Maribel Hastings
Washington, DC
El presidente Donald Trump quiso ir a bailar a la casa del trompo. Fue a El Paso, Texas, a proclamar los “beneficios” del muro pretendiendo saber más al respecto que las autoridades y los residentes de esa ciudad fronteriza.
Y lo que es peor, lo hizo con falsedades y exageraciones. Incluso su nuevo eslogan de campaña, utilizado en el evento de ayer, es Finish the Wall (Termina el Muro), cuando ni siquiera ha comenzado a levantarlo. Tampoco dijo que el tentativo acuerdo presupuestario anunciado anoche mismo sólo le concede casi mil 400 millones de dólares, de los 5 mil 700 que solicitó para su muro.
Trump fue recibido por una marcha encabezada por el excongresista de Texas por El Paso, Beto O’Rourke, quien además se perfila como uno de los potenciales aspirantes a la nominación presidencial demócrata.
Tanto O’Rourke como funcionarios de El Paso han desmentido las declaraciones de Trump en torno a la efectividad de las barreras. O’Rourke declaró que esta ciudad es una de las más seguras del país, “no por muros, sino a pesar de los muros”. Y señaló: “Es segura porque nos tratamos unos a otros con dignidad y respeto”.
Pero Trump, quien para efectos prácticos arrancó anoche su campaña de reelección con la inmigración, otra vez, como tema central, siguió cacareando las mismas falsedades pronunciadas en su discurso sobre el Estado de la Unión, de que El Paso era una de las ciudades más “peligrosas” de Estados Unidos y que todo cambió inmediatamente cuando se colocaron bardas en sectores de la frontera. La realidad es que el nivel de criminalidad en El Paso bajó antes de que se instalaran vallas y, de hecho, durante y después de instaladas, la tasa de delincuencia tuvo otro repunte momentáneo.
Trump sigue utilizando la muletilla de las caravanas para perpetuar la falsa idea de que nos invaden millones de migrantes. Los que han arribado a la franja lo hacen buscando asilo en Estados Unidos, tras huir de la violencia que plaga sus países centroamericanos. Legalmente pueden presentarse en los puertos de entrada y solicitar asilo, pero la administración ha cambiado las políticas de asilo para hacerlo no sólo cada vez más difícil, sino imposible.
Y sigue señalando que todo el que cruza por esa frontera es un criminal o un pandillero, ignorando que más de 50 por ciento de los cruces reportados son de familias y niños.
Pero de la crisis que él ha mismo creado, separando familias y literalmente extraviando niños que todavía no son reunidos con sus padres, no dice nada. Tampoco dice que más de la mitad de los indocumentados no ingresaron por la frontera, sino por aeropuertos y otros puertos de entrada y permanecen aquí una vez expirados sus visados.
Insiste en que el muro detiene el tráfico de drogas, pero no menciona los túneles subterráneos que los muros no detienen, ni que los intentos de ingresar la droga a Estados Unidos se hacen en vehículos, camiones o trenes de carga.
El presidente ha fabricado una crisis para mantener así el apoyo de ese sector de estadunidenses que le cree todas sus falsedades y que espera les cumpla la promesa de levantar el muro; aunque, a decir verdad, ya no se las cumplió, pues México no pagará por la barda. Lo haremos los contribuyentes, si es que finalmente Trump consigue que el Congreso se lo financie.
Y si no, no sería extraño que utilice sus poderes ejecutivos para financiar el muro con otras partidas presupuestarias, como por ejemplo las destinadas al manejo de desastres, quitando los fondos a jurisdicciones afectadas, como el caso de Puerto Rico tras el huracán “María”.
Todo sea por dar la percepción de que está peleando por el muro. Sólo quiere masajear su ego.
Lo peor es que tiene dos caras. Por un lado, se declara enemigo de los indocumentados y paraliza el gobierno presionando por su inútil muro. Por el otro, sus negocios contratan indocumentados con conocimiento de causa, según reportes de prensa, que también aseguran que no sólo los contrataba, sino que en muchas instancias les habrían procurado documentos falsos para que trabajaran.
El nivel de cinismo e hipocresía de este presidente en materia migratoria ha alcanzado niveles estratosféricos.
Anoche se anunció un acuerdo tentativo entre los legisladores de ambas cámaras del Congreso que negocian un plan presupuestario antes de este viernes, cuando vence la medida temporal que reabrió el gobierno tras 35 días de cierre por el muro de Trump.
Diversos reportes de prensa establecen que el lenguaje otorgaría casi mil 400 millones de dólares para vallas fronterizas, menos de los mil ,700 millones que pedía Trump. Es decir, le están ofreciendo lo mismo que rechazó en un principio y que provocó el cierre gubernamental más largo de la historia de este país.
No se sabe todavía si Trump aceptará el acuerdo, lo torpedeará o sacará fondos de otros programas para construir su muro.
Lo que sí se se sabe es que, como en 2016, los inmigrantes vuelven a ser el chivo expiatorio favorito de Trump en su campaña de reelección en 2020.