Trump facilita la guerra de palabras con los gobernadores

De la redacción

La pregunta que se hace el país, que ha sufrido la pérdida de 30 mil vidas por Covid-19, y que sin embargo en algunos estados se comienzan a ver quizás las primeras señales de tregua de la pandemia, es ¿cuándo se volverá a la normalidad? O a la nueva normalidad. Porque muchos piensan que nada volverá a ser como antes. Es decir, cuándo la actividad económica reabrirá sus puertas. Presentamos aquí sólo algunos pocos rasgos de lo que ocurre aal respecto en dos estados, que representan las mayores contribuciones económicas a la federación (aproximadamente el 25 por ciento); California y Nueva York.

Muchos empresarios, comerciantes y corporaciones que en Estados Unidos se hallan al borde de quiebra, si es que no están en ella ya, y muchos trabajadores necesitan trabajar urgentemente porque el dinero prometido del rescate económico del coronavirus, de 2.3 millones de millones de dólares que aprobó el Congreso hace semanas todavía tardará en llegar; sobre todo para aquellos que no tienen una cuenta con el Servicio de Rentas Internas, IRS, a través de la cual reciban sus pagos y reembolsos, en este caso su cheque de mil 200 dólares y luego el dinero por desempleo; esos tendrán que esperar algunas semanas más para que les llegue el dinero por correo, luego de que los políticos amarren sus respectivas tajadas del paquete y las grandes corporaciones también.

Por un lado, las ventas minoristas en Estados Unidos muestran la mayor caída registrada. Pero tiendas de comestibles, farmacias y otros vendedores esenciales experimentaron un leve aumento, que sin embargo fue contrastado por una disminución drástica en otras categorías del comercio. El presidente Trump, que se movilizó para detener la ayuda financiera a la Organización Mundial de la Salud, amenazó con crear nuevas divisiones globales. Y Bill Gates, quien siempre hace todo lo posible para evitar meterse en política, calificó la decisión de Trump «tan peligrosa como parece», de acuerdo con The New York Times.

En la ciudad de Nueva York, el alcalde Bill de Blasio dijo en conferencia de prensa que el virus “le ha costado a la ciudad unos 10 mil millones de dólares hasta el momento”. La ciudad, que según un nuevo recuento de los muertos ha perdido la vida de poco más de 10 mil personas, “no podrá proporcionar servicios básicos y tener una sociedad normal» sin la ayuda del gobierno federal. Pero agregó que “No permitiremos que ningún neoyorquino pase hambre», y anunció un programa de distribución de alimentos de 170 millones de dólares.

Varias veces al día los neoyorquinos están recibiendo mensajes de texto en sus teléfonos con el anuncio de la Ciudad de que se están realizando entregas a domicilio de raciones de comida, además de que existen centros de acopio para que las personas que lo necesiten acudan por los alimentos. Y ma Autoridad Metropolitana de Transporte (MTA), anunció que donará 500 mil dólares a la familia de cada uno de sus trabajadores que haya sido «asesinado por virus».

En tanto, en uno de sus más recientes actos de egolatría y de campaña de reelección, el presidente de Estados Unidos acaba de salir con la novedad de que quiere que los cheques del paquete de estímulo económico de 2.3 millones de millones de dólares que aprobó el Congreso para paliar los efectos del coronavirus le lleguen al contribuyente con el nombre de Trump impreso en ellos. Como si el dinero fuera de él, y no del contribuyente, como en realidad es.

Los demócratas, como el líder de la minoría en el Senado, el neoyorquino Charles Schumer dijo a la televisión que “eso no dice la Constitución”, y otros que también se han expresado en contra afirmaron que eso no será posible, y se preparan para una nueva batalla, en lugar de concentrarse en la guerra contra la pandemia.

En otro acto de bravuconería y falta de sentido común, de lógica elemental, el mandatario reclamó desde la Casa Blanca poderes absolutos para él, como si tratara de un vil dictador. Se le olvida que esta es una república.

Dijo: “El presidente de Estados Unidos tiene todo el poder”, sobre los gobernadores, en referencia al calendario de reapertura de la economía en los estados de la nación, que los gobernadores ejercerán en sus respectivas entidades federativas a la hora que lo decidan y a condición de que la pandemia de coronavirus esté controlada; que a todos sus constituyentes se les haya aplicado una prueba de Covid-19, aún a los que no muestran síntomas, para saber dónde están los que han contraído el virus y aislarlos; para hospitalizarlos y tratarlos adecuadamente, y además hasta rastrear a las personas que tuvieron contacto con ellos. Así mismo, los hospitales deberán tener los suministros y el personal médico suficiente para garantizar que todos los infectados reciban un tratamiento adecuado y exitoso, y también para evitar un rebrote de la pandemia, cuya segunda oleada o regreso, de acuerdo con la prensa nacional de hoy miércoles ya se perfila en el horizonte.

California necesita aumentar las pruebas, proteger a los residentes de alto riesgo de infecciones y expandir la capacidad del hospital antes de que el estado pueda comenzar a modificar la orden sin precedentes de permanecer en el hogar que impuso hace un mes y volver gradualmente a una sensación de normalidad, dijo el gobernador Gavin Newsom de acuerdo a Los Angeles Times.

El gobernador de California, estgado con apenas 790 muertes a causa del Covid-19 por haber sido el primero que ordenó la medida de permanecer en casa, entre otras, Gavin Newsom dijo a televisión ayer martes, apoyado en sus funcionarios de salud pública, que California “debería esperar a que las cosas se vean muy diferentes”, antes de pensar en poder volver a los espacios públicos”. Los restaurantes, “probablemente volverán a abrir sin algunas de sus mesas. Los meseros pueden estar usando máscaras o guantes, y los menús pueden ser desechables”.

Y agregó que las escuelas «pueden reabrir transformadas, sin grandes reuniones para almuerzos grupales, ni reuniones masivas», como grandes conciertos o eventos deportivos; esos sí dijo que los estudiantes “seguramente no volverán hasta que haya inmunidad colectiva y lleguemos a una vacuna».

Y sobre las prolongadas restricciones establecidas para combatir la propagación del coronavirus, Newsom dijo que «Quiero que sepan que no es así, que no será un estado permanente… Reconocemos que las consecuencias de las órdenes de quedarse en casa tienen un profundo impacto en la economía, el presupuesto personal de su hogar, sus perspectivas personales en su futuro».

Al respecto el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo mantiene una posición similar. Ante al anuncio que hicieran el fin de semana el alcalde de Blasio y el Secretario de Educación de la ciudad, el mexicoamericano Richard Carranza, acerca de que los alumnos volverían a clases tal vez en septiembre, Cuomo dijo que eso no está determinado todavía; que las escuelas volverán a abrirse cuando las condiciones lo permitan, basados en las recomendaciones de los científicos y del Gabinete estatal de salud. Y que él pensaba que la economía reabriría sus puertas paulatinamente, según lo vaya dictando la realidad.

En cuanto a las declaraciones de Trump, de que el presidente tiene poder absoluto para ordenar que los negocios abran sus puertas en los estados, Cuomo dijo que Trump “no es un rey”, y que no tiene la facultad de ordenar en el estado. Que puede castigar a Nueva York cerrando la llave de la ayuda federal que por ley le corresponde a los estados, como lo hace con frecuencia cada vez que Nueva York y otros estados reclaman su autonomía constitucional, sobre todo aquellos con políticas de Santuario, y que puede también sugerir algunas cosas. Pero que en definitiva, como Estados Unidos se trata de una sociedad de libre mercado, ningún negocio puede legalmente ser obligado a abrir sus puertas si así no lo desea■

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