De La Redaccion
El acoso sexual es un fenómeno social vigente en los sitios de trabajo, que ha sido denunciado por distintas organizaciones e instituciones y constatado por diversas investigaciones que han evidenciado su existencia, extensión y gravedad en el ambiente laboral. Los campos agrícolas del estado de Washington no son la excepción, y algunos supervisores o mayordomos incurren en estas prácticas ilegales y deplorables. Por lo general es difícil denunciar una situación de acoso sexual en el trabajo, por razones diversas que incluyen, entre otras, el miedo a la represalia a perder el empleo. Aunque no con la celeridad que se quisiera, las cosas sin embargo están cambiando. Algunas mujeres están rompiendo el círculo de temor y otras consideraciones que las han mantenido atadas a una condición de víctima, y han reunido el suficiente valor para rebelarse a tal condición y denunciar con éxito relativo el abuso o acoso sexual de sus empleadores o mayordomos en los sitios de trabajo. En este programa de Línea Abierta que aquí reseñamos se aborda el tema, y las respuestas que han surgido de la sociedad con apoyo del gobierno para acabar con este flagelo. Este programa es un capítulo más de nuestra serie, ‘Voy Contratado’: Derechos del Migrante en Radio, realizado con apoyo parcial de la Fundación John D. and Catherine T. Macarthur.
Aprovechando que hoy es el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, Radio Bilingüe rinde un humilde homenaje a mujeres guerreras de toda la vida, para quienes la lucha es a diario. Quienes con frecuencia suelen arriesgar o dar la vida en defensa de sus ideales y de los derechos humanos, además de la dignidad de las personas. Hoy radio Bilingüe se complace además en anunciar una de estas situaciones donde el coraje y la valentía de un grupo de mujeres las ha llevado a interponer una demanda judicial ante las instancias correspondientes; demanda que ha aterrizado felizmente en un fallo favorable a las trabajadoras, y que también se ha convertido en una indemnización y introducido cambios importantes en las reglas de esta industria agrícola para con sus trabajadores .
Y es que uno de los mayores productores de manzana de Estados Unidos, Evans Fruit, en Yakima, estado de Washington, aceptó pagar una suma mayor a 270 mil dólares en indemnización al grupo de 20 trabajadoras del campo, que no sólo se quejaron de haber sido objeto de acoso o agresión sexual durante varios años en los huertos de la compañía Evans Fruit, sino que también sufrieron amenazas e intimidación por parte del mayordomo o gerente de uno de los ranchos, como represalia por denunciar públicamente el acoso sexual de que fueron objeto. El arreglo obliga además a Evans Fruit a impedir las represalias contra las demandantes.
Esta lucha de las mujeres del campo contra la violencia y el acoso sexual ha tenido además repercusiones en el resto de esta industria en el estado de Washington, así como en por lo menos otro estado, California, donde se creó una legislación para proteger del abuso y las agresiones sexuales a las trabajadoras del campo.
Una de las mujeres que sometieron la queja de acoso sexual es Aurelia García, madre de tres hijos y quien trabajó para Evans Fruit durante tres semanas en 2006, bajo la supervisión del capataz Juan Marín. Ella participó por teléfono desde Yakima en este programa de Línea Abierta, que es conducido por Samuel Orozco, Director de Noticias de Radio Bilingüe.
-¿Bienvenida Aurelia… Dinos, en qué consistieron esos actos de abuso que denunciaste? –pregunta Samuel Orozco.
“Cuando yo conocí a Juan Marín, pues… comencé a trabajar con él, los carros –del transporte público- quedaban muy lejos del trabajo. Y él trató de llevarme, al trabajo donde yo iba a empezar; y sí, me subí ya…, pues yo confié, como es el mayordomo. Y ya cuando me quise bajar él me agarró la mano y no me dejaba bajar de su ‘troka’ y, yo como quiera me le jaloné y me bajé. Trató de agarrarme la pierna y, yo como quiera me bajé. Y ya, después seguía insistiendo, que quería que tuviera un hijo con él… Siempre, cada rato me estaba diciendo…”, contestó Aurelia García.
Esa fue la última vez que Aurelia García se subió al carro del capataz, dice, motivada por la necesidad de llegar al trabajo y ante la lejanía del transporte que lleva a los trabajadores a los campos de cultivo.
