Llegó el momento de las definiciones y como si se tratara de la “crónica de una muerte anunciada”, los senadores demócratas sometieron a votación la noche del miércoles en el Senado las leyes de derechos de voto, pero se toparon con todo el bloque republicano de esa cámara legislativa, más los dos senadores demócratas que votan republicano, quienes impidieron cambiar las reglas del obstruccionismo y derrotaron el esfuerzo para garantizar el libre ejercicio del sufragio de las minorias de color. Con todo, el presidente Biden y los demócratas sostienen que la lucha aún no ha terminado.
De la redacción
Los republicanos bloquearon la aprobación de los derechos electorales usando el obstruccionismo para frustrar el proyecto de ley por quinta ocasión la noche del miércoles, que fracasó en una votación de 52 a 48, con los senadores demócratas, Joe Manchin de Virginia Occidental y Kyrsten Sinema de Arizona; votando con los 50 senadores republicanos lograron preservar la vieja regla obstruccionista que ha servido históricamente para frustrar la voluntad de la mayoría.
«Sí» dijo en voz alta la senadora Sinema cuando llegó su turno en la votación a favor de evitar los cambios al filibusterismo.
Ambos senadores que se dicen demócratas habían manifestado repetida y contundentemente que votarían con los republicanos para derrotar el intento de sus correligionarios para acabar con la regla obstruccionista del filibusterismo, aunque afirmaban que apoyaban la legislación electoral que contiene la Ley de Libertad para Votar y la Ley de Avance de los Derechos de Voto de John Lewis.
Horas más tarde en la noche los republicanos echaron mano del obstruccionismo una vez más para votar y poner fin al debate sobre dicho proyecto de ley, cuando los demócratas se movieron para realizar una votación y tratar de cambiar las reglas del obstruccionismo de todos modos.
Otros senadores demócratas se oponían inicialmente a deshacerse del filibusterismo obstruccionista de una sola vez, pero moderaron su posición a última hora y aceptaron el requisito de un filibusterismo hablado, o a la vieja usanza cuando había que hablar sin parar durante todo el tiempo posible para evitar la votación, pero especificaron que lo harían nada más para las referidas leyes electorales.
No obstante los demócratas avanzaron en un esfuerzo por poner en el debate público la crisis de los derechos de voto y la aviesa negativa de los republicanos para resolverla.
También lograron obligar al Senado por primera vez a debatir el proyecto de ley, lo que generó 10 horas de agrios y emotivos argumentos en el pleno del Senado sobre los derechos civiles, el racismo y cómo se llevan a cabo las elecciones cuando los republicanos avanzan un golpe al sistema electoral estadunidense aprobando leyes para suprimir el voto de las minorías; 34 leyes de este tipo han sido aprobadas en las Legislaturas de 19 estados bajo control político de los republicanos.
Pero incluso cuando los demócratas enfrentan un importante descalabro, predicen sin embargo que los estadunidenses finalmente se alinearán de su lado en las urnas cuando se den cuenta que los republicanos están avanzando dichos esfuerzos en los estados de todo el país para dificultar que las personas de color puedan votar libremente en lo sucesivo.
Pero los demócratas exigieron que todos los senadores tomaran la palabra y expusieran los motivos por los que se oponían a las leyes electorales que garantizarían el libre ejercicio del sufragio para las minorías. Aunque sabían que esta medida no iba a evitar la derrota, quisieron que las posiciones de los senadores obstruccionistas quedaran registradas en los anales de la historia.
La medida de los derechos de voto ha fallado antes, pero el miércoles marca la primera vez que han votado formalmente para cambiar el obstruccionismo, y un profundo revés para la agenda presidencial de Biden. El presidente gastó una enorme cantidad de capital político en las últimas semanas presionando a Manchin y Sinema para que apoyaran los cambios de reglas al obstruccionismo, dando un discurso en Atlanta y viajando al Capitolio para tratar de obtener apoyo. Pero para algunos, el esfuerzo fue poco y tardío.
El proyecto de ley que fracasó el miércoles habría establecido una línea de base nacional para el acceso a las elecciones, garantizando 15 días de votación anticipada, así como el registro de votantes en línea. También habría protegido a los funcionarios electorales locales del acoso y la interferencia partidista en sus trabajos, y evitar que dichos funcionarios electorales y los propios Secretarios de Estado, designados por los republicanos, aprobaran el conteo de los votos y su certificación, así como la amañada distorsión de las líneas distritales partidistas o el Gerrymandering.
Además, el proyecto demócrata habría restaurado una pieza clave de la Ley de Derechos Electorales de 1965, que requería que los lugares con un historial de discriminación electoral obtuvieran primero la aprobación de sus cambios por parte del Departamento de Justicia federal, o de un tribunal federal en Washington, D.C. antes de entrar en vigencia.
Tanto el grupo demócrata del Congreso como el propio presidente Biden y la vicepresidenta Kamala Harris han dicho que la lucha continúa■