La precaria situación de la economía tras las severas crisis hipotecarias, precedida de gigantescos fraudes bancarios y bursátiles, los secuestros de los recursos del gobierno por conflictos partidarios, el desempleo, etcétera, han cambiado la fecha de retiro de la fuerza laboral estadunidense. Esto dice una encuesta del divulgada por Prensa Asociada/Centro de Investigación de Asuntos Públicos (Associated Press-NORC Center for Public Affairs Research), elaborada en inglés y español entre agosto y septiembre en la Universidad de Chicago.
Uno de los hallazgos en dicha encuesta es que 82 por ciento de la fuerza laboral mayor de 50 años de edad sostiene que por lo menos es probable continuar trabajando después de retirarse. Y que 47% de los trabajadores encuestados anticipa retirarse más tarde de lo que pensaba; en promedio, planean hacerlo alrededor de los 66 años, o sea casi tres años más de lo que calculaban cuando tenían 40 años de edad. Los hombres, las minorías, los padres de menores, los que ganan menos de 50 mil dólares anuales, dice la encuesta, y los carentes de seguro médico tienen mayores probabilidades de extender su vida laboral.
La experta en la materia y profesora de la Universidad de Pensilvania, Olivia Mitchel dijo a Prensa Asociada que «… muchas personas han experimentado una fuerte caída en sus planes retiro o 401 k (un pequeño descuento voluntario al salario mensual del empleado), por lo que buscan un nuevo empleo más allá del retiro para compensar dicha pérdida de dinero».
Recientemente el gobierno federal ha contemplado esta posibilidad de extender la fecha de retiro argumentando que las expectativas de vida han crecido también, y porque ésta sería una manera de afrontar la potencial insolvencia de los fondos del Seguro Social en las próximas décadas.
Además, volviendo a la referida encuesta, el 78% explicó que seguiría trabajando por necesidades financieras, (hipotecas, educación de los hijos, entre otras); el 75% aludió al cuidado de la salud, el 68% a su capacidad para continuar haciendo su trabajo, y el 67% a la necesidad de mantener las prestaciones otorgadas por el empleador, tales como seguro de salud individual y de la familia.
Por otro lado, en un tema relacionado al empleado jubilado o en vías de retiro, discapacitados, veteranos de guerra y quienes reciben pensiones federales, señala que el aumento en los beneficios del seguro social derivado del ajuste anual por la inflación será el siguiente año de apenas del 1.5 por ciento, o 17 dólares más al mes. Es decir por el aumento a los precios al consumidor, según la medida que establece el gobierno, quien sostiene que éstos no han crecido mucho en los últimos 12 meses. Pero todo esto se ve amenazado o condicionado por el peligro inminente de que el gobierno caiga en la insolvencia económica por la disputa con el Congreso sobre el límite al endeudamiento de Estados Unidos y el secuestro al gasto público federal.
Dicho aumento va dirigido a un universo de casi 58 millones de adultos mayores de 55 años o más, que son ahora el segmento de mayor crecimiento en el mercado laboral estadunidense y que representará una cuarta parte de la fuerza laboral civil en 2020. Es decir, retirados, empleados discapacitados, cónyuges y menores que reciben beneficios del seguro social. El pago mensual promedio para este universo laboral es de mil 162 dólares mensuales. Este es el segundo año consecutivo que se registra un magro aumento en dichos beneficios, con una marcada tendencia a la baja, las más marcada desde que este sistema de aumento automático fuera instaurado en 1975, conocido como el ajuste por el costo de la vida, llamado COLA, por sus siglas en inglés, dice un análisis de Prensa Asociada.
Actualmente se espera que el Departamento del Trabajo de Estados Unidos emita un informe sobre el nuevo ajuste, que debió haber hecho la semana pasada y que se ha retrasado indefinidamente debido precisamente al cese parcial de las operaciones del gobierno.