Marco Vinicio González
Noticiero Latino, Nueva York
Recientemente el presidente Obama sostenía con optimismo desde la Casa Blanca que algunos republicanos comenzaban a ceder su oposición ante la reforma migratoria, y que la opinión pública estaba de su lado. No estaba equivocado. Pero su decisión de posponer hasta agosto el anuncio de posibles cambios en las políticas de deportación de su administración le dieron un vuelco a la página.
Es cierto que importantes organizaciones de perfil nacional, sindicales, religiosas y de abogacía por la causa de los inmigrantes pidieron al Presidente no poner en riesgo la posibilidad de una reforma migratoria integral, con camino a la ciudadanía, anunciado medidas administrativas prematuramente. Pero ayer los dreamers declararon que esperar, como quiere Obama, “es ser complaciente con las más de 60 mil deportaciones que van a suceder de aquí a agosto”.
Hoy The New York Times califica de “ridículo el temor del Presidente”, de pensar que el Congreso va a cambiar su rígida postura de inamovilidad, y que “es difícil no ser escéptico ante tan repetida estrategia fallida, de esperar a que los legisladores republicanos hagan su trabajo.
Por su parte, el director de America’s Voice, Fran Sharry dice que si los republicanos insisten en su postura en agosto, Obama “no puede y no debe anunciar ajustes menores… sino que necesita cumplir con el alivio afirmativo para cientos de miles de familias que aún viven con temor a la deportación y a la separación de sus seres queridos”.
Algunos legisladores, como Mario Díaz-Blart, de La Florida, aplaudieron la decisión del Presidente.