Maribel Hastings
America’s Voice, Filadelfia, Pensilvania
Esta semana ya es histórica con la nominación el martes de Hillary Rodham Clinton como candidata a la presidencia, y su aceptación como nominada este jueves. Hace ocho años, en la ciudad de Denver, Colorado, también se hacía historia con la nominación de Barack Obama como el primer afroamericano en aspirar a la presidencia de este país.
Y para Obama, que pronunciará un discurso ante el cónclave demócrata este miércoles, ésta sería una de sus despedidas previo a abandonar su cargo en enero de 2017. Es su última convención como presidente y quien hizo historia en 2008, ahora será testigo de cómo Clinton, su rival en las primarias demócratas de ese año, también lo hace.
Cuando Clinton perdió las primarias en 2008, sus huestes también juraron que no votarían por Obama, pero al adentrarse el proceso electoral, la historia cambió. Al final, Obama logró el apoyo de una amplia coalición de votantes de toda clase: afroamericanos, hispanos, mujeres, asiáticos, jóvenes, independientes, y se alzó con la presidencia ante el senador republicano, John McCain.
Ahora un sector de los delegados y seguidores del rival de Clinton en las primarias demócratas de este año, el senador de Vermont, Bernie Sanders, insisten en denunciar que hubo irregularidades en las primarias y que Clinton no debe ser la candidata. Algunos incluso aseguran que no votarán.
Las divisiones se han sentido con fuerza en los primeros dos días de la Convención. Líderes demócratas han hecho un llamado a los seguidores de Sanders para que entiendan que no votar por Clinton supondría un voto más para el candidato presidencial republicano, Donald Trump, que son más las similitudes que las diferencias entre ambos bandos, y que hay demasiado en juego en esta elección.
Obama viene a abogar por la unidad del partido y por el apoyo a su ex rival en 2008. Le devuelve el favor a los Clinton. La interna demócrata de 2008 fue intensa. Ya para su reelección en 2012, Obama tenía algunos logros bajo el brazo, como la reforma sanitaria, pero otros pendientes, como la reforma de inmigración, y había cierto descontento entre los votantes de su coalición.
En la Convención Nacional Demócrata de 2012, en Charlotte, Carolina del Norte, el expresidente Bill Clinton pronunció un discurso que mezcló las propuestas de política pública con un llamado a la base del partido para apoyar la reelección de Obama.
Al final, Obama fue reelecto e incluso su índice de apoyo entre los votantes latinos aumentó, de 67 por ciento en 2008, a más de 71% en 2012.
Obama también sabe que un triunfo de Clinton supone la continuidad de su legado, en donde ha habido logros, y la continuidad de la pelea por los temas no conseguidos, como la reforma migratoria que se quedó en tintero, o la ampliación de las acciones ejecutivas migratorias que han quedado congeladas.
Obama y los Clinton están haciendo honor al dicho de que favor con favor se paga.