Por Ana B. Ibarra
Yang Vang, un refugiado hmong que vive en Merced, California, sufre de fuertes dolores en las articulaciones. Se enferma de preocupación cuando escucha que su cobertura de Medi-Cal (el Medicaid de California), podría estar en peligro y por eso ha tenido que luchar hasta en contra de pensamientos suicidas.
Rosalba Villanueva, quien lleva 10 años como trabajadora agrícola y vive en Bakersfield, se rompió la muñeca hace seis meses cuando se resbaló y se cayó en un viñedo. Su empleador cubre las facturas médicas relacionadas con el accidente, pero a menudo no consigue atención para sus otras necesidades de salud porque es inmigrante indocumentada y no tiene seguro.
Eduardo Crabbe, de Stockton, es padre soltero de Jaylnn, de 4 años. Le preocupa el aire notoriamente sucio del Valle de San Joaquín porque su niña tiene asma y problemas para respirar.
Vang, Villanueva y Crabbe estuvieron entre los más de mil residentes del valle que se reunieron a principio de este mes en Sacramento para instar a los líderes estatales a invertir en su salud, primero en una reunión con legisladores y luego en una concentración en las escalinatas del Capitolio.
El Valle de San Joaquín, que se extiende desde el condado de Kern al norte hacia Sacramento, es famoso por sus riquezas agrícolas: produce el 40 por ciento de las frutas y nueces de la nación. Pero el área también alberga a algunas de las personas más enfermas de California. Los residentes del valle sufren de altas tasas de diabetes y enfermedades del corazón, y un tercio de los adultos se consideran obesos.
«No se puede ser un Golden State si no se opera según las reglas de oro… sí hay disparidades en diferentes partes del estado», dijo el alcalde de Stockton, Michael Tubbs, a la multitud en una reunion llamada, «Equity at the Mall».
Los asistentes portaron letreros que exigían «salud y justicia para todos» y llamaron a los legisladores a «apoyar el sueño».
José Gurrola, alcalde de Arvin, una pequeña ciudad al sur de Bakersfield dijo a la audiencia que la discrepancia entre la riqueza agrícola de la región y la mala salud de sus habitantes ha creado «una historia de dos valles… Con demasiada frecuencia [aquéllos] que alimentan al mundo luchan por alimentar a sus propias familias», sostuvo.
Villanueva, de 51 años, trabaja en la industria que alimenta al mundo. Se despertó a las 3 am para tomar un chárter a Sacramento con la intención de hablar en nombre de trabajadores como ella y su esposo. Antes de su caída, recogía uvas. Su muñeca izquierda aún está hinchada y apenas puede moverla, «pero está un poco mejor que antes», dijo, mientras mostraba en su celular una foto de su muñeca hinchada meses atrás.
Su esposo conduce tractores a través de huertos de almendras, rociando los árboles con pesticidas. Después de 12 años de hacer ese trabajo, la piel alrededor de sus ojos se decolora, «como cuando te quemas con agua caliente», dijo.
Villanueva, usaba auriculares durante el mitin para poder escuchar la traducción de los discursos. Su marido no recibe tratamiento médico porque no tiene seguro, contó. Por su estatus migratorio, la pareja no es elegible para recibir beneficios integrales bajo Medi-Cal, el programa de seguro administrado por el gobierno para residentes de bajos ingresos, o para la cobertura subsidiada en el mercado de seguros. Cuando Villanueva y su esposo pueden pagarlo, visitan una clínica comunitaria cerca de su casa, dijo.
La exposición a los pesticidas no se limita a los trabajadores agrícolas. Los niños en el Valle de San Joaquín tienen más probabilidades de estar expuestos a estos químicos, y asistir a escuelas con agua insegura comparado con niños en otras partes del estado, de acuerdo con un informe de enero de 2017 encargado por el Fondo San Joaquin Valley Health.
Los niños del valle también respiran de los aires más contaminados del país, según el informe. Crabbe, de 35 años, es muy consciente de esto. Jaylnn tiene un inhalador en la escuela y lleva otro consigo todo el tiempo. También recibe un tratamiento respiratorio cada noche. En los días en que el aire de Stockton se considera insalubre, Crabbe limita las actividades al aire libre de Jaylnn.
«El 95206 [su código postal] tiene una de las peores condiciones de aire, no hay muchos parques seguros y una corta esperanza de vida… Obviamente, nos preocupamos por nuestros hijos», dijo Crabbe mientras miraba a Jaylnn pintar en un puesto de artesanías durante la marcha.
Vang, de 57 años, es una mujer menuda que padece artritis por haber operado maquinaria pesada en una imprenta donde trabajó durante casi una década. Usa aparatos ortopédicos en ambas muñecas. El dolor la obligó a dejar de trabajar, lo que la deprimió, dijo a través de un traductor.
«Pero al menos tengo Medi-Cal por ahora… ¿Qué haría sin eso? Vang dijo que cuando oye sobre posibles amenazas a la cobertura de salud y a las comunidades inmigrantes en Washington, DC, sus nervios se apoderan de ella.
«Vine aquí porque quiero asegurarme que estaremos bien», dijo, «y que California está haciendo algo para protegernos».