De la redacción
El presidente Trump anunció este jueves que impondrá aranceles rígidos sobre las importaciones de acero y aluminio, colocando un impuesto sobre cada envío extranjero de esos metales hacia Estados Unidos: 25 por ciento para el acero y 10% al aluminio. Estas imposiciones entrarían en vigor la próxima semana, y prometió que estarían vigentes «por un largo período de tiempo». Con esto Trump está cumpliendo una promesa clave de su campaña por la presidencia. Pero el anuncio sacudió a los mercados bursátiles y podría desatar represalias comerciales de los principales socios de Estados Unidos, ya que la perspectiva de una lucha comercial global parece inminente. Como es su costumbre, el presidente tuiteó a la mañana siguiente: «Las guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar».
El anuncio del presidente Trump sobre la imposición de aranceles “más estrictos sobre el acero (25%) y el aluminio (10%), provocó que las bolsas de valores de todo el mundo cayeran y podría provocar que otros países actúen. El ministerio de comercio de China por ejemplo, expresó su «grave preocupación» por los planes de Estados Unidos de imponer aranceles al acero y al aluminio, y es probable que la medida perjudique a los aliados de este país, así como a los productores chinos.
Analistas dijeron a la televisión que de imponerse dicho arancel Estados Unidos sería altamente perjudicado. La medida causaría serias pérdidas de empleos, pues la industria automotriz utiliza bastante acero para el chasis de los autos, y el uso del aluminio es cada vez mayor en los aviones, así como ambos metales en la industria de la construcción, entre las principales fuentes de consumo.
Por otra parte, el anuncio ocurrió mientras negociadores de México, Estados Unidos y Canadá efectuaban en la capital mexicana la séptima ronda de negociaciones para hacer ajustes al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), del que Trump ha amenazado en reiteradas ocasiones con retirar a Estados Unidos.
En tanto, Ildefonso Guajardo, secretario de Economía del gobierno mexicano se reunió ayer en Washington, con su par estadunidense, Wilbur Ross, y con el representante comercial de Estados Unidos, Robert Lighthizer, “en momentos en que las preocupaciones sobre el acero, los tomates y el azúcar elevan las tensiones en la relación bilateral”, reportaron agencias.
De acuerdo con el periódico mexicano La Jornada, Guajardo habló con Lighthizer “sobre la agenda de la próxima reunión ministerial de América del Norte, que tomará lugar el próximo lunes dentro del marco de la séptima ronda de negociaciones del TLCAN.
En cuanto a China, aunque su gobierno no había mencionado hasta ayer ningún tipo de medidas de represalia, según el semanario inglés, The Guardian, el gigante asiático “alentó a Washington a resolver las disputas a través de la negociación. Funcionarios chinos dijeron previamente que tomarían ‘medidas necesarias’ para defender sus intereses nacionales”.
Como se recordará, durante la campaña electoral que llevó a Trump a la Casa Blanca el entonces candidato criticó frecuentemente a China señalando que la relación comercial era «el mayor robo en la historia del mundo», y lo comparaba con una ‘violación’”. También se comprometió a proteger la industria siderúrgica de Estados Unidos, y este es el primer paso importante para cumplir –según él- dichas promesas.
Como es de suponer la declaración del presidente contraviene los deseos de los asesores pro comercio de Trump. No obstante, «La autoridad de Trump para imponer aranceles tan radicales se deriva de una investigación del Departamento de Comercio el mes pasado, que concluyó que el metal importado amenazaba la seguridad nacional al degradar la base industrial estadunidense», reporta por su parte The New York Times.
La administración ha dicho que quiere combatir la inundación de metales baratos en Estados Unidos, particularmente desde China. Pero un amplio conjunto de aranceles recaería más en los aliados, especialmente en Canadá, que suministra acero y aluminio a empresas estadunidenses y militares.
«La gente no tiene idea de lo mal que otros países han tratado a nuestro país», dijo Trump el jueves. «Han destruido la industria del acero, han destruido la industria del aluminio y otras industrias, francamente», sostuvo la fuente.
«El impacto en China no es grande», dijo Li Xinchuang, vicesecretario general de la Asociación China del Hierro y el Acero. «No se puede hacer nada con Trump. Ya estamos insensibles a él», reportó The Guardian.
«Si realmente quiere dañar las exportaciones de China a Estados Unidos, necesita mirar los artículos de electrónica y telecomunicaciones», dijo Louis Kuijs, jefe de economía de Asia en la consultora Oxford Economics en Hong Kong. «Es mucho más difícil llegar a un acuerdo sobre eso porque muchas compañías estadunidenses enfrentarían daños colaterales y elevaría los precios para los consumidores estadunidenses».
Canadá tiene la mayor participación de importaciones de acero a Estados Unidos con un 16%, según datos del Departamento de Comercio. Le siguen Brasil y Corea del Sur, con importaciones de acero de China que cayeron un 5% en el período más reciente.
Y si Estados Unidos impusiera aranceles al acero de México, “el país buscaría adoptar represalias, dijo un funcionario que prefirió el anonimato; una reacción igual a la anunciada en enero, cuando se comprometió a actuar contra la decisión de Washington de fijar impuestos a las lavadoras y paneles solares importados”, sostiene La Jornada.
Canadá, Australia y la Unión Europea expresaron su oposición a los aranceles, pero no está claro si algunos países estarán exentos.
«La imposición de un arancel como este no hará más que distorsionar el comercio y, en última instancia, creemos que conducirá a una pérdida de empleos», dijo el ministro de comercio australiano, Steven Ciobo. «Me preocupa que, a raíz de acciones como esta, podamos ver medidas de represalia implementadas por otras economías importantes. Eso no está en el interés de nadie», concluyó el ministro de acuerdo con The Guardian.