De la redacción
Si eliminas las excusas políticas, sobre presupuestos y seguridad pública, y te quedas con las excusas culturales, es a lo que Miller llega cuando critica a los periodistas por su «tendencia cosmopolita», un epíteto reservado alguna vez para los judíos. Esta es una administración que considera que la religión es una prueba válida para definir lo antiestadunidense.
El actual gobierno de Estados Unidos ha roto récord con en el menor número de admisiones de refugiados que buscan venir a este país en las últimas casi cuatro décadas; de 200 mil que se admitían cuando surgió la Ley de refugiados en los años 80, a los 45 mil que impuso el presidente Trump, a pesar de las objeciones del Pentágono, los jefes de personal conjuntos, el Departamento de Estado y el vicepresidente Pence. Además, Trump busca promulgar nuevas reglas diseñadas para impedir que los refugiados se reúnan con los miembros de la familia, y detener el proceso de reasentamiento.
¿Por qué Estados Unidos está dando la espalda a los refugiados que huyen de los desastres humanitarios y de la violencia del terrorismo?, se pregunta The Guardian, y su respuesta se remite a un artículo publicado por The New Yorker: ¡“es obra de Stephen Miller”!, pupilo del actual procurador general, Jeff Sessions y principal asesor de Trump en las políticas antinmigrantes de esta administración, “caracterizada por la paranoia y el caos”. Miller, dice el semanario inglés, es “el tuerto en la tierra de los ciegos”.
Y es que Miller usurpó el poder del Consejo de Seguridad Nacional, y de los departamentos de Estado y de la Defensa para establecer la política de refugiados por sí mismo, agrega la fuente, “más allá de los límites de su autoridad formal, que es la política nacional y no la política exterior… cuyos argumentos tampoco están guiados por la evidencia y la razón… Los temores de Miller y, por lo tanto, de Trump, son triples: los refugiados son una amenaza económica, de seguridad nacional, y una amenaza cultural para Estados Unidos”.
Miller, que se unió a la pasada campaña presidencial y es cercano a Trump y al yerno del presidente, Jared Kushner, ha tenido una participación directa en varias de las decisiones de inmigración más importantes de esta administración: las prohibiciones de entrada al país para viajeros procedentes de países mayormente musulmanes (incluido Venezuela), y la cancelación de la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA). «Ha sido cuidadoso y discreto para adelantar el proceso de formulación de políticas… Esa es la razón por la que sobrevivió», y no como Steve Bannon y otros, dice Jonathen Blitzer en el New Yorker.
Los consejos de Miller a Trump contradicen incluso las propias investigaciones de la Casa Blanca, dice The Guardian. Por ejemplo, cuando Trump ordenó al Departamento de Salud y Servicios Humanos calcular el costo del reasentamiento de refugiados, dicha agencia encontró que “los ingresos fiscales que producen los refugiados son 63 mil millones de dólares más de lo que cuesta a los contribuyentes de Estados Unidos. Pero The New York Times informó luego que tras conocer el informe, “Miller destruyó ese documento”.
Otro informe de la Oficina Nacional de Investigación Económica encontró a su vez que, “en promedio, los refugiados pagan al fisco estadunidense 20 mil dólares más por persona en impuestos de lo que reciben anualmente en beneficios. Y después de establecerse en el país, es más probable que estén empleados que los ciudadanos nacidos en este país con un nivel de educación similar, y es menos probable que reciban asistencia social”.
En cuanto al tema de la seguridad Miller introduce “una tergiversación intencional del proceso de selección de refugiados”, añade la fuente. Y sostiene que ya existe un «examen exhaustivo» en dicha revisión, pues los posibles refugiados pasan por un proceso de 20 pasos que incluye “tres exámenes de huellas digitales, dos o tres controles de antecedentes y tres entrevistas exhaustivas”. Primero por la Agencia de Refugiados de la ONU, luego por el Departamento de Estado, y finalmente por el Departamento de Seguridad Nacional.
The Guardian afirma que de los más de tres millones de refugiados admitidos en Estados Unidos entre 1975 y 2015, ¡sólo tres cometieron actos terroristas!, matando a tres personas en total. Estos terroristas eran “todos cubanos en la década de 1970, antes de que se estableciera nuestro actual proceso de selección de refugiados. Ninguno de los principales tiroteos masivos o actos terroristas en Estados Unidos en los últimos años -San Bernardino, Boston, Orlando, Las Vegas o el 11 de septiembre- fueron perpetrados por refugiados.
Y en cuanto a la amenaza a la cultura, Miller y Trump “simplemente no creen que los refugiados se vean como se imaginan que deberían ser los estadunidenses”. En su informe anual de refugiados al Congreso, la Casa Blanca anunció que “los posibles refugiados ahora serán evaluados según su probabilidad de asimilación exitosa», concluye la fuente■