Tixtla la gente también botea para hacer sus festividades y la Cruz Roja también botea. Incluso aquí (DF) en el Metro también hemos visto que piden ayuda para la Cruz Roja.

-Omar, ustedes se asumen como activistas, saben que van a contra corriente…
Si, nos asumimos como luchadores sociales; como estudiantes que tienen un compromiso social, que estamos con los de abajo, pues. Y como conocemos y venimos del pueblo, obvio que entendemos la situación de total desamparo, no sólo económico, político y educativo en que están. La gente no entiende de política en las poblaciones, la gente ve a la persona con corbata y piensa que es la que trae la verdad, y por lo tanto hay que creerle, y si nos trae una despensa, pues es buena gente; pero una conciencia política no la tienen. Por eso nos duele y nos puede mucho que los políticos nos hayan engañado tantas veces, y que a nuestros padres los vayan a engañar con migajas. Entonces cuando entendemos que eso es todo un teatro, una farsa, pues sí nos puede mucho y es cuando nos entra la conciencia de que la política aquí en México es una cosa ¡fea!, y mala, y descompuesta. Más que política es una industria. Una persona del pueblo se lanza para Presidente y le invierte cinco millones a su campaña con el objetivo de sacar diez, o 20, o lo que sea. No llega para servir al pueblo, sino para servirse a sí mismo. Eso se los hacemos ver a nuestras familias. Y un ayotzi es eso, pues no sólo se trasforma él, sino también su familia y todas las personas con las que tenemos relación, hasta las novias…

-Cómo se explican la agresión del 26, fue inusual ¿Hay algo detrás de esto?

En la conferencia de prensa del 8 de octubre: De izquierda a derecha: Perseo Quiroz, director ejecutivo de Amnistía Internacional en México; Melitón, padre de uno de los 43 normalistas; Omar García; Cruz Bautista, familiar de un desaparecido, y Maribel Gonzalez, integrante del Centro de Derechos Humanos de la Montaña, Tlachinollan.

Es difícil dilucidar qué pasó ahí. Cuáles fueron los motivos, los móviles para hacer tal barbarie, tal crimen. Cuando pasó lo del 12 de diciembre nosotros creímos que era lo peor. Nuestros compañeros nos comentan que estuvo feo, feo… que no se imaginaban algo peor; y que no iba a volver a repetirse -esos sucesos- porque el Estado, aunque dejó el caso en la impunidad, no se iba a atrever a repetir el acto, pues lo iba a pensar.

Creímos que si acaso nos iban a dar de macanazos, nos iban tirar gases lacrimógenos, nos iban a encarcelar; pero la realidad nos dio una bofetada muy fuerte. Nos enseño que ciertas personas de la clase política simplemente no tienen sensibilidad ni tolerancia para el otro; que lo mismo son capaces de echarle encima su carro a un perro o a una persona, o disparar al aire o a una persona. O sea, no hay sensibilidad humana en esa gente. Y detrás de eso yo sigo pensando que está el estigma contra nosotros; el hecho de que los policías municipales y de todas las corporaciones hayan visto que a los elementos que dispararon el 12 de diciembre no les pasó nada. Que la política en México es una política que encubre, porque sólo mueve de puesto al criminal, para aparentar que hizo justicia.

-En ese hecho se publicaron fotografías de gente que no pertenecía a las corporaciones y se habló de francotiradores.

Sí, pero los ministeriales (policías estatales) siempre van vestidos de civil. Hace dos días les dispararon (en Chilpancingo) a los estudiantes del Tecnológico de Monterrey. Ahora quieren simular que fue un enfrentamiento, cuando en realidad estuvieron persiguiendo a los estudiantes. Entonces, ¿cómo pueden ocultar ahora que fueron policías los que dispararon contra los estudiantes en Iguala? ¿Cómo pueden decir que no fueron policías los que los llevaron?, si los hechos de hace dos días confirman que al parecer las corporaciones policiacas fueron educadas, adoctrinadas, bajo el principio de: ‘vamos contra los estudiantes, vamos contra la educación, vamos contra los jóvenes’.

-¿Cuál es el siguiente paso? Ayer empezaron los disturbios por parte de los padres de familia y de estudiantes también.

