Foto by Anuska San Pedro vía Flickr
Armando Vázquez-Ramos y Primitivo Rodríguez
Hispanic Link News Service
De esta manera protege a estos inmigrantes hasta que el Congreso legisle una reforma sensata. Y obligará a los republicanos a reconocer los beneficios económicos y las consecuencias políticas que acarrea el continuo satanizar a los inmigrantes.
El cierre del gobierno estadunidense podrá resultar ser el último clavo en el ataúd de la legislación de reforma migratoria este año. Por esta misma razón, será señal del comienzo de la campaña electoral por escaños en el Congreso en el 2014.
Bien haría el presidente Obama al tomar nota del liderazgo del gobernador, Jerry Brown de California, quien ha firmado nueve leyes a favor del inmigrante la semana pasada. Éstas incluyen la TRUST Act, la cual rechaza la despreciable política de “Comunidades Seguras” del gobierno de Obama, y otorga a los inmigrantes indocumentados el derecho a solicitar licencias de conducir.
“Mientras que Washington da vueltas con el tema migratorio, California sigue avanzando”, dijo el gobernador Brown. “Yo no pienso esperar”.
Es precisamente ésta la razón por la que el presidente debe otorgar protección temporal a todos los inmigrantes indocumentados. Debe autorizar un proceso para registrar a todos aquellos que se beneficiarían del proceso de legalización.
De esta manera protege a estos inmigrantes hasta que el Congreso legisle una reforma sensata. Y obligará a los republicanos a reconocer los beneficios económicos y las consecuencias políticas que acarrea el continuo satanizar a los inmigrantes.
A menos que caiga del cielo una tremenda transformación a raíz de protestas a nivel nacional, el estancamiento en el Congreso nos lleva a concluir que no existe concesión alguna. Lamentablemente, los inmigrantes flotarán en el cielo cual fútbol político para ambos partidos hasta las elecciones en el Congreso en el 2014. Esto también marcará los últimos dos años de la presidencia de Obama.
Al otorgar una protección temporal, Obama aseguraría un legado estilo Lincoln, y contrarrestaría la venenosa influencia del llamado Tea Party, que controla al Partido Republicano, y le abriría un camino para dedicarse a las batallas del secuestro del presupuesto y los límites a la deuda.
Lo irónico es que Obama está por superar los dos millones de inmigrantes deportados durante sus menos de cinco años de gobierno. Esta cifra excede el número de mexicanos que fueron deportados durante la depresión de los años 1930, la década de la Ley de Repatriación.
La historia juzgará el camino que Obama opta por seguir: presidente emancipador o deportador en jefe. Tiene la autoridad y la responsabilidad moral de actuar de acuerdo a los valores que ha declarado tener y poner fin a la charada política, como ha hecho el gobernador Brown, hasta donde llega su potestad estatal, no federal.
Además del razonamiento fundamentalmente humanitario de otorgar protección mediante acción ejecutiva, que es de lejos la razón más importante que tiene Obama de actuar, también tiene una causa económica poderosa. Los Estados Unidos necesita el ingreso que contribuyen los inmigrantes. Es un beneficio económico neto que genera ingresos, atenuando la crisis presente que mantiene a Washington atado de manos.
Como alguna vez observó el presidente Reagan, “Los Estados Unidos está en su mejor punto cuando las puertas están abiertas a cualquier persona que tiene la voluntad y el corazón para llegar aquí”. Debió haber añadido que estamos en nuestro peor punto cuando no logramos actuar por faltarnos agallas.
El profesor Armando Vázquez-Ramos es cofundador del Departamento de Estudios Chicanos y Latinos de la California State University, Long Beach y presidente del Centro de Estudios California-México (www.californiamexicocenter.org); y Primitivo Rodríguez Oceguera es investigador asociado en El Colegio de México en la Ciudad de México.
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