El estado de Oaxaca todavía sigue recuperándose de uno de los más fuertes terremotos que ha sufrido México en casi un siglo. El epicentro del remesón ocurrió en la principal ruta que usan miles de centroamericanos para llegar a Estados Unidos. El temblor ha complicado su viaje al norte. Levi Bridges conversó con varios de ellos, quienes se quedaron varados en el refugio Hermanos en el Camino, en Ixtepec, Oaxaca. El reporte, en la voz de Rubén Tapia.
Se escucha sonido de jugadores de un juego de mesa…
Un tablero para jugar damas es el lugar más popular del albergue. Un grupo de migrantes centroamericanos mueven fichas o tapaderas de botella que usan a manera de fichas sobre una superficie de madera. Los cuadros del tablero los pintaron con esmalte para las uñas de color azul y rojo. La competencia es intensa. El joven hondureño, Joel Álvarez gana la partida.
“Joel les ganó… ¡Joel campeón!”
Sonido ambiente de risas…
De esta manera se distraen de días largos y aburridos. La mayoría huyeron del acoso de las pandillas, como Álvarez, quien abrió una carpintería de muebles gracias a un pequeño préstamo en Honduras. Pero apenas tenía tres meses con el negocio, cuando lo visitaron unos pandilleros.
“Pura Extorción”, deplora Joel.
Le exigieron una cuota de más de mil dólares al mes, tres veces más de lo que ganaba.
“Jamás le iba a cumplir. Era imposible. Y me dieron 24 horas para salir del país. Si no, a la 25 yo hubiera estado muerto”
El refugio Hermanos en el Camino no es sólo un lugar para dormir. Los voluntarios que dirigen el albergue también los ayudan a regularizar su estatus migratorio en México, porque muchos son asaltados o extorsionados durante la travesía; crímenes que les dan el derecho de solicitar una visa humanitaria para vivir en México.
Sin embargo, después del sismo, las oficinas donde tramitan essas visas cerraron. Tres meses después ya funcionan con normalidad, pero para los migrantes que llegaron poco antes del sismo el proceso pudiera demorar meses.
Sonido de migrantes moviendo camas…
Durante una tarde, Álvarez ayuda a sacar camas de un dormitorio del albergue que quedó gravemente dañado por el sismo. Se preparan para dormir en el patio, bajo grandes tiendas de campaña. Uno de ellos recuerda que el terremoto que azotó Oaxaca en septiembre sonó como La Bestia, el famoso tren de carga donde los migrantes viajan por México.
Sonido del tren…
Cada 2 o 3 días, La Bestia pasa por el albergue; pero ahora los vagones se miran vacíos. Las autoridades mexicanas patrullan las vías del tren para que los migrantes no lleguen al norte. Esto es parte del Plan Frontera Sur, un programa financiado por Estados Unidos. Pero esto no los detiene. Muchos siguen la ruta a pie caminando por semanas y más expuestos a robos y extorsión. Antes descansaban de la larga ruta en Ixtepec, pero como el albergue quedó muy dañado por el terremoto, rodearon los edificios con cinta amarilla de precaución.
Sonido de oficina en carpa de lona…
Por esa razón los voluntarios del albergue reciben a los recién llegados en una carpa de lona fuera del destruido edificio. Felipe González, un voluntario estadunidense, me dice que sólo pueden mantener las operaciones básicas en el albergue:
“Nunca puedes planear nada. Empiezas tu trabajo, y de repente tiembla otra vez”
Cuando González y yo hablábamos, entendí mejor de lo que me decía.
“¡Woah!”, exclama Felipe.
Sonido de temblor…
“¿Ya ves? Esto es lo que nos toca diario”, reitera.
Lo bueno es que las réplicas están disminuyendo. Pero además, hay otras buenas noticias: muchos han encontrado trabajo y en vez de jugar damas reconstruyen casas dañadas por el sismo.
Sonido de albergue por la noche…
Por la noche los migrantes regresan al albergue, que se encuentra en tinieblas. Algunos duermen en las tiendas de campaña. Los demás encuentran un espacio en el suelo. Joel Álvarez dice que lo más difícil es estar separado de su pequeña hija de 3 años. Tenía que dejarla en Honduras.
“Yo prefiero que mi hija tenga un padre lejos, y no un padre muerto”
Esta es la misma historia que comparten la mayoría de estos migrantes. Para ellos, dormir en una zona de desastre en México es una opción mucho más segura que quedarse con sus familias en Centroamérica.
Sonido de grillos…