“Él seguía insistiendo, que quería salir conmigo, que si iba a mi casa, ¿o qué? Que si cuando fuera a mi casa me ponía una falda cortita, para mirarme, y todo… Y le dijo que no… Y yo pues no podía reportar a nadie, como él era mayordomo, y yo no sabía a quién dirigirme ahí, a quién decirle, pues, nada. Y hasta que no…, me llegó una carta de la Comisión. No sé, sería como al año, y entonces sí la contesté. Y ya fue cuando ahí se contactaron conmigo”.
Orozco le recuerda a Aurelia lo que ella le había dicho con anticipación. Que este tipo de cosas, de insinuaciones o de manoseos “era parte del costo que había que pagar por el derecho a trabajar; que eran cosas de la vida, que había que aguantarse en silencio”, ¿no?
-Sí
-¿Qué te hizo cambiar de opinión, y que te hizo salir al frente a reportarlo?
“Es que me sentí como si había alguien que nos protegiera. Porque cuando nos llegó la carta de la Comisión ahí nos decía todo. Que si ¿ha tenido algún incidente en el trabajo, de abuso sexual? Y yo entonces contesté la carta, que yo también había pasado por eso. Y ya fue cuando ellos me hablaron, que si quería estar en el caso con ellos, y les dije que sí”.
-¿Antes de reportarlo a la agencia federal, no lo habías reportado a nadie?
“No. Cuando me salí de ahí, le dije a otro mayordomo, donde empecé entonces a trabajar, y me dijo pues que por qué no lo había hecho. Que porque ahí andaba otra señora que también se había quejado de él -Juan Marín- en ese rancho. Y cuando me llegó la carta le pregunté al mayordomo, le dije, pues me llegó esta carta, y entonces él me dijo, ‘Pues contéstaselas’, y ahí fue cuando yo la contesté. Pero no me animaba porque, pues hay muchas veces que amenazan a uno, ¿no?”.
-Después que te quejaste, ¿hubo alguna amenaza contra ti?
“Sí. Después hubo amenazas. Cuando estuvimos acá, ya reunidos, según Juan Marín mandó gente para que nos vigilara. Y después de eso, según que… hubo amenazas: que sí seguíamos ayudando a la Comisión, o compartiendo con ellos, que nos iba a pasar algo malo”.
A consecuencia de estos incidentes Aurelia dice que estuvo yendo como dos años a terapia con un psicólogo.
-Sentía como miedo. Cuando llegaba a la casa siempre le decía a los niños, si toca alguien la puerta no abran… Sí, sí sentía miedo.
Aurelia Garcia:
Carmen Flores, abogada titular del juicio, de Equal Employment Opportunity Commission (EEOC), con sede en Seattle, Washington, dice que estos incidentes de acoso sexual suelen estar presentes de manera recurrente en los sitios de trabajo, como en el lugar donde trabajaba Aurelia García y sus compañeras.
“La situación fue muy grave para las trabajadoras. Porque este mayordomo tenía mucha influencia con estos dueños, en este rancho”, afirma Carmen Flores.
Agrega: “Tenía como 35 años de trabajar para ese rancho. Entonces, los dueños lo apoyaban mucho, y le creían mucho también. “Él tenía la costumbre de amenazar e intimidar a los trabajadores, y acosar a las mujeres, ¿verdad? Y tenía la costumbre de decirles: ‘Si te quejas, los dueños no te van a creer a ti, me van a creer a mí; porque a mí me quieren como si fuera hijo de ellos’. Y con los años, algunas de las trabajadoras sí intentaron hablar con los dueños directamente, para quejarse de este mayordomo. Pero los dueños no les pusieron atención”.
Y pasó, dice la abogada, precisamente lo que el mayordomo dijo que iba a pasar:
“No les creyeron. No querían que los molestaran con estos detalles. Entonces no investigaron, no les importó. Y por eso continuó con esta influencia, este mayordomo. Y lo que notamos nosotros es que él tenía la costumbre de llevar a las mujeres trabajadoras en su ‘troka’, porque es un rancho muy, muy grande. Entonces las llevaba a un área, supuestamente para trabajar, pero en el camino, o llegando allí, como estaban solos, no había testigos, es cuando las manoseaba; trataba der forzarlas, sexualmente. Entonces asustó a muchas mujeres. Y eso lo podía hacer porque era el mero, mero ahí en el rancho, los dueños nunca estaban presente; ellos estaban en su oficina, corriendo la empresa, y entonces él estaba encargado en ese rancho”.
-Aparte de las 20 mujeres demandantes, ¿supo de otros casos, de más mujeres que hayan sido objeto de este trato?
-Era mayormente este mayordomo, el que cometía…
-¿Y esto se dio en el transcurso de varios años?
