Una de las más recientes acciones del gobernador republicano de Texas, Greg Abbott para atacar a la comunidad migrante de esa zona deja ver cada vez más claramente que esta serie de medidas punitivas están dirigidas en realidad al voto duro republicano, trumpista, que es el voto inherente al estadunidense blanco conservador desde la fundación de este país, que ha cruzado las décadas de la mano de su mantra político sobre la «seguridad fronteriza» y el muro, temerosos de perder algo que de origen nunca ha sido suyo.
Marco Vinicio González
Si algo hay que señalar del gobernador texano Greg Abbott es su persistencia, a repetir una y otra vez sus virulentos ataques -propagandísticos- contra los inmigrantes y la migración. El más recientes de ellos, con costos económicos altísimos para los mexicanos y los choferes que cruzan la frontera, por el bloqueo que les exige una innecesaria y deleznable tercera revisión a los vehículos de los trabajadores del volante.
Estos trabajadores migrantes son padres de familia que para proveer sustento a sus familias no trabajan por hora sino por entrega y estuvieron varados una semana en la frontera, algunos con productos perecederos, lo que causó serias pérdidas económicas para ellos, sus familias y finalmente para el consumidor en medio de una inflación galopante, además de romper la cadena de suministro para la producción de la zona.
De esto habló Línea Abierta hoy, de las “estrategias” de Abbott para atraerse votos a costa de los inmigrantes de siempre.
Samuel Orozco inicia el programa que conduce presentando la reacción del presidente Andrés Manuel López Obrador, en su conferencia de prensa mañanera, ante las medidas de Abbott quien en otras acciones también envió decenas de migrantes indocumentados a la ciudad de Washington en autobuses fletados.
Además, Orozco platica aquí sobre esto y más con Carlos Marentes, dirigente del Centro de Trabajadores Agrícolas de la Frontera, con sede en El Paso, Texas.
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Orozco afirma que Marentes dio una clara idea de lo que significa para un inmigrante indocumentado vivir en una ciudad texana, principalmente fronteriza sin una identificación oficial.
Los trabajadores jornaleros de los campos agrícolas sin identificación y a quienes de pronto se les paga con un cheque, «dejan casi la mitad de su salario en esos negocios donde les cambian sus cheques sin necesidad de identificarse», pero les cobran el 30 por ciento por cambiárselos, lo que es tanto como un robo, dice el líder laboral.
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Una de las ironías de la persecución a los inmigrantes indocumentados por parte de gobiernos republicanos como el de Abbott es que precisamente este sector de la sociedad contribuye al fisco con la friolera de 30 mil millones de dólares anuales en impuestos. Y que es precisamente cuando se trata de las políticas fiscales o del gasto público cuando se le regatea lo que le costaría al fisco brindarles acceso a los servicios públicos, cuando no protestan contra el dispendio de gastos superfluos que ni siquiera pueden justificarse, como dijera Marantes.
“Es un subsidio enorme para la economía fronteriza”, las contribuciones no ya de los migrantes, que andan por el medio billón de dólares anuales a nivel nacional, sino tan sólo de los inmigrantes indocumentados, que es de 30 mil millones al año. “Son los que sacan los productos de la tierra, los que producen la comida, los que trabajan en la limpieza, las que cuidan los niños y a los ancianos, los miles que trabajan en la construcción y que cumplen una función positiva para la economía de la ciudad”.
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