Marco Vinicio González
Noticiero Latino, Nueva York
Para miles de personas en México y el extranjero, pero sobre todo para los padres y madres de 43 normalistas desaparecidos, hoy se gana un poco de terreno en la búsqueda de justicia para las víctimas de la violencia del Estado mexicano, con el anuncio de la captura del alcalde de Iguala, Guerrero, José Luís Abarca y su esposa, María de los Ángeles Pineda Villa, identificados como los autores intelectuales de la desaparición de los estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa, el pasado 26 de septiembre. El arresto lo hizo la Policía Federal en la delegación Iztapalapa, en la ciudad de México la madrugada de de hoy. Los jóvenes normalistas, sin embargo, siguen desaparecidos.
El Día de Muertos en Nueva York se celebró el domingo con una ofrenda para los 3 normalistas rurales de Ayotzinapa asesinados, los 25 heridos de gravedad y 43 de su compañeros aun desaparecidos desde el 26 de septiembre en los disturbios de Iguala, Guerrero, cuando la policía de ese municipio y un grupo de sicarios del crimen organizado actuaron con plena libertad para masacrar y secuestrar a los normalistas con la tolerancia del Ejército Mexicano y las fuerzas de seguridad púbica federal y estatal, según da cuenta hoy una investigación dada a conocer por la Cámara de Diputados en México.
El Altar-Prortesta de Día de Muertos lo llevó a cabo un colectivo de grupos de activistas, académicos, estudiantes, trabajadores y artistas, en la legendaria plaza, Union Square, del Bajo Manhattan, escenario de viejas y nuev as protestas sociales y antibélicas como la que contribuyó a frenar la Guerra de Vietnám desde mediados de los 60. Convertida en un ágora a través de las décadas la Plaza de la Unión ha sido durante semanas el punto de la protesta contra el Estado mexicano y las manifestaciones de solidaridad con los normalistas de Ayotzinapa, por parte de grupos como Independent citizens of New York, Somos los otros NY, Mexicanos en la Ciudad de New York, #YoSoy132 NY, Occupy Wall Street Zapatista, Freedom Socialist Party, Comité de la campaña libertad para Nestora Salgado/Dr. José Manuel Mireles y presos políticos, y Solidaridad con las autodefensas. La tarde del 2 de noviembre cientos desafiaron ahí el frío del invierno neoyorquino escuchando discursos y demandas y acusaciones políticas concretas, poesía y emotivos testimonios de sobrevivientes de la violencia de Estado en Guerrero, que huyeron hacia Nueva York.
“Estoy aquí porque soy de Guerrero. Soy una de aquellas niñas que quedó huérfana de tres años”, dijo a Noticiero una joven mujer con la voz entrecortada; “la niña que encontró en su puerta a su padre muerto, en una de las calles… ¡Nadie supo quién fue!.. Una niña que creció y a la edad de 14 años fue secuestrada, violada, ultrajada…, estuve en coma. ¡Nadie hizo nada! ¡Nadie!. Escapé del hospital, para que no mataran a mi familia. Y tuve que viajar sola a los Estados Unidos, sin familia, sin nada”, declara, y termina por quebrársele la voz.
David Valle, candidato a doctor en biología molecular y uno de los organizadores de la ofrenda-protesta es también fundador de “Somos los otros NY”. Junto con miembros del colectivo la mañana siguiente entregaron a la Cónsul General de México en Nueva York, Sandra Fuentes-Berain, una carta dirigida al presidente de México, Enrique Peña Nieto, y a las más altas autoridades del poder judicial, militar y legislativo, entre otros, hasta el momento firmada por unas 12 mil 500 personas mayormente estudiantes y académicos en el extranjero, mexicanos y no mexicanos. La carta se deriva de varias semanas de asedio al Consulado de México para exigir justicia a los normalistas y castigo a los culpables del atentado, además de la renuncia de los titulares de las carteras de seguridad pública y otras dependencias del gabinete, y hasta del mismísimo presidente de México, Enrique Peña Nieto si el Estado mexicano es incapaz de resolver el conflicto que se conoce ya como “crimen de Estado”.
