De la redacción
A medida que se acorta la distancia con el 3 de noviembre el presidente Trump intensifica su discurso antinmigrante, en medio de una tenaz pandemia de covid-19 que golpea a los trabajadores y limita la habilidad de los empleadores para mantener a flote sus negocios. Esta vez afecta a la industria de las carreras de caballo del Derby de Kentucky, que se preocupa por la inminente escasez de mano de obra, o sea de inmigrantes que entrenan y cuidan caballos, muchos de ellos indocumentados.
El Derby de Kentucky es el principal evento de carreras de caballo en el mundo. Pero por la escasez de mano de obra que se avecina debido a la suspensión del gobierno federal en marzo para ciertos tipos de visas de trabajo, las H-2B, “ha agregado incertidumbre a un negocio que depende en gran medida de una fuerza laboral inmigrante”, reporta Prensa Asociada (AP).
Las dificultades de los dueños de caballos que participan en dicha competencia ecuestre, para planear con certeza sus actividades en el corto y mediano plazos los están haciendo dudar de seguir con sus negocios; pues nada les garantiza que podrían obtener ganancias si no contratan a los inmigrantes que tradicionalmente asumen las tareas de cuidado y entrenamiento de sus animales, y que comúnmente son traídos al país a través del programa de visas H-2B.
Dale Romans, el segundo entrenador con más victorias en la historia de Churchill, planteó el problema sin rodeos, dice la fuente: “Cuando la gente no puede entrar al país y nadie más da un paso al frente para asumir las tareas cruciales de alimentar y cuidar a los caballos, no hay nadie ahí fuera para hacer el trabajo».
Como se sabe, esta es una problemática que no es exclusiva de la industria ecuestre, pues ocurre también en otras ramas laborales como la agricultura, principalmente, el comercio, el transporte, los servicios, etcétera. Sin embargo, los trabajadores inmigrantes son los más fustigados por las políticas antinmigrantes de Trump, a pesar de que el propio presidente los explota en sus propios negocios, como se reveló el año pasado con las camareras indocumentadas que trabajaban en el resort de Mar-a-lago en La Florida.
Muchos empleadores en la industria ecuestre confían en proveer mano de obra inmigrante legalmente traída con visas H-2B; pero se sabe que muchos trabajos los hacen los indocumentados, ya que la demanda de visas a menudo supera el límite establecido por el programa, que es de 66 mil migrantes al año.
Así que la prohibición de visas hasta fin de año y la pandemia han hecho que “cruzar la frontera sea más desafiante, y los arrestos por cruces ilegales en la frontera mexicana han caído muy por debajo de los niveles del año pasado”, sostiene AP.
“El trabajo es todos los días, durante todo el año, sin concesiones por mal tiempo o una pandemia. En los ajetreados días previos al Derby, los trabajadores de la parte trasera de Churchill Downs se despiertan temprano en la mañana para comenzar a preparar los caballos para las próximas carreras”.
Generalmente los trabajadores encargados de cuidar a cuatro o cinco caballos cada uno, además “limpian y abren los puestos, pasean a los caballos después de los entrenamientos duros y se aseguran de que estén sanos y alimentados”, dice la fuente.
Pero las condiciones y los bajos salarios en dicha industria preocupan a defensores como Evy Peña, directora de comunicaciones del Centro de Derechos de los Migrantes. “En los últimos dos años, se ordenó a dos centros de capacitación que pagaran a los trabajadores migrantes decenas de miles de dólares por salarios perdidos y malas condiciones de vida”.
Además, la situación de la pandemia ha elevado los riesgos en los entrenamientos de pista, por lo que “deberían hacer más para proteger a los trabajadores”. Pues los entrenadores deben trabajar con menos caballos y eso “afecta la venta y cría de caballos, así como el número de caballos que acaban en el hipódromo”.
Por otro lado, las solicitudes de visas de trabajo de la industria de las carreras son superadas en número por los solicitantes en las industrias de la hospitalidad (hoteles y restaurantes), la construcción y la jardinería. Es por eso que Elizabeth Conley Buckley, abogada de inmigración con sede en Lexington señaló a AP que le gustaría que los mozos de cuadra y los asistentes de establo fueran reclasificados como trabajadores agrícolas.
«Todos mis clientes tuvieron éxito este año, pero en general, fue bastante terrible», dijo Buckley. «Los principales entrenadores de caballos no pudieron obtener visas H-2B en absoluto». Y la pandemia limita aún más las cosas, pues los países de origen, de estos trabajadores, están luchando por contener el coronavirus, además de las limitaciones que impuso Trump para la emisión de estas visas■