De la redacción
En medio de la guerra de baja intensidad que impulsa la administración Trump contra los inmigrantes particularmente latinos, con redadas que por ejemplo aterrorizaron a las comunidades inmigrantes nomás con haber sido anunciadas, y que sin embargo arrancaron realmente durante el fin de semana en unas 10 ciudades densamente pobladas de Estados Unidos denominadas Santuario. El presidente Trump decidió entonces ensañarse más con un grupo de mujeres que viven en santuario, a quienes les ha impuesto exorbitantes y ridículas mega multas de hasta medio millón de dólares por resistirse a la deportación impuesta por el gobierno federal.
En este programa de Línea Abierta participan 4 mujeres latinas, madres indocumentadas que buscaron refugio en iglesias de Estados Unidos para ampararse de la deportación; se negaron a abandonar el país que consideran su hogar, donde viven con sus hijos y han hecho una vida de trabajo; pagan impuestos, son propietarias y consumen y contribuyen de otras maneras también a la sociedad.
Estas mujeres, que tienen la mala suerte de estar en la mira de los federales, han decidido dar la pelea legal al gobierno desde el interior de los recintos religiosos donde viven recluidas en santuario. Ellas son Ingrid Encalada, peruana que vie en Boulder, CO; María Chavalan Sut, guatemalteca, en Charlottesville, Virginia; Edith Espinal, mexicana que reside en Columbus, Ohio y Jeanette Vizguerra, mexicana en Denver, Colorado.
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Por ejemplo, la inmigrante Jeanette Vizguerra es una mexicana refugiada en Denver, Colorado, que pelea contra la mega multa del gobierno, aunque no tiene orden final de deportación. Se trata de un caso “extraordinario”, dicen los abogados de Jeanette, por estar plagado de inconsistencias legales que han generado mucha confusión.
El gobierno está ejerciendo una fuerte presión en contra estas mujeres en santuario, pero lejos de intimidarlas y paralizarlas están más bien luchando legalmente para resolver sus casos de orden civil con Inmigración. Y conminan a sus compañeras y compañeros a juntar fuerzas y recursos, y luchar como un solo bloque contra el abuso del gobierno federal.
Haciendo un recuento de los afectados, “80 personas se hallan actualmente en santuario a nivel nacional. Unos casos son públicos y otros no…”, dice Vizguerra. Unas 15 personas han recibido esas multas, en un rango amplio y variado, que va de los cinco mil dólares al medio millón…
“¿Cómo es que eligieron esa cantidad? En el movimiento santuario se está discutiendo la estrategia para responder a este nuevo ataque… No es un ataque específico a las ciudades santuario, sino que con nosotras encotraron una manera más fácil de llegar a las personas con orden de deportación, porque saben el lugar en donde está la gente”.
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Para la indígena Maya, María Chavalan Sut, guatemalteca refugiada en Charlottesville, Virginia, el gobierno intenta cortarles a estas personas en santuario todas las salidas legales para usarlas de escarmiento contra la comunidad indocumentada, y aún contra los miembros de las familias mixtas que viven con el temor de que uno de los suyos sea deportado, porque eso significaría el rompimiento de la familia.
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Estas mega multas contra ellas son vistas “como las cosas más aberrantes, que están dañando a las personas, y no sólo a las mujeres sino a hombres también que están en santuario”. Ante esto, Vizguerra por ejemplo propone actuar de manera inteligente, y no atemorizarse. Porque es evidente, dice, que “sigue siendo un juego político, para decir que está poniendo mano dura contra los inmigrantes, para volverse a reelegir”.
–Pero, ¿Cómo se vive este ataque de la administración Trump, que ya está teniendo consecuencias nefastas en los vecindarios de las comunidades inmigrantes?
En Colorado han echado a andar una campaña que busca extenderse a otras partes de la nación, denominada “No más chuecos”, en referencia a no usar más documentación falsificada o ilegal, para poder trabajar y vivir sin el peso de una inminente deportación; porque esta conducta es legalmente contraproducente, dice la peruana Ingrid Encalada.
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En el mensaje final de las entrevistadas sobresale el grito de aliento para infundir valor en el resto de la población indocumentada que vive con el temor a ser deportada. “Porque tenemos el derecho a salir de las sombras… para seguir luchando y demostrarle a esta administración que no le tenemos miedo, que somos fuertes y no nos vamos a dejar vencer por ninguna otra estrategia que Trump tenga planeado para nosotros los inmigrantes”, dice la mexicana Edith Espinal, refugiada en Columbus, Ohio.
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