Como es de imaginar los transeúntes del pleno centro de Nueva York son en una buena proporción estadunidenses que por lo general no hablan español necesariamente, y mucho menos conocen el contexto del caso Ayotzinapa, salvo que saben, eso sí, que en México se vive una violencia salvaje y sin control. Previendo esta situación a la escritora mexicana, Malú Huacuja del Toro, cuya participación en el referido colectivo puede entenderse en estas tres palabras: Ayotzinapa Atenco México, se le ocurrió imprimir un legajo en inglés con razonamientos y artículos de contexto, que explican el sentido de la protesta que allí se realizaba y la relacionan con la violencia del Estado mexicano ejercida en 2006 contra otra lucha de comunidades agredidas y desplazas violentamente de sus propiedad colectiva por las autoridades para dar paso, por ejemplo, a la construcción de un aeropuerto en el ejido de San Salvador Atenco, Estado de México, cuando el actual Presidente mexicano, Enrique Peña Nieto era el gobernador de dicho estado.
Legajo: Fliers Ayotzinapa and Atenco Nov 2nd 14
Esos disturbios en los que intervinieron la Policía Federal Preventiva de México, la Agencia de Seguridad Estatal del Estado de México, la Policía Municipal contra los habitantes del pueblo de San Salvador Atenco, militantes del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT) y otros adherentes a La Otra Campaña del EZLN, dejaron como resultado el fallecimiento de Alexis Benhumea y Javier Cortés, así como la detención de 207 personas -entre ellas 10 menores de edad-, 146 detenciones arbitrarias, la expulsión de cinco extranjeros y quejas contra elementos policiacos por vejaciones y violaciones sexuales a 26 mujeres; y el encarcelamiento a los líderes de esa resistencia social, de acuerdo con una investigación de la Comisión Nacional de Derechos Humanos de México.
El legajo repartido entre los transeúntes en Union Square incluyó un artículo bien informado sobre el caso de los normalistas rurales, escrito para The New Yorker por Francisco Goldman. También viene una hoja con la carta dirigida al arquitecto del referido aeropuerto, Norman Foster, informándole sobre las consecuencias que traerá una nueva confrontación, por un desplazamiento violeto que derivará sin duda en más muertes. Como parte de esta estrategia de comunicación el panfleto incluye una sugerencia para ayudar al conflicto de Ayotzinapa desde el exterior, escribiendo una petición ya redactada como ejemplo, dirigida a la Secretaria de Turismo del gobierno federal mexicano, Claudia Ruiz Massieu Salinas (pariente del ex Presidente Carlos Salinas de Gortari y viuda de un Secretario cuyo asesinato se sospecha fue cometido también por el Estado mexicano), donde se le hace saber a la funcionaria que no viajarán para aterrizar en dicho aeropuerto, y las razones por las cuales han decidido no hacerlo.
Los discursos fluían y las conocidas consignas llenaban el frío espacio de la plaza, compitiendo con el aullido de las ambulancias, las patrullas y los carros de bomberos que pasan incesantemente por ahí. “¡Vivos se los llevaron! ¡Vivos los queremos!”, “Ayotzinapa somos todos”, “Fué el Estado”, etcétera, coreaban las consignas durante toda la tarde, ante una nutrida audiencia que presenciaba de pie el acontecimiento frente a la ofrenda o altar compuesto de pancartas y fotografías, con los nombres de los desaparecidos, y acusaciones al ex gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre Rivero, hoy destituido, y al ex alcalde municipal de Iguala, José Luís Abarca, responsable directo del crimen y hasta hy en la madrugada prófugo. En tanto, una joven mexicana dramatizaba el desgarrador poema de María Rivera, “Ahí vienen los Muertos”:
“Allá vienen
los descabezados,
los mancos,
los descuartizados,
a las que les partieron el coxis,
a los que les aplastaron la cabeza,
los pequeñitos llorando
entre paredes oscuras
de minerales y arena.
Allá vienen
los que duermen en edificios
de tumbas clandestinas:
vienen con los ojos vendados,
atadas las manos,
baleados entre las sienes”.
