De La Redacción

El éxodo de los niños principalmente centroamericanos que llegaron a la frontera texana crearon una suerte de “desastre natural”, parecido a un huracán, por lo que como se sabe el presidente Barack Obama tuvo que asignar a la Agencia Federal de Manejo de Emergencias y a la Secretaría de Salud y Recursos humanos para hacerse a cargo de la respuesta.

Los menores se hallan en “albergues” que fueron improvisados en bases militares, cuarteles de la Patrulla Fronteriza y en otros lugares, y equipos para asistir a víctimas de desastres movilizaron duchas y cocinas portátiles a la frontera, mientras que Caridades Católicas sigue aceptando donaciones y distribuyendo ropa y otros artículos entre los desplazados, reporta The Huffington Post.

El director ejecutivo de los Servicios de Salud y Humanos de Texas, Kyle Janek solicitó a los organismos estatales que concedan licencias a los refugios que colaboren con ellos. A finales del mes pasado en una audiencia ante una comisión legislativa Janek habría dicho -según la fuente- que «ante la gran cantidad de gente que hemos visto en un período tan corto», debería instruirse al Departamento de la Familia y Servicios de Protección de Texas para que reduzcan los requisitos a los refugios al mismo nivel que se usa cuando hay huracanes.

Se dice que se redujo la cantidad de metros cuadrados requeridos para cada niño y se permitió a más menores por cada inodoro, lavamanos y ducha. Algunos refugios propusieron que algunos menores duerman en catres, y la idea fue aceptada. “No se aprobó, en cambio, la propuesta de hacerlos dormir en colchones de aire”, según documentos obtenidos por la Prensa Asociada.

A pesar de que se hayan eliminado algunas restricciones, las condiciones de los refugios son mucho mejores que las de las atestadas celdas de la Patrulla de Fronteras, donde los menores a veces pasan varios días. En los refugios, los chicos asisten a clases, juegan y reciben comida caliente, sostiene The Huffington Post.