Los comicios presidenciales en México están a la vuelta de la esquina. Son los más grandes en la historia del país, con un padrón electoral de 91 millones de votantes registrados, de los que sin embargo sólo votarán 51 millones el próximo domingo 1 de julio, según estimaciones oficiales. Además de la presidencia en México se renueva el Congreso, 128 senadores y 500 diputados, y se realizan elecciones locales en 30 de los 32 estados de la República Mexicana. El electorado, como la propia sociedad mexicana, se halla políticamente polarizado, entre propuestas de corte neoliberal, o más de lo mismo, y la promesa de dar marcha a atrás a dichas propuestas, marcadas por las más recientes (contra)reformas estructurales que han cedido el país al capital global en detrimento de la clase social trabajadora, las minorías étnicas y sexuales.
Marco Vinicio González
Editor de Noticias Online / Reportero
Radio Bilingüe
Diversas encuestadoras sitúan a Andrés Manuel López Obrador (AMLO), el candidato de la colación Juntos Haremos Historia, conformada por el Movimiento Regeneración Nacional (Morena), el Partido del Trabajo (PT) y el Partido ultra conservador, Encuentro Social (PES). Lleva una ventaja de más de 20 puntos porcentuales (49 por ciento en las preferencias del electorado), o casi el doble respecto a su más cercano contendiente, por lo que su derrota se antoja difícil a menos de una semana de la elección.
Los otros dos candidatos con algunas –remotas- posibilidades todavía en el proceso son Ricardo Anaya, de la coalición Por México al Frente, que incluye al derechista Partido Acción Nacional (PAN), al Partido de la Revolución Democrática (PRD), y al Movimiento Ciudadano.
Y José Antonio Meade Kuribreña, del Partido Revolucionario Institucional, el PRI, con de más de ocho décadas en el poder, luego de dos sexenios panistas que se interpusieron en su prolongada permanencia gobernando a México, y de regreso ahora con Enrique Peña Nieto, el presidente saliente.
De acuerdo con el Instituto Nacional Electoral, INE, el voto de los mexicanos en el extranjero subió en este ciclo un 17 por ciento desde 2012, pero la cifra sigue siendo menor al 20% del padrón registrado en el extranjero hasta el 28 de marzo de 2018, cuando el INE había recibido 114 mil solicitudes de mexicanos para votar desde el exterior, de las cuales “sólo 70 mil fueron dictaminadas como procedentes”.
Este proceso electoral está marcado también por prácticas fraudulentas en el proceso de otorgar el registro oficial a los candidatos independientes, que emite el Instituto Nacional Electoral, INE.
En este renglón es ilustrativo por ejemplo el caso de la aspirante a candidata independiente en representación de los pueblos indígenas (CNI) y apoyada por los zapatistas (EZLN). María de Jesús Aparicio Martínez, una mujer nahua conocida popularmente como Marichuy.
Ella desplegó el proceso más honesto de recolección de firmas y sin embargo se quedó sin registro por no alcanzar el número mínimo requerido por el INE, pues tuvo que sortear discriminatorias barreras impuestas por el propio INE, y un racismo expresado por el consejero presidente, Lorenzo Córdova y el secretario ejecutivo Edmundo Jacobo Molina quienes se mofaron de la ascendencia indígena de Marichuy.
A otros dos candidatos –El Bronco, sin posibilidad alguna de siquiera competir, y Margarita Zavala, quien retiró su candidatura- que luego se supo obtuvieron de forma fraudulenta las referidas firmas para su respectivo registro, no se les exigió con el mismo rigor comprobar la autenticidad de dichas firmas y obtuvieron su registro.
Estas elecciones también están marcadas por la violencia contra los candidatos a puestos de elección popular. Hasta el momento van ya más de 100 los candidatos asesinados o mínimamente ‘levantados’ y amenazados de muerte ellos y sus familias si no declinan su candidatura. Algunos candidatos han preferido pasarse en desbandada a la campaña de AMLO porque creen que él va a ganar.
Y ni qué hablar de los atentados fatales contra los comunicadores sociales, que en el sexenio del actual presidente Enrique Peña Nieto suman ya 42 periodistas asesinados. Muchos de ellos por denunciar las ligas existentes entre los funcionarios públicos y el narcotráfico. Solamente en lo que va del 2000 al presente se ha asesinado a 140 periodistas en México.
En este apretadísimo contexto y de paso por la ciudad de México Noticiero Latino consultó en mayo la opinión del filósofo mexicano, Enrique González Rojo Arthur (EGRA), a propósito de esta elección presidencial y sus significados. Él ha ejercido el magisterio y enseñado a varias generaciones de estudiantes durante más de tres décadas y media. En la Facultad de Filosofía y Letras, UNAM, en Chapingo, en Morelia, en preparatorias…, y fue maestro fundador de Colegios de Ciencias y Humanidades, CCH, y de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), que en marzo de este año le otorgó un Doctorado Honoris Causa.