Entre la audiencia se hallaba el actor mexicano Gael García Bernal, quien tras ofrecer una breve entrevista donde prácticamente no dijo nada sobre el caso de Ayotzinapa, reusó apoyar públicamente la protesta y desdeño responder a otras entrevistas solicitadas por algunos comunicadores. Casualmente se hallaba entre la multitud, del otro lado del altar compuesto también de velas y flores y tierra que semejaba una tumba colectiva, el cantante de Calle 13, René Pérez Joglar, comúnmente conocido como Residente. Cambiaba palabras animadamente con cuanta persona se le acercaba a platicar. En el momento de solicitarle una entrevista sonó su teléfono y tras fijarse quien era atendió rápidamente la llamada. Volvió para disculparse y declinar la solicitud, porque dijo que su mujer y su hijo -recién nacido- lo esperaban en alguna parte de la ciudad. Pero se enganchó en la primera pregunta y contradiciendo su propia orden contestó con humildad: “Pues estoy por aquí porque tuve curiosidad de saber de que se trata esta lucha”, dijo. Y continuó con algo de vehemencia: “Porque también está pendiente la lucha que tenemos por la liberación de Oscar López… yo sé que los boricuas hacemos muchas manifestaciones desde acá, porque obviamente desde aquí es que se hacen, para que sean escuchadas; pero no sabía que estaba pasando esto aquí. Yo voy a tocar ahora en México, el 22 (de septiembre) en el Palacio de los Deportes, y estaba pensando que estaría bueno tener gente…, mexicanos. No yo, para no asumir esa… aunque puedo decir lo que pienso pero me gusta más la idea de traer invitados de México mismo y que hablen. Y que todos esos jovencitos que nos escuchan –a Calle 13- conecten con lo que está ocurriendo, que es algo super trágico, triste, que ha ocurrido en Latinoamérica, en diferentes décadas, y que este país es especialista haciéndolo pero lo hace muy bien y nadie se entera”.
A las familias de los jóvenes normalistas Residente se refirió: “Qué te puedo decir, hermano, yo acabo de tener un hijo, que tiene dos meses; debe ser tan triste y tan doloroso… Es una pena y una lástima, tener a tu hijo, guiarlo, cuidarlo desde que nace y educarlo con buenos ideales y enseñarle a defender sus ideas; y que luego por defender esas ideas que le enseñaste a defender lo desaparezcan. Eso tiene que ser tan doloroso…, que nada, que ojala se pueda hacer justicia. Aunque la justicia no va a calmar el dolor, pero…. Inclusive aunque se haga justicia va seguir siendo injusto porque van a seguir desaparecidos y…, pues nada, los recordaremos, y que sirva como modelo, de ejemplo, para que no siga ocurriendo”.
“Allí vienen los que se perdieron por Tamaulipas,
cuñados, yernos, vecinos,
la mujer que violaron entre todos antes de matarla,
el hombre que intentó evitarlo y recibió un balazo,
la que también violaron, escapó y lo contó viene
caminando por Broadway,
se consuela con el llanto de las ambulancias,
las puertas de los hospitales,
la luz brillando en el agua del Hudson.
Allá vienen
los muertos que salieron de Usulután,
de La Paz,
de La Unión,
de La libertad,
de Sonsonate,
de San Salvador,
de San Juan Mixtepec,
de Cuscatlán,
de El Progreso,
de El Guante,
llorando,
a los que despidieron en una fiesta con karaoke,
y los encontraron baleados en Tecate.
“He pasado momentos muy difíciles, y en este momento en que me encuentro, en la situación de que tengo que llamar a mi madre, tengo que llamar a mis hermanos, que son estudiantes en Guerrero…, y pensar que mañana no voy a hablar con ellos”, dijo la muchacha de Guerrero, con lágrimas en los ojos rodando por sus mejillas y la voz apagada por el llanto. “Es terrible continuó-, si la gente se pusiera siquiera la mano en el corazón, para unirse y apoyarnos. Hay gente como mis padres, como mi madre y mis hermanos, que su único sustento está aquí (EU), y somos nosotros. La gente se burla y dice, ‘¿Por qué no van y se unen, y matan a los criminales’. Como si fuera tan fácil. ¡No es fácil! Y nadie se puede ni imaginar el dolor, como decía la muchacha horita, en el escrito que tenía”.
“Allí viene al que obligaron a cavar la fosa para su hermano,
al que asesinaron luego de cobrar cuatro mil dólares,
los que estuvieron secuestrados
con una mujer que violaron frente a su hijo de ocho años
tres veces.
