Mujeres centroamericanas se sienten atrapadas al cerrarse las puertas de asilo en Estados Unidos

El Salvador, Honduras y Guatemala se encuentran entre los países más peligrosos del mundo para las mujeres. Cada año, miles huyen de la violencia relacionada con las drogas y las pandillas o la violencia doméstica. Hace más de tres años, una corte de Estados Unidos amplió la categoría de asilo para proteger a estas mujeres en peligro. Sin embargo, las políticas de la nueva administración federal están cerrando esta puerta de salvación dejando a muchas atrapadas en sus países de origen, con poca esperanza y sin tener a dónde escapar. Nuestra colaboradora en Guatemala, María Martin nos cuenta la historia de dos guatemaltecas que viven el drama.


Albertina Gutiérrez y su hijo Lester, de 8 años de edad. Ella huyó de la violencia en Guatemala y halló asilo en Estados Unidos.

Albertina Gutiérrez y su hijo Lester, de 8 años de edad. Ella huyó de la violencia en Guatemala y halló asilo en Estados Unidos.

Se escucha en el ambiente…

“El 14 de agosto del próximo año a las 10 ¿Ok?”

Fuera de la oficina del servicio de Inmigración en San Antonio, Texas, los abogados de la inmigrante guatemalteca Albertina Gutiérrez, de 50 años, le informan que le consiguieron un permiso para que viva durante un año en Estados Unidos.

Sonido ambiente… “En un año entonces…”

Visiblemente aliviada, Albertina rompe en lágrimas cuando recuerda porque huyó de Guatemala:

“Junto con mi hijo me iban a matar, ya no quiero más regresar. Ya no, ya no quiero regresar allá”

Albertina logró quedarse debido a que la ley de migración amplió la definición de asilo.

Desde el 2014 incluye a mujeres que huyen de la violencia. Pero otras mujeres de Guatemala y otros países centroamericanos, no tienen la misma suerte.

Se escucha un rezo en q’anjobal…

Martina platica con su padre Daniel en el patio de su casa.

Martina Mendoza platica con su padre Daniel en el patio de su casa.

En la pequeña aldea indígena de San Martín Todos Santos, en su idioma q’anjobal maya, Aureliana Mendoza reza por su hija Martina, quien a sus escasos veinte años ya ha sufrido mucho.

“Siempre he estado triste…, a veces que me pongo a pensar muchas cosas, ¿por qué me han pasado esos problemas? ¿Por qué me sucedió eso?”, lamenta Martina.

Cuando tenía sólo 13 años de edad, Martina fue violada por un vecino de treinta años. Sus padres lo denunciaron y lo llevaron a juicio, pero como consecuencia, la familia sufrió amenazas. Temerosos y para alejarla del peligro sus padres le pagaron a un coyote para que la llevara a Estados Unidos.

“Y cuando cruzamos en el desierto, ahí sí sufrí mucho, me quedé en el desierto casi 4 días, me quedé sola, sola…”

Agentes de migración la encontraron, y la deportaron. Llegó para declarar en el juicio contra su violador, pero Martina tenía mucho miedo de enfrentarlo en la corte y se fue con unos familiares a playa del Carmen, México. Pero allí también sintió que personas conectadas con su violador, la estaban siguiendo y vigilando.

“Andaban dos tipos grandes, andaban buscando a mí, entonces a él le preguntaron que andamos buscando una chava le dijeron”, dijo Martina.

Martina y su familia

Martina y su familia

Sin sentirse segura en México ni en Guatemala, Martina intentó nuevamente ponerse a salvo en el Norte.

“Me fui otra vez a los Estados Unidos, intenté, intenté; quiero llegar, necesito estar allá”

Sin embargo, fue deportada por segunda vez, y regresó a su pequeña aldea de San Martin. Hace unos meses el abusador salió de la cárcel. Martina y la familia entera viven aterrorizados, dice su padre Daniel Mendoza:

“Yo miedo tengo. Fácilmente va a suceder lo que él dijo, pude secuestrar a mi hijo y tengo otro, mi menor de edad. Y ahorita en mi casa me siento miedo por las amenazas que me hicieron”

La abogada Denise Gilman:

La casa de Martina en San Martin.

La casa de Martina en San Martin.

Estamos viendo muy seguido, que la gente llega a la frontera, a la garita y le dice al funcionario de Inmigración que buscan asilo, que tienen miedo de regresar a su hogar. Y el oficial responde:

“No, nosotros no estamos aceptando asilo. Ya no estamos dando asilo o simplemente estamos ocupados”

Gilman afirma que con el endurecimiento de la política migratoria del presidente Trump, se ha puesto mucho más difícil conseguir asilo en casos como el de Martina, quien no encuentra consuelo.

“Ya no puedo más mamá, ya no puedo más papá. ¡Ayúdenme! ¿Qué hago? Ya no soporto estar aquí”

Casos como el de Martina hay miles. Y parece ser que la nueva realidad migratoria las está forzando a estar hasta más atadas a la violencia de la que tratan de huir.

Para la Edición Semanaria de Noticiero Latino, en San Martin Todos Santos, Huehuetenango, Guatemala, Texto y Foto de María Martin.

Este reporte recibió apoyo adicional de FIRE: Fund for Freelance Investigative Reporters and Editors y Fund for Investigative Journalism.
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