A los 90 años de edad EGRA es un hombre lúcido y elocuente, que se desliza a profundidad sobre tres ejes principales de su pensamiento y su obra: la literatura -y más que nada la poesía-; la filosofía, con decenas de libros y ensayos que “ofrecen el armazón y dan sustancia a la idea de cambio social que sostiene”, dice Luís Hernández Navarro en La Jornada; y la política, o el compromiso sostenido rigurosamente durante décadas, “entendiendo por esto el deseo de mejoramiento de nuestra especie humana en general y de los mexicanos en particular, (que) nunca me ha abandonado”, afirma. “Soy un hombre que ha entrado con paso firme en la tercera edad”, y quien detenta una obra escrita impresionante no sólo por su extensión sino por el calibre intelectual de su contenido.
Se trata de un político de izquierda radical independiente, que en su obra filosófico-política ha renegado de los partidos políticos y de los procesos electorales por ineficaces y deshonestos para solucionar los problemas del país, que por cierto, sostiene, son problemas propios del capitalismo, y específicamente del neoliberalismo actual y global.
Sin embargo, en estas elecciones por la presidencia de México González Rojo sostiene que votará por Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
-Entonces, ¿cómo puede de pronto decirnos que hay que votar por López Obrador? –preguntamos al filósofo.
EGRA: Yo creo que aunque entre la esencia del gobierno mexicano y la esencia de López Obrador (AMLO) no hay una ruptura, pero sí matices de diferencia, podemos decir que aun compartiendo una esencia común con el gobierno actual, sin embargo López Obrador tiene ciertos matices que llevan a la posibilidad de combatir al neoliberalismo. Llevan a la posibilidad. Ni siquiera estoy seguro. Pero mientras que todos los otros candidatos… son la continuación de lo mismo, de un neoliberalismo como fábrica de pobres, como vinculación estrecha con el imperio y como, digamos, un túnel que no nos lleva a ningún lado. En cambio con López Obrador hay un matiz diferente; y se abre la posibilidad de algo distinto, aunque sea en la misma categoría esencial. Entonces, yo voy a votar por López Obrador, pero al día siguiente ya estoy en la oposición. !Ya desde ahora estoy en la oposición!, pero voy a votar, en el sentido de que abre la posibilidad de trabajar de una forma más profunda y más proyectiva. Es lo que te diría yo respecto a este tema.
–Cabe la posibilidad también de que AMLO sea un demagogo y que en caso de ganar pudiera dar marcha a atrás a sus promesas de campaña, y regresar a su esencia. Entonces, ¿cómo sería la oposición a AMLO si éste llegara al poder? ¿Qué ingredientes tendría o debiera tener esa oposición?
EGRA: Yo sería partidario de fomentar, lo más que se pueda, una organización de las bases, de los de abajo; para estar lo más posible ejerciendo una presión constante, para que no se desvirtúe un camino que podría seguirse y que es el camino de un régimen post-neoliberal. Yo tengo la esperanza, en esta etapa histórica, de que podamos ir más allá de eso. Y creo que es el momento de la organización, de sembrar semillas, de crear contrapoder, autogestión*… pero en la orden del día no está la creación de un orden emancipado. No en lo que a México se refiere, y a toda Latinoamérica.
Por el momento los movimientos sociales de alguna trascendencia, digamos, como el de los maestros, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CENTE), el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), y otros, caminan cada uno por su lado, sin aparentes posibilidades de galvanizar estas energías en un solo movimiento.
–Entonces, ¿cuáles son las posibilidades de llegar a la emancipación de las bases, en las que usted cifra alguna esperanza?
EGRA: En tu pregunta está la respuesta. Sí, hay una gran dispersión. Desgraciadamente es uno de los problemas fundamentales, para una organización combativa, que sirva de control a las limitaciones evidentes que tiene López Obrador. Es una de las luchas por la unidad, digamos, del movimiento, además de la organización combativa.
–Pero, ¿qué tan lejos estamos de esas metas que usted plantea sobre la creación de un movimiento hacia la formación social autogestiva?
EGRA: Yo creo que estamos muy lejos de eso. Muy lejos pero, yo nunca he consabido la organización de la sociedad en el sentido autogestivo con un carácter catastrofista. Es decir, que solamente cuando se llegue a determinada fecha a partir de ella se podrá organizar la sociedad. ¡No! Hay que empezar a difundir las ideas, empezar a propagandizar una nueva concepción… Hay algo que nos favorece a nivel mundial: el descontento profundo del mundo, con este sistema capitalista**. Pero, por otro lado, hay algo que está en contra de nosotros, que son las viejas formas de hacer política, que enredan no solamente a la clase política de los países sino también a los pueblos. Entonces, tenemos que salir de todo eso. El sujeto potencial revolucionario ¡es muy grande! Y yo he planteado –no sé si lo sabes-, que la explotación no está solamente en el proletariado; sino que está en todos los sectores de la sociedad.
–Que usted llama el asalariado…
EGRA: Por razones estructurales, advierto yo, existe explotación, o valorización del valor, plusvalía, y no solamente en el sector industrial, o agropecuario, sino también en la circulación, y en el sector de los servicios.