“¡Exactamente! Y por fin es cuando tuvimos varias demandantes que sí se quejaron con nosotros. Al principio pensábamos que eran unas dos o tres. Pero ya con el tiempo, al hablar con otros testigos, descubrimos que este hombre tenía esta costumbre y que la tenía por varios años, de acosar a las mujeres; y que los dueños no se metían. No les importaba”.
El asunto fue del conocimiento de las abogadas. Unas tres de las mujeres trabajadoras sometieron un cargo en la agencia federal que representa la abogada Flores, y que se encarga de investigar cargos de discriminación en el empleo.
“Cuando notamos que eran tres con la misma empresa, investigamos qué estaba pasando, y ya notamos que era algo más serio, y por eso archivamos el pleito. Y ya cuando se archiva el pleito, seguimos buscando a testigos de más víctimas”.
La abogada Flores señala que Aurelia estaba hablando de las represalias.
“Y lo que pasó es cuando yo estaba por archivar el caso, cuando ya me dieron el permiso de archivar el caso, tuve una reunión con las trabajadoras, y otros testigos allá en Yakima, en una biblioteca pública. Para explicarles el proceso, lo que iba a pasar en el caso y cómo íbamos a seguir adelante. Y tocó la suerte que unos trabajadores, que trabajan para este mayordomo, no sabemos cómo se dieron cuenta que íbamos a estar ahí reunidos. Estuvieron vigilando quién estaba ahí con nosotros, del gobierno, y uno de los testigos recibió una llamada a los dos días, diciéndoles: ‘Sabemos que ustedes estuvieron ahí con las abogadas del gobierno federal, y si cooperan con el gobierno en este caso, ¡van a sufrir! Los vamos a seguir’. Y ahí comenzaron las represalias, el miedo, la intimidación”.
Y eso fue algo mucho más serio. El mayordomo pudo ser capaz de seguir amenazando a los trabajadores, sostiene la abogada Flores, cuando el gobierno ya estaba en el caso.
Carmen Flores:
Otra de las otras abogadas que llevaron el caso fue Blanca Rodríguez, del Proyecto de Justicia del Noroeste, con sede en Yakima. Afirma que representan a la señora Aurelia García, de quien dicen estar muy orgullosos, así como de las otras mujeres demandantes que tuvieron el valor de someter un reclamo contra la compañía Evens Fruit, porque es la más grande compañía productora de manzana en el estado de Washington, y una de las más grandes en el país.
“Nosotros con la EEOC trabajamos juntos para llevar a cabo esos casos. Representamos a tres de las 14 mujeres que fueron a juicio. Y representamos a todas las personas en el caso de represalias. Desafortunadamente en ese caso el juez pensó que no había suficiente evidencia para ir a juicio. Pero en el caso de acoso sexual sí tuvimos un juicio, en 2013… No tuvimos éxito en ese juicio, aunque fueron 14 mujeres en ese juicio las que dieron testimonio del acoso que sufrieron”.
Sin embargo, los del Proyecto de Justicia del Noroeste no se quedaron de brazos cruzados, dice Blanca Rodríguez.
“La Comisión y nosotros apelamos a la Corte de Apelaciones, argumentamos que había muchos errores legales que se habían cometido durante el juicio, en cuanto a las evidencias que se admitieron y en las que no se admitieron. Y también apelamos el caso de las represalias”.
El 5 de junio de 2015 presentaron en la Corte de Apelaciones estos argumentos, dice la abogada Rodríguez.
”Y la corte no hizo una decisión, ¿verdad? Estaba a punto de hacer una decisión cuando las partes decidimos por varias razones que era mejor resolver el caso, porque ya que las mujeres tuvieron este valor ha logrado que haya muchos cambios, y no sólo en la compañía de Evans Fruit, sino también en todo el estado de Washington. Estamos viendo que ya muchas compañías tienen pólizas sobre el acoso sexual que antes no tenían; que están dando entrenamiento, que están tomando esto más en serio. Es un tremendo paso el que ha ocurrido, y que esto sólo ocurre cuando las personas tienen el valor de hacer algo”.
El temor que tenían antes las mujeres era el de perder el trabajo… pero ¿fue el asunto migratorio un problema para algunas de ellas?, pregunta Samuel Orozco.
“Claro. Esos son siempre los temores de las personas, su estatus migratorio, que lo pueden deportar a uno, que va a perder su trabajo”.
Entonces son temores que hacen que muchas veces mucha gente no haga nada, señala Rodríguez.
