De la redacción
El Covid-19 continúa creciendo en Estados Unidos. Entre tanto, crece paralelamente la necesidad de volver a la “normalidad”, que nunca volverá a ser igual que antes. Y es así porque más allá de las carencias que esta pandemia desnudó, en términos de la persistente falta de insumos y suficiente personal médico para atender a los enfermos; retrasos, errores y abusos en los pagos de compensación por desempleo; y la falta de una estrategia nacional para hacerle frente a este virus de una manera coherente, comienza a perfilarse ya un problema de trascendencia aún mayor, y de más larga duración: los estragos en la salud mental.
Aprovechando que transcurre el mes sobre la concientización de la salud mental continuamos aquí con este tema, que abordamos en programas recientes; porque “un desolador cuadro de salud mental se ha comenzado a formar ya en la población, y no se ha documentado públicamente tanto como el relativo a los efectos en la economía y la salud física, pero que está complicando aún más esta crisis de coronavirus de por sí severa.
Y es que “la angustia financiera y el aislamiento social debido a la crisis del coronavirus han desencadenado una ola de sufrimiento mental y emocional sin precedentes”, dice Samuel Orozco, Director de Noticias de Radio Bilingüe, en el programa de Línea Abierta que habitualmente conduce. Y este problema está golpeando con severidad a las comunidades menos protegidas, como son las familias inmigrantes latinas.
Una eminente conocedora de los problemas de salud mental conectados a las familias latinas es la Dra. Vilma Reyes, catedrática y sicóloga clínica del Departamento de Siquiatría en la Universidad de California en San Francisco (UCSF), quien traza aquí un análisis del tema y brinda algunos consejos para navegar “las aguas turbulentas de la crisis del coronavirus».
La incertidumbre sobre el futuro inmediato por la falta de trabajo, el encierro y la histórica inequidad en el reparto de recursos y soluciones a las crisis se levantan como importantes desafíos para la salud mental de las familias latinas.
La pandemia del coronavirus, nos dice la Dra. Reyes, vino entre otras cosas «a romper las estructura cotidianas de las familias. Los niños no van a la escuela ni ven a sus amigos, y guardan el confinamiento en espacios reducidos de sus casas», a fin de evitar la propagación del contagio. Esto reflejan ya, entre otras cosas, tasas más altas de violencia infantil.
Sin embargo, la historia de inequidad social, las fuertes y peligrosas luchas en sus países de origen, que tantas veces los hacen emigrar a estas tierras, ha desarrollado en las familias latinas «una resistencia o resiliencia, y una flexibilidad para adaptarse a este nuevo desafío, que les recuerda su lucha por la sobrevivencia» en sus países de origen.
Ante esto, la Dra. Reyes afirma que dicha experiencia debe aprovecharse, con alguna orientación profesional, para sobreponerse a la pandemia. «Escuelas y agencias comunitarias se han convertido en los mejores aliados para estas familias, brindando ayuda para comida, el alquiler de sus viviendas y servicios de Internet para los hijos en casa».
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Como condición para mantener un estado aceptable de higiene mental, sostiene la Dra. Reyes, es importante “encontrar nuevas rutinas, y mantenerlas”. Aprovechar por ejemplo «los tiempos de comida juntos, realizar ejercicios físicos, caminar con sus hijos incluso alrededor de la casa, YouTube tiene muchos ejemplos…, porque esto incrementa la conexión familiar, que es sumamente importante, aprovechando las circunstancias”.
Otras actividades, como «disfrutar una canción juntos, o un programa de televisión, y hacer ejercicios de respiración profunda para conseguir relajarse… Hay mucha sabiduría en los padres y abuelos que se puede aprovechar para sobreponerse a la crisis”.
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Por otro lado, en medio de esta pandemia de coronavirus existen riesgos tipificados para las madres primerizas. Abrumadora ansiedad, inquietud, soledad, son algunasde las preocpaciones que llegan a perturbar a veces a estas mujeres que se preparan para traer a un nuevo ser a la vida.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, una en cada 5 mujeres experimenta trastornos mentales antes y después del parto, y sólo menos del 15 por ciento recibirán un tratamiento adecuado, apunta Orozco.
“Es algo como la depresión post trauma. La conversión en madre es uno de los retos más difíciles de la vida, y más aún en este nuevo contexto, con apoyo más limitado, teniendo que guardar confinamiento y distanciamiento social”, señala por último la Dra. Reyes, y recomienda reconocer cuáles son los factores de riesgo e incrementar el conocimiento en base a la educación sobre lo que una nueva madre o una mujer embarazada necesita.
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