Una de las expresiones folclóricas más antiguas del continente es la música de los pueblos primarios de Los Andes: los Aymaras y Quechuas, son culturas milenarias que han transmitido a través de generaciones su rica tradición oral y su manera de ver el mundo, buscando convivir en plena armonía con el planeta. En San Francisco, California, un grupo de inmigrantes de la región andina se reúne para tocar esta música, aprender las danzas que la acompañan, fabricar instrumentos y vestimentas y rendir tributo a la Madre Tierra, la Pachamama en lengua quechua. Fernando Andrés Torres reporta desde San Francisco. Este reportaje es parte de la serie Raíces: Historias sobre los artistas del pueblo.
Los miembros del Colectivo Anqari se juntan semanalmente en un taller de carpintería a ensayar su música y a aprender las coreografías que acompañan las melodías ancestrales.
Sonidos del ensayo…
Ceremoniosamente el grupo marca el ritmo con los pies, entonando una canción y danzando en círculo. Luís Valverde es uno de los fundadores del grupo:
“Con Anqari, desde el comienzo tuvimos bien en claro que queríamos enfocarnos en El Altiplano, una región, una meseta andina en el corazón básicamente de la Cordillera de Los Andes
Se bautizaron con el nombre de Anqari, la diosa aymara del viento, porque la mayoría de los instrumentos que el grupo toca son aerófonos.
Música de tarka…
Luis Valverde:
“Este instrumento se llama tarka. Es un instrumento que usan los campesinos indígenas aymaras, de características mestizas. Se cree que se haya creado en la época de La Colonia, porque tiene el canal de insuflación que usaban las flautas españolas. Es un instrumento para las ofrendas a la Pachamama, de connotación femenina porque la Pachamama es mujer”
Chris Yerke, uno de los encargados de fabricar y preparar los instrumentos se encuentra en el taller terminando de fabricar unos grandes tambores llamados bombos.
Sonido ambiental del taller…
“El bombo es el corazón de nuestro grupo. Entonces hemos armado un proyecto para hacer bombos de sikuris. Es importante porque uno tiene que tocar el sikus y el bombo a la vez. Estamos fabricando el cuerpo del bombo al estilo del altiplano, alrededor del lago Títicaca”.
Milena Yerke agrega:
“Este instrumento, el sikus, la zampoña, se toca en las comunidades rurales principalmente en épocas de cosechas o rituales”
Milena Yerke tiene en sus manos un instrumento dividido en dos hileras de cañas de bambú, que tienen intercalada la escala musical. Ella dijo que tradicionalmente los que tocan esta música han sido hombres.
Milena Yerke:
“Las mujeres, tengo entendido que no querían incluirse, y tampoco los hombres las incluidas, o sea que tampoco eran excluidas. Estar en el grupo Anqari, siendo mujer, para mí es un gran privilegio; porque he aprendido mucho todo lo que es el espíritu del sikuris. Mucha gente tiende a perder lo que es su cultura. Es importante saber de dónde uno viene. No importa tanto a dónde uno va sino de dónde uno viene”
Nacido en el distrito de Chacaltaya, en La Paz, Bolivia, Gabriel Escobar Gonzáles dice que la música lo comunica con sus ancestros, con sus raíces:
“Yo soy, de parte de mi papá, aymara, y de parte de mi mamá, quechua. Cada vez que agarro el sikus y el bombo me transporto. Es como que me lleva a un pasado en el que viví hace miles de años. Cierro los ojos y veo las montañas, la naturaleza. Se manifiesta de esa forma. Es algo especial para mi, y nosotros traemos esa tradición aquí a San Francisco”
Música del grupo…
Héctor Zapana es uno de los más fogueados sikuris, ejecutantes del sikus. A los cinco años de edad, aprendió a tocar la música de su pueblo aymara, en la Isla del Sol, frontera de lo que es hoy Bolivia y Perú. A los diez años de edad aprendió a hablar español. Héctor dice que la música ancestral cumple variadas funciones, incluso para lo que California tanto necesita, la lluvia:
“Tenemos una visión espiritual con el grupo. No solamente es para diversión. Sino que es para mover la energía alrededor. Para las cosechas hay especiales tonadas, para tocar zampoñas y también quenas. Si necesitamos llamar la lluvia hay diferentes tonadas también para eso. Con esas energías se juntan las nubes y crea la lluvia. Entonces sí, es bastante ceremonial. Si encuentras una tonada repetitiva llegas a un trance y ese trance es donde tú te encuentras contigo mismo”
Esa espiritualidad y el amor por la música andina es lo que el grupo busca mantener y transmitir a las nuevas generaciones. Edson Veizaga llegó a San Francisco desde Bolivia cuando tenía veinte años. Hoy participa junto a su padre, Freddy, logrando algo que nunca hizo en su país: aprender la música autóctona aymara y quechua.
Edson Veizaga:
“Me gusta mucho la música andina y estoy aprendiendo a tocar aquí. Mi papá me incitó a unirme al grupo. Al principio estaba dudando. Mientras más aprendí, más me gustó, y es una manera como de aprender mis raíces también y descubrirlas”.
Para la Edición Semanaria del Noticiero Latino, desde San Francisco, California, Fernando Andrés Torres.
Fotos no indicadas: Zaidee Stavely