Recientemente funcionarios de alto nivel de los gobiernos de México y Estados Unidos se reunieron para establecer un nuevo acuerdo de seguridad bilateral, el ‘Marco Bicentenario México-Estados Unidos para la Seguridad, la Salud Pública y las Comunidades Seguras’, que establece prioridades para la cooperación entre ambos países, asolados por el tráfico de drogas, personas y armas letales a través de la porosa frontera, de ahí que ambas naciones se hayan enfocado en el combate a las causas profundas de esta violencia.
El encuentro de binacional de alto nivel también buscó ‘pintar la raya’ con la Iniciativa Mérida de 2007, firmada bajos gobiernos de George W. Bush y Felipe Calderón. Como se recordará tal vez, el Congreso de los Estados Unidos aprobó entonces un paquete de asistencia con un costo de mil 600 millones de dólares para un plazo de tres años. Durante el primero, la Iniciativa Mérida proporcionó a México 400 millones de dólares en equipo bélico de alto der y en entrenamiento, desarrollo de estrategias, seguridad fronteriza y reforma judicial.
El marco del Plan se establecía que México trabajaría para combatir la corrupción y el tráfico de drogas, y Estados Unidos abordaría la demanda de drogas y detendría el flujo de armas ilícitas hacia el sur. Sin embargo, dicha cooperación bilateral «no protegió a los ciudadanos estadunidenses de las drogas ilegales tóxicas ni a los mexicanos de las bandas criminales viciosas”, que surtían sus armas letales de Estados Unidos, según un informe de la Comisión de Política de Drogas del Hemisferio Occidental del Congreso de Estados Unidos de diciembre de 2020.
Pero los resultados no fluyeron como lo hizo el dinero. Un reporte de Pie de Página señala que “mientras en 2006 había cuatro grandes grupos criminales que controlaban el trasiego de droga, ahora hay entre seis y nueve organizaciones con 28 bandas locales…, aunque un grupo de investigación identificó 463 de esas bandas operando en México entre 2009 y 2019”, además de una incontrolada proliferación de laboratorios clandestinos para la fabricación por ejemplo del fentanilo, que a su vez creo una oportunidad para grupos criminales más pequeños.
Desde entonces, el flujo de armas de fuego de alto calibre desde Estados Unidos a México ha sido constante y cada vez mayor. Entre 2001 y 2016 por ejemplo, “el 70 por ciento de las 106 mil armas recuperadas y rastreadas por el gobierno mexicano fueron compradas en territorio estadunidense”, dice la fuente.
En tanto, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken y el secretario de Relaciones Exteriores de México, Marcelo Ebrard, acordaron el viernes 8 de octubre en la Ciudad de México, que después de 13 años de fracaso del Plan Mérida, “nos corresponde una mirada actualizada a la cooperación de seguridad bilateral en toda la gama de problemas y preocupaciones de nuestros gobiernos y nuestros pueblos”, dijo Blinken, según The Arizona Republic.
El referido Marco Bicentenario, título del acuerdo alusivo a los 200 años de relaciones binacionales, dice el Arizona Republic, consta de tres objetivos y 10 medidas: proteger a las comunidades, prevenir el contrabando y la trata y desarticular las redes delictivas… poner énfasis en un enfoque a largo plazo que prioriza tanto la salud como la seguridad públicas, y abordar las causas fundamentales de la violencia… además, incluye prevenir el uso indebido de drogas y mejorar el apoyo a la recuperación, reducir los homicidios en México mediante la profesionalización de los sistemas de justicia penal y aplicación de la ley, fortalecer la vigilancia y detección de precursores de drogas, y reducir el tráfico ilícito de armas.
El marco del acuerdo está guiado por “una responsabilidad compartida e impulsada por el interés de disminuir las actividades y el daño causado por las organizaciones criminales transnacionales”. Los altos funcionarios han dicho que esperan “un plan de acción antes del 30 de enero de 2022”.
Con todo, los funcionarios aceptaron que el Acuerdo del Bicentenario enfrenta desafíos cada vez mayores “a medida que las organizaciones criminales transnacionales se diversifican hacia nuevas industrias ilícitas, como el contrabando de fentanilo, mientras persisten viejas amenazas como el tráfico ilícito de armas y de personas”, sostiene el Arizona Republic.
Por el momento el acuerdo no establece ningún plan de acción. Marcelo Ebrard explicó que si bien el Plan Mérida “se centró en la selección de capos pero este nuevo marco presenta una visión más holística”. Por su parte los funcionarios estadunidenses nunca aclararon cuántos fondos se destinarán al nuevo acuerdo bilateral. Aunque el Secretario Blinken señaló que el financiamiento para este nuevo acuerdo “se determinará en función de los objetivos, y no al revés”■