–¿Por cierto, a qué obedece la resistencia de la clase intelectual a aceptar la noción de que ellos también son asalariados?
EGRA: Yo creo que la resistencia es que una parte muy importante de la intelectualidad tiene una organicidad con el poder. Es decir, en este momento no ven la manera de emanciparse. Emanciparse para convertirse en una clase intelectual para sí, lo cual sería posible única y exclusivamente si este intelectual, digamos revolucionario, pudiera vincularse con el proletariado organizado. Pero como no hay un proletariado organizado, prefieren seguir, en la tesitura de siempre; de estar vinculados ascendentemente, con la clase burguesa en su conjunto, y con los sectores del poder principalmente.
En las primeras reflexiones hechas en el Manifiesto Autogestionario EGRA dice que “el capitalismo engendra cuantitativamente su destructor potencial… si antes la clase obrera industrial jugaba ese papel (y el campesinado pobre, el de su aliado natural), en la actualidad el sujeto histórico esencial de la lucha tendrá que ser una clase trabajadora ampliada”, que incluye a los trabajadores de servicios, a los de la circulación y hasta la propia clase intelectual.
Y esta energía organizada y dirigida hacia un mismo objetivo se convertiría potencialmente en el enterrador de este sistema de explotación, pero a condición de que “sólo puede ser obra de los trabajadores mismos, una vez ampliado el universo de los trabajadores convertidos todos en asalariados, de acuerdo con su proyecto de lucha por la autogestión, la auto organización, el autogobierno”.
–Entonces, ¿el enterrador está lejano todavía?
EGRA: ¡Está lejano! Existe, pero está lejano. Y tenemos muchas cosas que hacer, en el mundo.
La globalización nos sofoca, dice EGRA. “La vida parece carecer de sentido. ¿La ‘democracia’ y los partidos políticos son la solución? O ¿ésta se halla en la rebelión indígena del E.Z.L.N. y la lucha altermundista? Si, pero algo falta…”, sostiene.
–Centrándonos en México, y en la experiencia, por ejemplo zapatista, que coincide con muchos de sus planteamientos en la forma de su auto organización, ¿cuál es el panorama con ellos…, qué posibilidades hay de que por ejemplo su modelo se extienda, salga de ese cerco en el que se halla?
EGRA: Mira, yo creo que les pasa lo mismo que a todos nosotros. O sea, que nos encontramos con una sociedad inmadura; desvirtuada, alienada. Y aunque ellos tienen mayor claridad, sin embargo su discurso no prende en la sociedad en su conjunto. Hay mil cosas para tratar, de que ese discurso, digamos, tenga una resonancia en otros sectores de la sociedad mexicana que no sea el indígena. Se han dado un frentazo, no han podido. Yo creo que también hay limitaciones por parte de ellos. Y las limitaciones es que no basta en esta etapa histórica, es mi punto de vista, no basta decirse solamente anticapitalista. Esa es una fabulación negativa. ‘No queremos ser capitalistas… Luchamos por no ser capitalistas’. Pero, ¿cuál es la fabulación en positivo? Yo he dicho, como parte de mi trabajo teórico que se puede ser enemigo del capitalismo, y sin embargo no ofrecer una clara teoría de la construcción de una sociedad emancipada.
–Pero, los Caracoles, sus formas de autogobierno…
EGRA: ¡Muy avanzados! Pero no está planteado todavía, no lo han logrado plantear, el aspecto positivo de la creación de un nuevo orden social. Para crear esta concepción, hace falta crear, a mi modo de ver, no solamente la crítica de la Revolución Mexicana; la crítica de las enajenaciones propias de México, sino la crítica de la concepción del socialismo en general. La crítica de lo que fue la Unión Soviética. Bueno, todo esto que serían las piezas fundamentales para armar una nueva concepción en positivo, de la sociedad emancipada, no lo han hecho. Al parecer, por lo menos al principio, era por razones estratégicas; es decir, no convenía estar hablando de si era partidario del socialismo autogestionario, etcétera. Pero ahora, lo que a lo mejor tuvo su razón de ser, ahora ya no. Ahora es absolutamente indispensable, que para hacer una buena propaganda de la idea, ¡de la nueva idea!, no solamente es presentar la parte negativa, el anticapitalismo, sino la parte positiva de qué es lo que queremos hacer, y cómo hacerlo. Y no nada más a nivel regional, sino ¡a nivel nacional!, no…, como ejemplo y modelo para hacerlo en el mundo.
–Así que ahí no han podido, eh… y ¿por qué?
EGRA: Por estas razones de la enajenación de toda la sociedad, no. Por el hartazgo de la sociedad mexicana.
–Entonces, ¿la sociedad les ha dado la espalda por estas razones?
EGRA: ¡Exacto!
“El caso Marichuy, la más grande derrota propagandística de ese proyecto –zapatista-, era una intentona propagandística y fue una gran derrota propagandística. La izquierda nacional, y los indígenas nacionales le dieron la espalda”, interviene Guillermo González Philips (GGP), músico de profesión e hijo del poeta y filósofo.
EGRA: ¡Así es!
GGP: Es muy triste■