Marcha del del 8 de octubre en solidaridad con los normalistas de Ayotzinapa

-Sí, hubo tal…Yo que soy un ayotzi, que fui a estudiar a Ayotzi, sufrí un atropello hace tres meses… me mataron a mi hermano menor en mi pueblo, fue gente que andaba en el crimen organizado. Nuestra familia nunca se ha metido en problemas. En aquél tiempo yo no pude hacer nada por mi familia, aunque fuera de Ayotzi. Y aisladamente uno se queda con su dolor. Así como miles de familias en el país, aisladamente se han quedado con su dolor, pues hay miles de desaparecidos en México. Y se ha gestionado ante las autoridades, ante la Comisión Interamericana (CIDH) y de diferentes organizaciones civiles o de derechos humanos, para que se haga la búsqueda de esos familiares, de sus hijos, hijas. Pero no se hace porque son casos aislados y menores. Para nosotros como ayotzis, la situación sigue siendo la misma, así haya sido uno o dos. Las cifras no cambian nada, pero en el imaginario de la población mexicana pareciera que solamente cuando son 43 entonces hay que salir a las calles. No es un reclamo, es simplemente que tal vez obedezca a que somos Ayotzinapa, y que Ayotzinapa le ha dado mucho a la población civil, a que es una organización estudiantil muy antigua y que es una normal rural de pobres. Y pues 43 familias son 43… A una familia aislada el gobierno la puede indemnizar, incluso sobornar; darle seguridad, mandarla a otro estado e incluso al extranjero a fin de que olvide a su muertito, a su desaparecido, a su asesinado, pero no va a poder hacerlo con 43 familias.

Los padres nos han dicho que están dispuestos a lo que sea por sus hijos… Y el hecho de ver, familia frente a familia, en un círculo, llorando unos, animándose otros, solidarizándose entre ellos, a nosotros si nos pone los pelos de punta; se nos inflama el pecho, la conciencia se nos desborda y queremos hacer algo. Ya es una situación inaguantable en el estado de Guerrero, en México mismo; porque las instituciones están por simple legalidad, pero no por legitimidad. Hacen todo en base a protocolos legales, pero no legítimos. Detrás de ellos todo mundo sabe quiénes están y ese es el gran problema del Estado Mexicano. Y eso es lo que nos mueve a nosotros como ayotzis, como estudiantes. Pero no somos nosotros nada más, hay mucha más gente y así lo interpretamos, porque cuando salieron a marchar, el día 8 de octubre, en más de 60 manifestaciones, fue precisamente porque entendían que no somos los únicos. Es difícil que se solidarizaran con los revoltosos.

-Ustedes han dicho que ven una coyuntura, e incluso en la propia Ayotzinapa se habló de un Congreso Constituyente.

-Claro, eso lo venimos manejando con otras organizaciones. Queremos hacer algo diferente. Lograr, por vías pacíficas un consenso a nivel nacional para cambiar las cosas.

A lo mejor no como lo hizo Zapata, Villa, Lucio Cabañas, Genaro Vázquez; y eso habría que consensarlo, como también las formas de ir ganando terreno e ir ensanchando nuestra lucha, a fin de que dejáramos el viejo principio de los revolucionarios del siglo pasado de que querían hacer la revolución como un acto de toma del poder y después de eso hacer los cambios. Nosotros no, nosotros somos más de la idea zapatista, de que debemos hacerlo desde ahorita, practicando eso que decimos que queremos ser, (es decir, tomar) decisiones democráticas.

Lo de ayer (la quema de palacio de gobierno de Chilpancingo) es una rabia incontenible, es algo que la misma población, las mismas organizaciones y el movimiento nos está obligando a hacer. Pónganse en nuestros zapatos, en los del compañero con el que has convivido desde que llegaste a la escuela. Pónganse en los zapatos de las 43 familias que harían lo que fuera por sus hijos, y pónganse en los zapatos de un guerrerense, bravo por naturaleza. Si nos matamos nomás por andar de borrachos, porque salimos mal de que yo no pagué la botella y el otro quiere que yo la pague y ahí mismo se matan, pues qué no nos vamos a matar con alguien que identificamos perfectamente que está perjudicando a este país… así se la dejo…