Crece la devastación causada por más de 15 incendios forestales en el norte de California, uno de los peores incendios en la historia del estado. Miles de casas han sido destruidas y docenas de miles de residentes han sido evacuados, y hasta la maña de hoy (10/13/17) se reportaban al menos 31 decesos. Entre las familias trabajadoras refugiadas en centros de evacuación crece también la incertidumbre, al no saber si recuperarán sus pertenencias y sus trabajos. La preocupación se agrava ante la falta de información de emergencia en español para asistir a los damnificados. Ricardo Ibarra platicó con una familia alojada en un albergue de Santa Rosa, ciudad duramente afectada por este desastre.
“Fue el lunes como a la una de la mañana. Estamos dormidos. Mi esposo escuchó ruido y se despertó… miró por la ventana y vio la lumbre que estaba encendida en nuestra yarda”
Sulema Flores Zepeda tiene 38 años, es originaria de Santa Rosa, hija de padres mexicanos. Recuerda con tristeza los dramáticos momentos que le tocó vivir junto a su familia, dijo:
“Pues nos despertó a todas, allá en la casa; estaba mi mamá, y mi hermana nos despertó y nos dijo: ‘Nos tenemos que ir porque afuera de la casa hay lumbre y viene rápido por el viento’”
Con ráfagas de hasta 60 millas por hora el fuego fue devorando una casa tras otra, Sulema tomó los papeles importantes, su computadora, y con lo que tenía puesto salió de prisa a la calle.
“Pánico. Pánico. Miedo. Salimos de la casa, sentimos el calor del fuego… el viento. Decidimos llevarnos la camioneta y el carro de mi hermana y ya nos subimos y en la calle se miraban las brasas, y con el viento se miraba como un río de brasas”
El fuego cruzó el área rural del condado de Sonoma incendiando la zona urbana del norte de Santa Rosa, donde ha habido al menos 9 muertos; miles de evacuados y hasta 240 personas reportadas desaparecidas. Esa trágica madrugada Sulema y su familia se refugiaron en casa de amigos y después con unos parientes. Como miles de damnificados, visitan refugios temporales instalados en escuelas, iglesias y centros comunitarios donde les dan algo de comida, ropa y papel higiénico. Y aún vive con la incertidumbre, sostiene Sulema:
“Pues… ahorita no sabemos cómo vamos a recuperar todo. Ahorita vamos a tratar de ver lo que está pasando con la lumbre, que todavía está quemando; y de allí, pues a seguir adelante”
En otro refugio se encuentra Nico, un trabajador inmigrante, quien aunque su casa no se quemó aun no puede regresar porque está en una zona bloqueada por las autoridades. Se dedica a la construcción, pero su lugar de trabajo también está en una zona evacuada y vive en la incertidumbre de cómo podrá obtener empleo.
“El trabajo está perdido total, íbamos a iniciar un trabajo aquí por el Montecito, y pues se perdió todo”
Los que tiene la suerte de trabajar ahora que son los últimos días de la cosecha de uva para los selectos vinos del norte de California, tiene que aguantar el aire contaminado por los incendios fuera de control en los condados de Napa, Sonoma, Mendocino y Yuba, afirma José Tamayo.
“Si, me ha tocado trabajar así, con el humo. No, pues insoportable, se te irritan los ojos y lamentablemente a veces no puedes trabajar aunque tengas el tapaboca”
Ya declarado el estado de emergencia, la información en español era muy escasa incluso en las oficinas gubernamentales. Ante esta carencia y para ayudar a las familias monolingües los vecinos organizaron una red de traductores voluntarios, afirma Jazmín Gudiño, una de las traductoras:
“Creo que las personas que trabajan en el condado o en la ciudad, que son anglosajonas, tiene buenas intenciones pero no siempre se les viene a la mente la comunidad hispana”
Cuando por fin los incendios sean controlados, todavía muchos aún no tienen claro cuándo recibirán ayuda federal o estatal ni cuáles serán los requisitos para recuperar total o parcialmente sus propiedades y sus negocios, o si recibirán subsidios para la renta. Pero hay otros que ni siquiera pueden hacerse esa pregunta.