De la redacción
En la ciudad de San Francisco, California, la otra epidemia que compite con el Covid-19 es del uso de las drogas, particularmente de los opioides, que en el último año han cobrado la vida de 713 estadunidenses. Y aunque esta es una cifra muy inferior a las casi 50 mil muerte ocasionadas anualmente por los opioides a nivel nacional, casi triplica las muertes por coronavirus (257) en esa ciudad de la Costa Oeste.
De acuerdo con cifras del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades, CDC, en la última década (1999 a 2019), cerca de 500 mil estadunidenses han muerto de sobredosis de drogas, una cifra similar a la de los decesos por Cvid-19 en un año. Este problema tienen que ver las sobre dosis de medicamentos derivados del opio, y con el problema de los desamparados o homeless. Es un problema de salud pública que ha forzado al gobierno de San Francisco a revisar la manera como ha enfrentado el asunto de las drogas ilícitas, dice The New York Times.
Tomas Wolf es uno de los críticos más acérrimos de otros expertos y profesores que “se han pasado la vida” estudiando el uso de drogas y las políticas de la ciudad, «por hablar tanto del tema sin haberse inyectado drogas o haber pasado nunca una noche en durmiendo en la acera”, cosa que Wolf sí ha hecho y que lo ha convertido en “una de las voces más conmovedoras en el debate sobre lo que debería hacer San Francisco para abordar una epidemia que cobrón ya 713 vidas el año pasado, más del doble de las que murieron por el coronavirus en la ciudad en 2020”.
Wolf critica que la disponibilidad desenfrenada de drogas en San Francisco, especialmente el fentanilo opioide de acción rápida y muy a menudo mortal, hace que sea muy difícil para los usuarios buscar tratamiento con éxito y recuperarse. «Estoy presionando por una urgencia para que la ciudad expanda y promueva el tratamiento de las personas contra las drogas», dijo. “No es suficiente simplemente repartir agujas limpias. Tenemos que dar un paso más y sacarlos de la calle».
Wolf relató a la fuente sobre las profundidades en las que se hundió como adicto “cuando todavía vivía en su casa y conducía hasta el Tenderloin en la minivan familiar con sus hijos en los asientos traseros”. Para pagar su hábito, “liquidó los ahorros de toda su vida y robó en Target”. Trabajaba como mula para los traficantes hondureños, llevando sus drogas en calcetines, dice la fuente.
«Puedes estudiar la falta de vivienda y la adicción en un libro todo el día. Pero hasta que no hayas experimentado el poder de la adicción y las cosas en las que pensé que nunca recurriría, realmente no lo entenderás».
Wolf es hijo de una mujer que emigró de México. Solía hablar con los traficantes en español y ayudarlos a transferir dinero a sus familias en Honduras, donde construían lujosas residencias con el dinero de las drogas. Ocho de las personas que conoció cuando estaba en las calles ahora están muertas por sobredosis.
Wolf fue arrestado cinco veces entre abril y junio de 2018 por posesión de drogas. La sexta vez fue encarcelado y acusado de violar una orden de restricción y de tener la intención de vender drogas. En la cárcel, dice la fuente, «le dieron medicamentos para ayudar a aliviar sus síntomas de abstinencia. Su hermano lo rescató con la condición de que ingresara en rehabilitación. Ahora está de regreso con su familia».
Wolf ha sido demócrata de toda la vida, y dice que comparte los objetivos de reducción de daños en San Francisco. Pero argumenta que algunos de los programas que financia la ciudad, como la entrega de papel de aluminio y popotes a los consumidores de fentanilo, “cruzan la línea para permitir el uso de drogas”.
El enfoque sin prejuicios de San Francisco, una ciudad liberal y en muchos apsectos vanguardista, está perjudicando a las personas a las que debe ayudar, con el fácil acceso y consumo de las drogas. “El Tenderloin siempre ha sido el epicentro de los consumidores y traficantes de drogas en San Francisco”. Y en los últimos años, señala Wolf, “ha creado un entorno de fácil acceso a los medicamentos las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Es casi imposible estar limpio y es imposible mantenerse limpio así», concluyó■