Un reputado centro de estudios económicos recién descubrió que los salarios y condiciones laborales de los trabajadores huésped son tan bajos como los de los trabajadores indocumentados. Que contar con estatus temporario legal no les ayuda a conseguir mejor trato en el trabajo ni elevar su nivel de vida. ¿Por qué pasa esto? ¿Qué se hace por dar a estos trabajadores contratados garantías que los protejan de la explotación y las represalias? Estas y otras preguntas son abordadas por los invitados de Línea Abierta, como un programa de la serie especial de Radio Bilingüe, Voy Contratado, Derechos del Migrante en Radio, realizada con apoyo parcial de la Fundación John T. and Catherine D. Macarthur.
Muchas personas usan los programas de contratación de trabajadores huésped desde el extranjero como ejemplo de buena migración. Los políticos, que se resisten a legalizar al trabajador indocumentado, proponen a lo sumo mejorar los programas de braceros.
Por su parte los trabajadores migrantes que viven en el exterior anhelan conseguir visa de contratado para ganar dólares y seguridad en Estados Unidos. Incluso hay indocumentados que han llamado a este programa de Línea Abierta para reportar lo que consideran una vida de grandes beneficios para el migrante contratado de fuera. Sin embargo, al dedicarse a investigar a los trabajadores huésped algunos economistas encontraron que la realidad es muy diferente.
El Instituto de Investigaciones Políticas y Económicas (EPI) descubrió por ejemplo que el trabajador contratado vive muchas veces tan mal pagado como el trabajador indocumentado. Que los salarios y las condiciones de trabajo del migrante contratado son muy semejantes a las del indocumentado, sumidos ambos en la escala más baja del mercado de la fuerza laboral de este país.
¿Por qué pasa esto? ¿Qué se hace por dar garantías que protejan de la explotación y la represalia a los trabajadores contratados en el extranjero?
Tanto el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) como el Departamento del Trabajo recién publicaron las reglas vigentes para el programa H-2B, con las nuevas protecciones laborales.
El Director del Instituto de Investigación de Leyes y Políticas de Inmigración, interesada en los estándares laborales en Estados Unidos, Daniel Costa señala que “ha sido difícil estudiar el impacto de los trabajadores con visas H2A y H2B en la fuerza laboral del país… Hay pocos datos buenos para hacer tales estudios”.
Sin embargo Costa sostiene que no han dejado de seguir intentando conocer cada vez mejor este tema: “Nos importa que los trabajadores tengan derechos, sin importar su estatus jurídico… Nuestro instituto investiga y propone políticas públicas sobre los salarios, el mercado laboral, el desempleo… es un área que nos interesa en términos de migración laboral… queremos investigar el estatus migratorio y su impacto en el área del trabajo, y el estatus económico de las personas, el valor en este estatus…”.
El estudio señala también que los que no tienen documentos migratorios o visas de trabajo y los que sí los tienen comparten los mismos problemas en el trabajo: “Ambos grupos tienen miedo a las represalias de sus patrones, y por lo tanto temen quejarse de malas condiciones laborales”.
No sólo eso. Costa sostiene que los indocumentados mantienen incluso más ventajas que los trabajadores con visa H2B. “La mayoría no pagan cuotas de reclutamiento y si no les gusta un trabajo pueden buscar otro patrón que les pueda dar trabajo. Porque las visas de estos trabajadores, las H2 están controladas por los patrones, por lo que no se pueden ir con otro empleador que les ofrezca más dinero. Si un trabajador H2 es despedido tiene que dejar el país, o se vuelve indocumentado y puede ser detenido por las autoridades”.
Otro de los hallazgos del estudio es que ambos grupos de trabajadores se hallan en un nivel salarial más bajo que los residentes legales permanentes, o con Green Card. “Y otra cosa que vimos es que los trabajadores H2A ganan un poco más de dinero en relación a los que tienen H2B y los que están sin papeles; porque se tiene que considerar que el patrón les paga la vivienda porque es su obligación por ley. Eso es más o menos lo que encontramos en el estudio”, indica Costa.
Otra invitada de Línea Abierta es Adarely Ponce, miembra del Comité de Defensa del Migrante, en Hidalgo, México. Es una trabajadora que ha venido a Estados unidos a trabajar con visa H-2B y que ha sido defraudada no una sino en varias ocasiones. Desde su ciudad natal en Hidalgo cuenta que la primera vez que vino a Estados unidos, allá por 2003, vino atraída por las ventajas económicas prometidas por el reclutador; pero que desde que llegó a este país comenzó a notar que la realidad era muy diferente a como lo esperaba.
“Cuando llegamos a allá pues no, nada que ver. Para empezar, pues…, está uno batallando con lo que es el idioma, y después el círculo del trabajo… se me hizo difícil…”.
Adarely afirma que en cuanto al salario, “sí nos pagaron lo que era… lo que no me gustó fueron las condiciones de la vivienda. Porque en una ‘traila’ vivíamos 16 mujeres, y nomás teníamos un ‘refri’, y una estufa… se hacía algo difícil estar conviviendo con tantas mujeres en una misma casa. Y luego vivíamos en unos cuartos que eran dos literas, y pues ahí sí éramos como cuatro en un cuartito, así que se imaginará… Eso es lo que más me molestó, de ahí en fuera todo bien”.
No obstante Adarely fue estafada en varias ocasiones, y los detalles y el desenlace de su experiencia como trabajadora extranjera en este país, o las reglas que el gobierno acaba de anunciar y las garantías que se fijan para el trabajador huésped en la ley puede escucharlas en el enlace de abajo:
Immigration Law and Policy Research, Economic Policy Institute, Washington, DC,