Migrantes resisten el desastre del Huracán Harvey, ahora enfrentan incierto futuro

Cuando las aguas comienzan a bajar.

Cuando las aguas comienzan a bajar.

Con el temor de ser deportados, sobre todo luego de la firma de una draconiana ley estatal de inmigración y con las imágenes frescas de la desastrosa evacuación del último huracán, centenas de miles de habitantes indocumentados resistieron en sus casas o con familiares y amigos los embates de los fuertes vientos y torrenciales lluvias del huracán Harvey. Las autoridades tratan de aliviar los miedos de los inmigrantes aclarando que no habrá agentes federales en los centros de albergue y alimentación. Rubén Tapia con las historias de algunos de los afectados y voluntarios de esta tragedia. Este reporte es parte de nuestra serie, Hablando de la Raza.



Juan Carlos Rodríguez Figueroa es un trabajador hondureño de la construcción, de 35 años de edad. Tiene 4 años en Houston, Texas. Recuerda los momentos más difíciles que vivió durante el devastador huracán Harvey:

“Ya el día domingo en la mañana es cuando teníamos el agua cerquita, ya en la puerta… ya había cubierto la calle, entonces nos asustamos”

Juan Carlos Viven con su esposa que tiene 8 meses de embrazo, en una casa de un piso en una zona principalmente afroamericana. Le dio albergue a otros familiares, a los que quiso convencer que todos se fueran a los refugios que ofreció el alcalde Sylvester Turner, quien les garantizó que no actuaría inmigración en medio de la tragedia.

“El problema fue que en ese mismo momento, en otro medio de comunicación dijeron que en otra ciudad cercana le habían pedido las huellas a unas familias inmigrantes, entonces ya no puede convencer a mi familia”, dijo.

Personas afectadas hacen la fila para ingresar a uno de los albergues que improvisó la Ciudad.

Personas afectadas hacen la fila para ingresar a uno de los albergues que improvisó la Ciudad.

Para su fortuna el agua sólo se les metió en el garaje. Estaban tranquilos, pero no sus vecinos en otra parte del barrio muy cerca de un arroyo que se desbordó.

“Esta gente estaba desesperada, algunos gritaban. Otros querían escapar en sus carros pero quedaban atrapados en los agujeros que la misma agua provocó”

Al ver lo que sucedía no lo pensó dos veces:

“Yo decidí, como mi troca es un poco alta, con otros vecinos salir a jalar a esas personas, verdad, con una soga, porque llevaban a su familia adentro”

También, recataron a personas mayores de varias casas inundadas, con una lancha impulsada que tenía, con pedales.

“Les daba miedo que los sacaran de adentro de sus casas porque les daba pánico el agua; ya les estaba entrando un pie a sus casas”

Nueve horas pasaron rescatando a sus vecinos, bajo la lluvia que no cedía. Unos durmieron en hoteles cercanos y otras familias en sus autos en partes de la ciudad no inundadas. Un día después llegaron los equipos de rescate. Juan Carlos se ofreció de guía.

“Como ya conocía el área, yo les decía, por aquí…”

Otra panorámica de la ciudad una vez pasado lo peor, y días después de que las aguas comenzaran a bajar de su máximo nivel.

Otra panorámica de la ciudad una vez pasado lo peor, y días después de que las aguas comenzaran a bajar de su máximo nivel.

“Eran como las 3 de la mañana cuando me desperté, no teníamos luz”

Larisa tiene 19 años. En su casa de un piso, donde vive con sus papás, se refugiaron sus dos hermanos y tres sobrinos pequeños. Su recámara tiene dos grandes ventanas, dijo:

“Sentía cómo temblaban, cómo el viento chiflaba. Era algo que nomás en las películas yo miraba. Nunca pensé que yo fuera a pasar por algo así”

Su casa no se inundó y vivieron encerrados durante tres días. Por la televisión y las redes sociales, asustados, vieron la destrucción de otras partes de la ciudad. En ocasiones rezaban, pero también hacían otras cosas:

“Jugar con los niños, colorear, limpiar la casa… con los perros”

Cuando disminuyó el peligro Larisa salió en su auto a inspeccionar la zona. Auxilió a su abuelito, que se había perdido la diálisis que necesitaba, y fue a ayudar a un centro comercial, acondicionado como refugio. Escuchó muchos testimonios de inmigrantes que lo perdieron todo, pero también de la rapiña comercial.

“Les vendían las cosas muy caras: una libra de carne molida vale como 4 dólares. ¿Y a cuánto la compró? A 34 dólares. Un paquete de agua de doce botellas de agua normalmente cuesta de 1 dólar 99 centavos, o 3.99a lo más. La compraron a 40 dólares”

Uno de los albergues que habilitó la ciudad para attender a los afectados por el meteoro Harvey.

Uno de los albergues que habilitó la ciudad para attender a los afectados por el meteoro Harvey.

Larisa y su familia no se fueron a un refugio. En el 2005, durante el huracán ‘Rita’, pasaron una amarga experiencia. Ella tenía tan sólo 7 años y junto a sus padres, un hermano menor y como más de 2 millones de personas, evacuaron la zona de peligro por carretera.

“Un viaje que en carro dura de 3 a 4 horas en llegar, tardamos de 24 a 30 horas en llegar. Mucha gente estábamos nomás parados en el tráfico. A mucha gente se le acabo la gasolina”

Poco más de cien muertes se atribuyeron a Rita, gran parte durante la obligatoria evacuación; por eso en esta ocasión fue voluntaria. La Agencia Federal para el Control de Desastres, FEMA, enlistó 260 refugios. Más de 30 mil personas acudieron, una cantidad mínima si en Houston y los alrededores viven más de 6 millones de personas, una décima parte indocumentadas.

