Por Laurie Udesky | KHN
Una tarde de noviembre, Chris Espedal pidió a un grupo de cuidadores que describieran lo que les ocurre cuando su trabajo se vuelve demasiado pesado. Los participantes en el encuentro por Zoom —13 cuidadores de toda California que trabajan con personas que tienen discapacidades cognitivas, problemas de salud mental o necesidades físicas complejas—, dijeron que experimentaban náuseas, ansiedad, falta de aliento, frecuencia cardíaca elevada y otros signos de estrés.
«Quiero gritar», dijo uno. «Me siento agotado», expresó otro.
Espedal, que lleva 18 años entrenando a cuidadores, propuso un ejercicio de relajación: «Inhala cuatro veces, aguanta la respiración cuatro veces, exhala cuatro veces». Les enseñó a dedicar tiempo a sí mismos, por ejemplo leyendo un libro de principio a fin, y les recordó a todos que debían comer, dormir y hacer ejercicio. «No tengan miedo de pedir ayuda», dijo Espedal. Agregó que una de las mejores formas de cuidar a sus pacientes —a menudo un ser querido— era cuidarse a sí mismos.
La clase es un poco sentimental. Pero es una de las muchas ofertas del Departamento de Servicios Sociales de California que, según la agencia, es necesaria para atraer y retener a los cuidadores en un programa de asistencia financiado por el estado que ayuda a envejecer a 650 mil personas de bajos ingresos mayores o discapacitadas, normalmente en casa.
Como parte de la iniciativa de 295 millones de dólares, miles de clases, tanto en línea como presenciales, comenzarán a impartirse en enero y se centrarán en docenas de temas, como el cuidado de la demencia, la formación en primeros auxilios, el manejo de la medicación, la prevención de caídas y el autocuidado.
Los cuidadores recibirán una remuneración por el tiempo que dediquen a desarrollar sus habilidades.
Está por verse si esto ayudará a paliar la escasez de cuidadores. Según una auditoría estatal de 2021 del programa de Servicios de Apoyo a Domicilio, 32 de los 51 condados que respondieron a una encuesta informaron sobre la escasez de cuidadores. Por otra parte, los auditores encontraron que los clientes esperaron un promedio de 72 días para ser aprobados para el programa, aunque el departamento dijo que la mayoría de los retrasos en la solicitud se debieron a la falta de información de los solicitantes.
El programa de asistencia a domicilio, que existe desde hace casi 50 años se caracteriza por una elevada rotación de personal. Alrededor de 1 de cada 3 cuidadores abandonan el programa cada año, según Heather Young, investigadora de la Universidad de California en Davis, quien trabajó en un informe del gobierno de 2019 sobre las necesidades de personal de atención médica de California.
No ayuda que la paga sea baja. Según el estado, la tarifa media por hora para los cuidadores en el programa de asistencia a domicilio es de 15.83 dólares la hora. Las tarifas varían porque el programa se administra a nivel local y cada condado fija las suyas.
«La formación es muy útil», afirmó Doug Moore, director ejecutivo de United Domestic Workers of America, AFSCME Local 3930, que representa a unos 150 mil cuidadores en California. «Pero cuando los salarios son bajos —y se puede ganar más en Target o McDonald’s y obtener una bonificación—, entonces se va a hacer ese trabajo frente a otro más duro, que es cuidar de alguien con una discapacidad o a una persona que está envejeciendo».
La iniciativa de formación surgió del Plan Maestro para el Envejecimiento, del gobernador Gavin Newsom, para mejorar la calidad del empleo. Theresa Mier, vocera del Departamento de Servicios Sociales, dijo que el estado espera que los incentivos financieros ayuden a atraer a nuevos trabajadores, y a mantenerlos más tiempo cuidando a personas con necesidades específicas.
Además del pago por hora para tomar clases, los cuidadores recibirán incentivos que comienzan en 500 dólares por 15 horas de formación. Pueden ganar hasta 3 mil 500 dólares si pasan a trabajar al menos 40 horas al mes con un cliente durante al menos seis meses. Antes, los condados ofrecían algún tipo de entrenamiento, pero no pagaban a los trabajadores por su tiempo.
