De la redacción
Hasta 1.5 millones de estudiantes se hallaron desamparados durante el ciclo escolar 2017-18, el mayor aumento registrado en los últimos 12 años. Entre las principales causas se hala la crisis de vivienda, la adicción a opioides, los incendios, las inundaciones y huracanes, pero también las fluctuaciones en las condiciones económicas locales. Por ejemplo, cuando una fábrica cierra y deja a los proveedores de la familia desempleados e incapaces de pagar el alquiler.
El desamparo registrado entre los estudiantes de Estados Unidos ha sido el mayor en los últimos 12 años. Una comparación entre los ciclos escolares 2017-18 y 2015-16 arroja un incremento del 15 por ciento, o de unos 102 mil estudiantes desamparados que, mientras estaban sin hogar, informaron haberse quedado durante temporadas breves y medianas en lugares «desprotegidos» (137%), como edificios abandonados y automóviles, o en casas de amigos y parientes, y hasta en las calles algunas veces durante el año escolar.
Esta situación pone en riesgo su estabilidad mental y su capacidad de aprender, dice un reporte del Centro Nacional de Educación para Personas sin Hogar, dado a conocer la semana pasada.
«El efecto dominó aquí es real», dijo a The New York Times la Dra. Megan Sandel, directora de la Clínica Grow en el Centro Médico de Boston, con sede en la Universidad de Carolina del Norte en Greensboro, que está financiado por el Departamento de Educación de Estados Unidos. El referido estudio encontró que hay “una crisis de asequibilidad de la vivienda… que arrasa con la nación y que sigue aumentando”.
La cifra del desamparo en 2017-18 fue más del doble de los casi 680 mil estudiantes que se hallan sin hogar , desde que reportados en 2004-05 inició el primer año escolar examinado por el centro, dijo su director, George Hancock, quien señaló que “la inestabilidad de la vivienda se asoció con retrasos en el desarrollo de niños y niñas con mala o buena salud”.
La fuente afirma que “Los números –de los estudiantes desamparados- influyen en la distribución de fondos federales y estatales para programas de personas sin hogar. Capturan sólo lo que informaron los funcionarios estatales o locales”. Los números de Vermont, por ejemplo, no se incluyeron para el año escolar 2017-18 porque el estado no los proporcionó a tiempo.
El mayor aumento de estudiantes desamparados en los tres últimos ciclos escolares, lo reportó el estado de Texas, y alcanzó a más de 231 mil en 2017-18, mientras 14 estados reportaron una disminución.
Los desastres naturales severos podrían haber impulsado aumentos del 32% en los estudiantes desamparados, particularmente en Texas y La Florida, golpeados por tormentas que asolaron miles de hogares, dijo a la fuente Barbara Duffield, directora ejecutiva de SchoolHouse Connection, una organización sin fines de lucro con sede en Washington que apoya a los jóvenes sin hogar.
Pero agregó que “la falta de viviendas asequibles, las crisis de adicción a los opioides y metanfetaminas, y las fluctuaciones en las condiciones económicas locales (una fábrica que cierra, dejando a los padres desempleados e incapaces de pagar el alquiler, por ejemplo) influyen también en el aumento de estudiantes sin hogar”. En muchos casos, los distritos escolares han mejorado en identificar qué estudiantes no tienen hogar. “Cuando prestan más atención, cuando invierten en capacitación, cuando salen a la comunidad, los números también aumentan».
Por su parte, la directora de programas federales del distrito en el condado de Santa Rosa, Florida, Karen Barber sostiene que los números de estudiantes desamparados han disminuido en los últimos años en ese condado, “a medida que la economía local ha mejorado y el distrito ha ampliado los programas para ayudar a los estudiantes sin hogar”. Pero, acotó, “el aumento de los costos de la vivienda ha mantenido las cifras más altas de lo que deberían ser… No estamos moviendo la aguja tanto como pudimos debido a la falta de viviendas asequibles. Ese es realmente el mayor problema».
La manera como el distrito busca «banderas rojas» que podrían indicar que un estudiante no tiene hogar, son “las tardanzas recurrentes o un saldo de almuerzos escolares no pagado”.
Duffield dijo al Times que muchos estudiantes a menudo «viven con miedo y vergüenza». Además, se vale señalar que muchas familias no denuncian la falta de vivienda “porque piensan que constituiría a acusaciones de abuso o negligencia infantil”, lo que les traería problemas legales.
Y Marybeth Shinn, profesora de la Universidad de Vanderbilt, que investiga la falta de vivienda, sostiene que «Las personas no informan a los funcionarios escolares cuando no tienen hogar».
Con todo, las cifras anuales del referido informe probablemente subestiman el problema, porque por ejemplo, “no incluyen a estudiantes de escuelas privadas… Una auditoría realizada por California en noviembre descubrió que los distritos de las escuelas públicas no contaban significativamente el número de estudiantes sin hogar”. Y tampoco incluyen a los niños que aún no estaban en el kinder, y que representan una parte significativa del número total de niños sin hogar. «No capturan el impacto que la falta de vivienda puede tener en los niños durante toda su vida».
Por último, Shinn elevó esta pregunta: “¿cuáles son los efectos a largo plazo de la falta de vivienda en los niños, en comparación con los efectos muy inmediatos?».
La pregunta ha quedado en el aire■