Voluntarios de FIEL en el Centro de Convenciones Gerogio R. Brown…

Para ayudar a los afectados un grupo de voluntarios de FIEL (Familias Inmigrantes y Estudiantes en la Lucha), una organización pro inmigrante de Houston, llegó al Centro de Convenciones donde se refugiaron unas 10 mil personas, un 15 por ciento latinas, estima Alain Cisneros, uno de los organizadores. Muchos llegaron a pesar de sus temores.

“Una señora que llorando me dijo que desde que llegó al refugio no se había movido a ningún lado, por tener miedo y temor a la policía”, dijo Cisneros.

Les proporcionan techo, alimento y atención médica primaria, pero la ayuda a largo plazo es otra historia. FEMA dio a conocer los requisitos para recibir esta urgente ayuda. Que no dejen fuera a las familias migrantes es uno de los objetivos de FIEL, afirma Cisneros:

“Y esas son preguntas que todavía están desarrollándose con la administración federal, para ver cuáles van a ser la guías”, dijo.

Columna de humo tóxico y pestilente tras una de las explosiones de la fábrica de petroquímicos, ARKEMA, donde se siguen quemando los contenedores con sustancias toxicas peligrosas. Foto: de la página de Facebook de TEJAS.

Columna de humo tóxico y pestilente tras una de las explosiones de la fábrica de petroquímicos, ARKEMA, donde se siguen quemando los contenedores con sustancias toxicas peligrosas. Foto: de la página de Facebook de TEJAS.

Además de las inundaciones y la destrucción de más de 30 mil viviendas, los habitantes de Houston enfrentan otro gran peligro: la contaminación dispersada por las fuertes corrientes que inundaron instalaciones petroleras y otras fábricas, además de las sustancias toxicas que lanzaron al aire durante el cierre temporal, señala Juan Parras, director de TEJAS, o Servicios para la Defensa de la Justica Ambiental.

“El daño que pueden causar aquí es tremendo”, afirmó Parras.

Además, habrá nuevas emisiones cuando reinicien operaciones, con un riesgo adicional de explosiones, como las que sucedieron con la compañía Arkema. La inmensa mayoría de estas compañías están en el Houston Ship Channel.

“52 millas de petroleras, plantas de químicas, de refinadoras”, apuntó el director de TEJAS.

El estado de Texas no obliga a las petroleras y petroquímicas a dar a conocer información detallada sobre los químicos tóxicos y las cantidades que manejan, para prevenir –dicen- que terroristas puedan usar esta información.

Juan Parras, fundador y director ejecutivo de T.E.J.A.S. (Texas Enviromental Justice Advocacy Services). Foto: de la página de Facebook de TEJAS.

Juan Parras, fundador y director ejecutivo de T.E.J.A.S. (Texas Enviromental Justice Advocacy Services). Foto: de la página de Facebook de TEJAS.

Pero Parras no está de acuerdo:

“La gente debe de tener acceso a conocer lo que las compañías tienen en las refinadoras, para su misma protección”

En caso de que una persona se enferme a causa de la contaminación, su doctor necesita detalles sobre el químico al que fue expuesto.

“Uno le afecta los riñones, otro los pulmones…”

Esta falta de transparencia, que tampoco informa las medidas que están tomando para proteger a los habitantes de esta región, es muy peligrosa, señala Parras.

“No están tomando bien las medidas, porque aquí en Houston se considera la capital del petróleo y del gas; aquí los políticos y los científicos, y los que tiene el poder y el deber de proteger a la gente, a veces protegen más a la industria que a la gente”

La gente en mayor riesgo vive en Pasadena, muy cerca del Ship Channel. Son en su mayoría latinos y afroamericanos que trabajan en esas industrias. Por eso el veterano ambientalista, Juan Parras y otros científicos van a investigar los niveles de contaminación que les dejó el huracán Harvey.

“Junto con la universidad de Texas y los científicos de ellos vamos a ir a colectar tacitas de agua”, dijo Parras.

Por su parte el gobernador de Texas, Greg Abbott declaró que necesitará más de 120 mil millones de dólares de ayuda. No está claro si destinará recursos para la descontaminación.

Manifestantes que repudian la ley SB4 celebran su aplazamiento por tiempo indefinido debido a la tragedia que vive Texas con la destrucción de Harvey. Hasta ayer domingo se reportaban 41 muertes por este motivo, pero las autoridades han dicho que es muy posible que habrá más.

Manifestantes que repudian la ley SB4 celebran su aplazamiento por tiempo indefinido debido a la tragedia que vive Texas con la destrucción de Harvey. Hasta ayer domingo se reportaban 41 muertes por este motivo, pero las autoridades han dicho que es muy posible que habrá más.

En medio de la tragedia la comunidad inmigrante tuvo un momento de alegría cuando supieron de la suspensión temporal de la mayor parte de la ley SB4. Los activistas de FIEL se tomaron un respiro para celebrarla.

Sonido de evento de FIEL…

Por su parte, Juan Carlos Rodríguez Figueroa, uno de los miles de héroes anónimos de esta tragedia y quien además es cantante y compositor, y su hijo está a punto de nacer, a pesar de esta dura experiencia no tiene dudas de que llegó a Houston para quedarse:

“No, no, no… yo amo a esta ciudad”

En ‘Diario de un Inmigrante’ relata su travesía desde Honduras, y sus sueños de progreso:

Por fin podré comprarte mamá
La casita que tanto te prometí.
Y dar a mis hijos un mejor porvenir.

Para la Edición Semanaria de Noticiero Latino, Rubén Tapia.

Fotos: Excepto 2, cortesía de FIEL (Familias Inmigrantes y Estudiantes en la Lucha), organización pro inmigrante de Houston, TX.

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