O pagas, o te vas, el mantra de los dueños de alquiler en La Misión (última)

Pasaje de una de las calles típicas del tradicional vecindario de La Misión en San Francisco. Foto: missionbooksf.com.

Pasaje de una de las calles típicas del tradicional vecindario de La Misión en San Francisco. Foto: missionbooksf.com.

De la redacción

 II

Como se dijo en la pasada entrega, los altos costos de alquiler y de la vida en general en el barrio donde es cada vez más caro alquilar un negocio en la ciudad de San Francisco, en La Misión, los pequeños y medianos negocios se ven apuros para mantenerse en esa colorida y codiciada zona del Área de La Bahía. Uno de esos negocios es el restaurante de comida salvadoreña, Sunrise, ubicado en la calle 24 de ese legendario vecindario que es La Misión. Este segundo segmento de la reseña es también parte de nuestra serie especial sobre Desplazamiento de Barrios, Gentrificación y Crisis de Vivienda, producida con apoyo parcial de la Fundación San Francisco.

Para comerciantes latinos que pagan renta por sus locales o negocios en el barrio de La Misión en San Francisco, California, ya de por sí rentas caras, el aumento repentino de otro 50 por ciento en el alquiler vino a hacerles prácticamente imposible mantener sus negocios ahí.

Alba Guerra es dueñas del restaurante de comida salvadoreña, ‘Sunrise’, ubicado justo en la codiciada calle 24, en pleno corazón del Distrito de La Misión. Este golpe a la economía de su negocio “la ha hecho hacer ajustes en su presupuesto”, dice Chelis López en esta segunda parte del programa de Línea Abierta que condujo ella misma este jueves en Radio Bilingüe.

¿Cómo sortea Alba Guerra los nuevos obstáculos para que éste, que más que un restaurante salvadoreño es también un apreciado espacio cultural donde uno puede escuchar música latinoamericana en vivo, donde muchas organizaciones hacen sus eventos de recaudación o beneficio?, pregunta López.

Alba responde que está dispuesta a seguir luchando para mantenerse en el vecindario. Sin embargo, el apoyo de las personas que al principio es muy bueno, luego “se va olvidando, se va olvidando”, dice Alba en tono nostálgico. Pero admite que muchos clientes se mantienen fieles a esos negocios, yendo a comer o pidiendo comida por entrega.

“La gente sigue viniendo… me sigue apoyando, y es una cosa bonita porque llega un momento en que una ya no los siente como clientes, sino que es como la familia de uno”.

¿Quiénes son los nuevos comensales?

“Son muchos, está bien variado… yo llevo como 30 años viviendo aquí y el cambio ha sido impactante. Da miedo. Estamos luchando en lo comercial. Con lo residencial, pues, tenemos protección”.

Y es que aunque las rentas han subido, los nuevos inquilinos del barrio de La Misión, muchos blancos que trabajan para Google y esas compañías de tecnología pueden pagar el alquiler tan caro, dice Alba.

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La celebración del Día de los Muertos en el barrio de La Misión en San Francisco. Foto: WilderUtopia.com.

La celebración del Día de los Muertos en el barrio de La Misión en San Francisco. Foto: WilderUtopia.com.

Estas voces que Chelis López recogió para Línea Abierta, de las calles 24 y Valencia en La Misión, contrastan los diferentes precios del alquiler entre ambas calles. “La Valencia está totalmente transformada, con restaurantes, boutiques, cafés, heladerías, que solamente ciertas personas pueden darse el lujo de pagar”, dice López.

En esta calle se estableció Irene Ema Hernández, una mexicana que puso una tienda de ropa y joyería y obras de arte de diseñadores y artistas locales. Antes, Irene se hallaba en la calle 24, y cuenta aquí las razones por las que se mudó de una calle a otra, y por qué ahora está a punto de cerrar. Por un error de percepción, dice, creyó que el poder adquisitivo de los nuevos inquilinos de la calle Valencia le iba a traer mayores ganancias a su negocio. Pero resultó que hábitos de consumo de los nuevos inquilinos de esa calle de La Misión son muy diferentes.

También Irene Ema forma parte de una organización cuya misión es ayudar a la comunidad. Su negocio es mitad galería y la otra mitad joyería. Ella dice que durante los últimos años ha perdido muchos diseñadores de ropa, que al no ganar dinero con sus ventas en La Misión se han tenido que ir con sus diseños a otras partes. Que estas actividades tienden a desaparecer. Porque los nuevos inquilinos del vecindario no están apoyando ni compran estos productos, no les interesan.

A manera de despedida de su negocio, Irene Ema que cerrará las puertas el mes entrante, y tendrá una exhibición colectiva con 200 artistas locales, con quienes han trabajado durante los últimos 10 años. Si no se hace algo esta zona, advierte, se va a convertir en algo muy pronto en al estéril.

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Manifestación de los residentes de La Misión contra la gentrificación. Foto: Tim Porter.

Manifestación de los residentes de La Misión contra la gentrificación. Foto: Tim Porter.

Está también el testimonio de César Augusto Ollagata, otro pequeño comerciante, propietario de un negocio que desde 2004 se instaló en la calle 24; vende artesanías ecuatorianas y peruanas, así como de otras partes de Latinoamérica. Él también ha sido víctima de la gentrificación, y comenta con Línea Abierta los cambios que ha sufrido el vecindario con la nueva demografía del lugar y el alza de las rentas. Y cuenta sobre los pormenores de su lucha para permanecer en el barrio de La Misión.

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Y por último, suerte similar ha seguido The Frida’s Closet, una tienda tradicional de ropa típica mexicana ubicada en la calle 25 y Valencia, cuya propietaria, Gloria Vidal se queja también de lo mal que le ha ido a su negocio con el cambio demográfico en esa zona.

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