La guerra contra el narcotráfico y las políticas de mano dura contra la criminalidad han derivado en una crisis nacional de detenciones y encarcelamiento. Estados Unidos tiene la mayor población carcelaria del mundo y los latinos, los afroestadunidenses y los pobres son los más afectados. ¿Cuál es el saldo de este encarcelamiento masivo en las familias y barrios latinos? ¿Qué hacen los estados y el gobierno federal por tratar esta crisis? ¿Quiénes se benefician de todo esto y cómo? Juan Cartagena presidente consejero general de Latino Justice, PRLDEF en la Ciudad de New York, y otras analistas platican con Samuel Orozco, director de Noticias de Radio Bilingüe, sobre reformas propuestas a las políticas que criminalizan comunidades enteras. En la entrega pasada Cartagena afirma que se goza a nivel nacional y en general de una disminución de la tasa de criminalidad y de los crímenes violentos. Por lo pertinenete que resulta en estos tiempos el tema, reproducimos aquí un texto de Samuel Orozco, al que se agregan segmentos de entrevistas con los invitados a este programa de Línea Abierta que aquí se reseña. Este reporte forma parte de nuestra serie, Hablando de la Raza: una conversación sobre lo que se habla y no se dice de lo que nos une y nos separa.
Samuel Orozco
Director de Noticias
Radio Bilingüe
La guerra contra el narco y las políticas de mano dura contra la criminalidad han llevado a una crisis nacional de detención y encarcelamiento masivo. Estados Unidos ha ganado la dudosa fama de ser un país de presidiarios, ya que aunque en él vive el 5 por ciento de la población mundial, su población carcelaria alcanza ¡la cuarta parte! de todos los presos del mundo.
Pese a que los índices de criminalidad en Estados Unidos han caído al nivel más bajo que nunca, las cárceles están abarrotadas con el número históricamente más alto de presos de todos los tiempos.
Alguien dijo: «hoy hay demasiados presos cumpliendo condenas demasiado largas».
Y una cantidad demasiado grande de esa ya de por sí desproporcionada población de presos procede de las barriadas pobres de afroamericanos y latinos, que son los más arrestados, los más encarcelados, los peor condenados y los que quedan más condicionados al salir de prisión. Así que las cárceles están desbordadas en gran medida por la facilidad con que se persigue y se condena a negros y latinos y pobres.
Ante esto muchos líderes reformistas han venido advirtiendo que es hora de repensar y cambiar las políticas de mano dura, la cultura del castigo que hace sentir bien, menos temerosos a algunos, pero que devasta por generaciones a comunidades enteras.
Y aunque el espanto de la criminalidad sigue siendo muy atizado por los sectores políticos pro ley y orden, hoy los vientos parecen estar cambiando. En varios estados comienzan a considerarse, o incluso a pasarse leyes o planes en favor de reformas urgentes al sistema de justicia criminal.
Hablemos de la crisis que vivimos en lo que se refiere a nuestro sistema penal (pregunta a Juan Cartagena el autor de esta nota). Sabemos que la población carcelaria se ha disparado hasta las nubes en los últimos 40 años. Hay más presos que nunca. Y se dice que esto es resultado de las políticas de mano dura que se impusieron para aplacar a la carrera los temores de la ciudadanía a los delincuentes. Se trató de agarrar a más gente y de dejarla más tiempo encerrada. Denos una idea del tamaño del problema. ¿Qué tan grande o masivo es sobre encarcelamiento?
“Nosotros en este país encarcelamos nada más que 2.2 millones de personas, mucho más allá que cualquier otro país. Tenemos que cuestionar críticamente esto porque estamos en esta posición. ¿Por qué en este país se castiga repetidamente y por periodos -en algunos casos- permanentemente a personas que han cometido un delito? Un país donde el castigo es no solamente duro cuando uno está encarcelado. Le sigue hasta donde uno sigue viviendo en su vecindario, en sus hogares. Es más difícil conseguir un trabajo, es imposible conseguir un préstamo para la universidad. Es imposible vivir en vivienda pública. Esa combinación de no solamente el castigo de encarcelación sino también el castigo de ser encarcelado en su pasado. Estamos gastando mucho dinero de los fondos públicos para encarcelar y no hemos tenido un resultado adecuado en cuanto a esta política…».
He mencionado dos cosas que han llevado a esta crisis de mega población carcelaria en Estados Unidos. Las políticas de mano dura y la guerra contra las drogas. ¿Cuáles son los detalles de la forma en que estos planes políticos han creado el problemón de cárceles abarrotadas?
Porque estas políticas y esta crisis carcelaria no afecta por parejo a todos. Los latinos y los negros, los pobres están super-representados en las celdas. ¿Cómo es que terminan siendo arrestados con mayor facilidad y luego acusados y sentenciados a penas más largas por el mismo delito, y luego supervisados por más tiempo al salir? ¿Cuál es la mecánica de esto?
Cartagena:
“Dos cosas ocurren… es la persona que trae el dinero al hogar…”, la que es encarcelada, «y la mayoría son mujeres, que son madres… que dejan solos a sus hijos, muchas veces sin padres también… salen sin destrezas ni educación, sin esperanza…”.
Este encarcelamiento de tantos cientos de miles de gente de color tiene su origen en sus vecindarios, sus barrios, sus comunidades, que de por si son muchas veces las comunidades más pobres. Al sacar del barrio a tanta gente en edad de producir o al regresar al barrio pero llenos de condiciones y restricciones, todo esto hace caer aún más no sólo a la familia afectada sino a la comunidad de familias y al barrio entero. Y esto a su vez sigue siendo caldo de cultivo de rencores.
Hay incluso cuadras o bloques enteros donde hay más concentración de gente en prisión a los que se ha bautizado como «Million Dollar Blocks», por los millones que se gastan en su reclusión a lo largo de varios años. Y así es: mantener el sistema carcelario cuesta caro. Es costosísimo. Más incluso que la educación universitaria a veces.
Cartagena:
En años pasados, algunos reformistas del sistema de justicia penal han hablado de un concepto: de Justice Reinvestment: Reinversión de Justicia. O sea, reducir la población encarcelada, reducir los gastos e invertir esos ahorros en las comunidades más golpeadas. -¿Que ha pasado con estas iniciativas de gobierno?
En Washington tenemos nuevo jefe del sistema policial y penal, de la administración federal de justicia, Jeff Sessions es el procurador general. Y Sessions y Trump son partidarios de perseguir a los delitos de drogas, perseguir al inmigrante, y seguir con mano dura en las sentencias.
Jeff Sessions dice que hoy los índices de criminalidad andan en niveles históricamente muy abajo. Esto ha dado lugar a que gente que antes se resistía a hacer algo sobre el asunto del encarcelamiento masivo hoy quieren ser parte de la conversación sobre reformas al sistema de justicia penal, sobre todo por las millonadas que cuesta cada año mantener ese inflado sistema. ¿Están dadas las condiciones para reformas serias, de alguna significación, a gran escala, o solamente a nivel estatal?
Y ya que se menciona a los grandes números de gente pobre, negra, latina, que esperan su juicio estando en la cárcel… el problema que aflige a los acusados es el problema de las fianzas, generalmente exorbitantes… como parte de una lucrativa industria multinacional.
En este último segmento, los altísimos índices de encarcelamiento de gente de color, pobre e inmigrante, responde los intereses económicos de poderosas corporaciones transnacionales, dice Jacinta González, directora de campo, de la agrupación Mijente, en Phoenix, Arizona. También se incluye la opinión de Eunisses Hernández, coordinadora de políticas de Drug Policy Alliance, en Los Ángeles, California.