El estado concedió subvenciones, entre ellas 16 millones de dólares a Homebridge, una organización de cuidadores con sede en San Francisco, para coordinar los entrenamientos. Las clases se impartirán en español, cantonés, mandarín y armenio, además de inglés, para llegar a más trabajadores. Y los funcionarios estatales planifican una campaña en las redes sociales para captar a nuevos cuidadores.
Pero los incentivos están asignados sólo hasta finales de 2023.
A Greg Thompson, director ejecutivo del Consejo de Servicios de Asistencia Personal, la autoridad pública que gerencia el programa a domicilio, del condado de Los Ángeles, le gustaría que la formación remunerada fuera permanente. «Tiene que haber, en mi opinión, algún tipo de responsabilidad, estructura, supervisión y formación continua», dijo.
Muchos de los cuidadores que asistieron a los primeros cursos atienden a familiares que tienen necesidades físicas y de conducta. De hecho, 3 de cada 4 cuidadores del programa de asistencia en el hogar son familiares de pacientes.
Pero el estado necesita prepararse para un cambio en la mano de obra, que requiere que las personas busquen fuera de sus familias. Se espera que el número de personas mayores en California sea de casi 8.5 millones en 2030, un aumento de más del 40 por ciento con respecto a 2019. Muchos de ellos vivirán solos.
El estado necesitará más cuidadores como Luz María Muñoz, que lleva seis años trabajando en el programa de asistencia a domicilio. Esta residente de Bakersfield ha afrontado situaciones difíciles en su trabajo. Un paciente mayor tomaba 30 medicamentos. Otro tenía úlceras por estar en cama, que pueden ser mortales si no se tratan adecuadamente. Muñoz acribilló a preguntas a la enfermera del paciente sobre cómo curar las heridas y se sintió responsable de su bienestar.
«Había que limpiar esas heridas a diario», indicó.
Muñoz se mostró interesada en el entrenamiento. El departamento dijo que envió avisos sobre las clases a todos los cuidadores participantes y hará un seguimiento con actualizaciones. Los condados también ayudaron a correr la voz en Internet, con boletines y folletos.
Las primeras sesiones se llenaron inmediatamente. Leslie Kerns, el gerente de registro de asistencia a domicilio para Connecting Point, la autoridad pública para el programa en los condados de Nevada, Plumas y Sierra, dijo que algunas clases se llenaron en tres horas. Los funcionarios estatales indicaron que la inscripción para las clases del próximo año debería abrirse pronto.
Angelina Williamson cuida de su madre discapacitada en San Diego y asistió a un curso sobre movilidad y traslado de pacientes. Dijo que aprendió a usar el cuerpo para frenar una caída y que, si su madre se cae, es mejor llevarle una silla que levantarla, porque tiene suficiente fuerza en la parte superior del cuerpo para levantarse sola, con la ayuda de Williamson.
Encuestas recientes sugieren que es probable que los cuidadores estén interesados en el autocuidado. En un análisis de los centros de recursos para cuidadores sin fines de lucro de California, el 35% de los cuidadores declaró que su salud había empeorado mientras prestaban servicio, y el 20% había experimentado síntomas de depresión.
Algunos cuidadores también dijeron sentirse solos, lo que podría incluir la falta de compañía, sentirse excluidos o aislados. Y un informe de 2020 de la National Alliance for Caregiving y AARP reveló que el 26% de los cuidadores tenía dificultades para controlar su estrés.
Robbie Glenn, padre soltero de Anaheim, asistió a la clase de autocuidado de Espedal y aprendió a dedicarse tiempo a sí mismo. De día, Glenn cuida de Edin, su hijo de 11 años que tiene defectos congénitos por exposición al alcohol y padece autismo no verbal. Edin necesita ayuda para ir al baño y bañarse. Tiene epilepsia y a veces camina dormido. Por la noche, Glenn trabaja de manera independiente en tareas de postproducción, como montaje de películas y graduación del color.
Ahora utiliza un reloj para recordar que debe tomarse un descanso. «Y -dice-, hago mucho esos ejercicios de respiración».