“Pero lo que yo les digo, y me imagino que mi colega Carmen Flores también diría lo mismo, que es cuando uno hace algo es cuando se tiene más protección. Porque si lo despiden a uno, cuando se está llevando un caso a cabo, parecería como si estuvieran tomando represalias contra uno por estar envuelto en una queja. También, el estado migratorio de la persona no importa, especialmente en el estado de Washington”, donde existes protecciones legales para el trabajador inmigrante.
Blanca Rodríguez:
Para Montserrat Walker, promotora de información para patrones que participan en el programa H 2A, e instructora de seguridad, derechos y recursos humanos en el sector patronal, este caso de las mujeres víctimas de acoso sexual es extremadamente importante. En su capacidad de vocera de la Asociación de Productores Agrícolas del Estado de Washington, WAFLA, en Olympia, WA, afirma que el caso obliga a pensar más sobre la prevención del acoso en la agricultura.
“Pienso que es un caso que va a educar mucho al público general, a los trabajadores y a los dueños para que tengas más ideas de prevención”.
Para Montserrat Walker el acoso es un problema general en la agricultura que por lo general pasa desapercibido.
“Y hay más oportunidad de que esto suceda, porque por ejemplo las huertas están lejos de las oficinas principales y los trabajadores trabajan bajo generalmente hombres que son hispanos, que tienen control sobre los trabajadores, y en algunos casos abusan de su control y de su poder”.
Agrega que en muchos casos tampoco hay mucha educación, mucho entrenamiento para los trabajadores, para que sepan exactamente cuáles son sus derechos, o que sepan cómo pueden quejarse, cómo pueden decirle al dueño, a Recursos Humanos, al EEOC cómo ha sucedido.
“Entonces es importante que haya un sistema de quejas, cómo se puede quejar formalmente”.
Sobre los pasos que ha dado la Asociación de Productores Agrícolas del Estado de Washington para prevenir casos de acoso sexual, Montserrat Walker anuncia que acaban de crear un producto que consiste en un entrenamiento sobre recursos humanos llevado a cabo por WAFLA, de recursos humanos para trabajadores, mayordomos y dueños.
“En el entrenamiento les explicamos a los trabajadores que tienen acceso a llamadas con un número anónimo para reportar acoso, y les decimos que lo reporten inmediatamente. Que si hay una situación que es incómoda, que si no saben si fue acoso o si no, que lo reporten de todos modos”.
Estos registros se le presentan a los propietarios y a Recursos Humanos de la compañía, y se les explica qué es lo que pasó, y se les ofrece investigar el caso o los casos de acoso.
“Y cuando investigamos les damos un reporte detallado, con las evidencias, para controlar la situación y prevenir situaciones futuras y documentar qué es lo que sucedió».
Esta asociación patronal tiene oficinas en Pasco, Yakima y Olympia, y cuenta con un equipo de investigadores que viajan a los sitios de trabajo y escriben reportes específicos y detallados de sus investigaciones, para que no haya nada en una entrevista que no haya sido grabado, y registros en papel, y que las sugerencias sean siempre en seguimiento de la ley.
Blanca Rodríguez, la abogada del juicio, de Equal Employment Opportunity Commission, afirma que le da mucho gusto estas nuevas medidas que se están tomando, y que a consecuencia de este caso también se ha instalado una línea telefónica de emergencia anónima, sí como señalamientos y carteles indicativos instalados en los huertos y que se ha provisto entrenamientos para trabajadores, supervisores y dueños. Que su asociación entiende la seriedad y peligrosidad de estas prácticas para los trabajadores, si los dueños están ausentes o no ponen atención a estos problemas.
“Y esto le ayuda también a los dueños. Porque no quieren que el gobierno federal venga a demandarlos. Y tienen razón, pero lo vamos a hacer, si no protegen a sus trabajadores. Estamos vigilando. Porque aquí estamos para proteger a los trabajadores”.
Quienes piensen que tienen una queja de discriminación o de acoso u hostigamiento sexual, no lo piensen dos veces. Pueden llamar al EEOC libre de todo costo, al 1-800-669-4000.
Sobre las palabras de conclusión de la titular del caso, la bogada Carmen Flores, la batalla continúa, pero ya este caso sembró la semilla de una naciente cultura de respeto a os derechos humanos de los trabajadores, y ha erigido una ley que protege los derechos del y la trabajadora en los campos de trabajo, responsabilizando más a los dueños sobre el acoso y las violaciones legales de esta industria agrícola. Habrá más batallas legales en el futuro, dice Blanca Rodríguez■
Montserrat Walker:
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