De la redacción
El Niño guatemalteco de 8 años de edad que pereció la víspera de Navidad mientras se hallaba bajo la custodia del gobierno de Estados Unidos fue trasladado entre al menos cuatro instalaciones de la Patrulla Fronteriza, llenas de inmigrantes detenidos en la frontera de Nuevo México, durante los seis días desde su detención hasta su muerte. El día en que murió, otra niña, Jakelin Caal Maquin, de 7 años de edad, era enterrada en su Guatemala natal ante el profundo dolor de su familia. Como reportamos en Radio Bilingüe, también murió bajo custodia de la Patrulla de Fronteras.
El niño guatemalteco, que tuvo que ser identificado por el congresista demócrata de Texas, Joaquín Castro, como Felipe Alonzo-Gómez, porque el gobierno de Estados Unidos no quiso identificarlo. Es originario de Nentón, una provincia empobrecida cerca de la frontera con México en Huehuetenango, la región rural que envía más inmigrantes que cualquier otra a este país.
La cronología proporcionada por el gobierno sobre la muerte del niño Felipe “subraya el alcance de las instalaciones y de su personal para manejar el aumento de familias centroamericanas que llegan a la frontera suroeste, en particular la atención a los menores”, dice hoy The New York Times (NYT).
En tanto, Kirstjen M. Nielsen, Secretaria del Departamento de Seguridad Nacional (DHS), reconoció hoy que el «aumento dramático» de migrantes había empujado al sistema a «un punto de ruptura». Y señaló que había ordenado a su agencia “reforzar las evaluaciones médicas” de niños en la frontera suroeste, y que había reclutado al cuerpo médico de la Guardia Costera y de El Pentágono para ayudar.
No obstante, declaraciones -por lo menos desafortunadas- provenientes de la Casa Blanca, según trascendió en la televisión (NBC), sugirieron que los niños centroamericanos traían “terribles enfermedades” contagiosas. Y que eran “un peligro” para la seguridad nacional. Analistas de programas noticiosos comentaron acerca de dichas declaraciones, que reflejaban la “crueldad de este gobierno”.
Por su parte Los Angeles Times reporta que la Secretaria Nielsen habría dicho en un comunicado ayer que «Esta tragedia -la muerte de un niño bajo la custodia del gobierno-, es profundamente preocupante y desgarradora”.
Pero culpó a los migrantes, al Congreso y a los jueces, no a las autoridades fronterizas ni a las políticas de inmigración del gobierno federal: «Los contrabandistas, los traficantes y sus propios padres ponen a estos menores en riesgo al embarcarse en el peligroso y arduo viaje hacia el norte”.
La fuente afirma además que “Ningún niño murió bajo la custodia de las autoridades de Inmigración de Estados Unidos durante más de una década”, hasta este mes de diciembre cuando ambos niños guatemaltecos perecieron en menos de tres semanas a pesar de haber recibido atención hospitalaria de urgencia. Pero tardía, porque no atendieron con displicencia las primeras señales de los menores, que ardían literalmente; en el caso del niño Felipe, con una temperatura de 103 grados centígrados en su pequeño cuerpo.
Nielsen dijo además que había pedido a los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades que investigaran si los niños cruzaban la frontera enfermos, y que ayudaran a los hospitales cercanos a prepararse y tratarlos mejor. Y otros funcionarios culparon de estas muertes al “aumento dramático de grandes grupos de migrantes”, incluidos los niños, que “han abrumado los recursos en los últimos meses». Sin embargo, no dijeron cuántos niños están bajo custodia.
Pero Kevin McAleenan, comisionado de Aduanas y Protección de Fronteras declaró a CBS This Morning que “los puestos de avanzada de la Patrulla Fronteriza y las instalaciones de procesamiento a lo largo de la frontera están en camino de atender a casi 25 mil menores de edad este mes… Lo que estamos viendo es más niños que nunca antes bajo nuestra custodia».
El gobierno argumenta que el sistema de detención fue diseñado hace décadas para albergar a hombres adultos y que “no puede manejar la afluencia de menores y familias, incluidos los niños pequeños no acompañados”. Seis migrantes adultos murieron bajo la custodia de la Patrulla Fronteriza en el año que terminó el 30 de septiembre, de más de medio millón de detenidos, dijeron las autoridades a la fuente.
Las muertes de quienes mueren cuando intentan ingresar a Estados Unidos son mucho más altas: casi 300 migrantes murieron en el año fiscal 2017, el último año para el cual hay datos disponibles, dice Los Angeles Times.
En cuanto a la muerte del niño Felipe Alonzo-Gómez, las circunstancias siguen siendo desconocidas. Pero el gobierno afirma que “no está claro si su salud se deterioró debido a la negligencia del personal en las instalaciones, el viaje peligroso o una combinación de estos factores”.
Tras ser detenido el niño Felipe Alonso-Gómez y su padre fueron llevados a una instalación de «detención temporal», en un punto de control de la carretera, dicen las autoridades. Los agentes fronterizos le dieron medicamentos al niño aproximadamente a las 5 p.m. Dos horas después, vomitó, “pero su padre rechazó la asistencia médica cuando Felipe parecía estar mejor”, cosa que “no pudo ser corroborada por el padre de Felipe”, dice el NYT.
Alrededor de las 10 p.m. el 24 de diciembre “Felipe estaba letárgico y con náuseas nuevamente”, por lo que los agentes lo llevaron otra vez al hospital. “En el camino, vomitó y se desmayó. A su llegada, el personal del hospital no pudo reanimarlo y lo declaró muerto justo antes de la medianoche”, la víspera de la Navidad. Las autoridades habrían dicho que Felipe murió el martes 25 de diciembre, temprano.
Según una portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Guatemala, la familia del niño Felipe Alonso-Gómez ha pedido que su cuerpo sea devuelto a Guatemala después de que se realice la autopsia. El Ministerio de Relaciones Exteriores, que ha estado en contacto con la madre y una hermana del niño, solicitará una investigación formal por parte de las autoridades de Inmigración y del hospital, concluye la fuente■