¿De dónde vienen,
de qué gangrena,
oh linfa,
los sanguinarios,
los desalmados,
los carniceros
asesinos?
Allá vienen
los muertos tan solitos, tan mudos, tan nuestros,
engarzados bajo el cielo enorme del Anáhuac,
caminan,
se arrastran,
con su cuenco de horror entre las manos,
su espeluznante ternura.
Se llaman
los muertos que encontraron en una fosa en Taxco,
los muertos que encontraron en parajes alejados de Chihuahua,
los muertos que encontraron esparcidos en parcelas de cultivo,
los muertos que encontraron tirados en la Marquesa,
los muertos que encontraron colgando de los puentes,
los muertos que encontraron sin cabeza en terrenos ejidales,
los muertos que encontraron a la orilla de la carretera,
los muertos que encontraron en coches abandonados,
los muertos que encontraron en San Fernando,
los sin número que destazaron y aún no encuentran,
las piernas, los brazos, las cabezas, los fémures de muertos
disueltos en tambos”.
“Cuando escucho las ambulancias”, continua diciendo y llorando la muchacha del testimonio desgarrador, “cuando miras los hospitales, cuando miras estas cosas. Todo se te viene encima, todas tus memorias… ¡tu vida es un desastre! ¿Será que se aprende a vivir con dolor? Porque yo no lo he aprendido después de 17 años… Es todo lo que tengo que decir”, y guardó un silencio más frío que el invierno de esa tarde en Nueva York”.
“Allá van
María,
Juana,
Petra,
Carolina,
13,
18,
25,
16,
los pechos mordidos,
las manos atadas,
calcinados sus cuerpos,
sus huesos pulidos por la arena del desierto.
Se llaman
las muertas que nadie sabe nadie vio que mataran,
se llaman
las mujeres que salen de noche solas a los bares,
se llaman
mujeres que trabajan y salen de sus casas en la madrugada,
se llaman
hermanas,
hijas,
madres,
tías,
desaparecidas,
violadas,
calcinadas,
aventadas,
se llaman carne,
se llaman carne”.
Cayó la tarde y se fue esparciendo la audiencia con la luz menguante, los transeúntes se hicieron escasos y el colectivo levantó el altar a los muertos. Sólo las veladoras seguían ardiendo, ganándole escasamente algún espació mínimo a las sombras, que comenzaban a arropar en silencio el parque de la Unión. Maña habría que entregar la carta a la cónsul, maña sería otro día. Otra causa seguramente contra la injusticia ocuparía la plaza al día siguiente, como curre todos los días en este lugar.
Antes de retirarse Residente retomó la necesidad de referirse a la la violencia como un suceso que pasa en todas partes: “No, no, no, eso pasa también aquí, pasa en todas partes, y eso es lo que a mi me molesta. Como te dije, aquí lo hacen muy bien, y poca gente se entera. En Puerto Rico han desaparecido un montón de estudiantes, en diferentes décadas, y nadie se entera… eso no importa porque Puerto Rico es una isla pequeña; pero pasa, y viene de aquí también. Pasa en todos los países, no sólo en Latinoamérica. Pasa aquí en los Estados Unidos. Lo que pasa es que acá tienen más equipo”, jejeje, sonríe irónico, “y tienen wi fi”, y se marchó.
“Allá
sin flores,
sin losas,
sin edad,
sin nombre,
sin llanto,
duermen en su cementerio:
se llama Temixco,
se llama Santa Ana,
se llama Mazatepec,
se llama Juárez,
se llama Puente de Ixtla,
se llama San Fernando,
se llama Tlaltizapán,
se llama Samalayuca,
se llama el Capulín,
se llama Reynosa,
se llama Nuevo Laredo,
se llama Guadalupe,
se llama Lomas de Poleo,
se llama México.
Trascendió que las autoridades de seguridad pública estatales y municipales en Iguala dimitieron también, a causa del conflicto con los normalistas. Fueron sustituidas por otras. Entre tanto. Desde la legendaria Plaza de la Unión, los familiares de los 43 desaparecidos escucharon seguramente este domingo el grito de solidaridad con su causa, la causa que se ha hecho de todos, porque TodosSomosAyotzinapa hoy.
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