De la redación
Este domingo Día de las Madres tres mujeres que se han refugiado con sus hijos en iglesias Santuario platicaron con Radio Bilingüe sobre su condición migratoria indocumentada, de sus problemas legales y de lo tanto que han sufrido con Inmigración; de la discriminación y el racismo cruel de las autoridades hacia sus casos y sus personas, y de la terrible condición de vivir en “una jaula de oro”, refiriéndose a las iglesias que las protegen, “donde tenemos todo, menos libertad”. Agradecidas por la red de apoyo que les brinda el Nuevo Movimiento Santuario de Nueva York, hablaron con valentía sobre la necesidad de hacer públicos sus casos y su dolor, de alzar lla voz para construir un “antídoto” contra la crueldad del sistema y la humillación a la que son sometidos los inmigrantes de color.
En la Cuarta Iglesia Universalista de la ciudad de Nueva York tres madres con procesos de deportación que decidieron acogerse al santuario que les brinda la iglesia dieron testimonio de su situación y de las magras expectativas que mantienen para salir del laberinto bajo la actual administración de Trump y sus políticas racistas y antinmigrantes. Pero su voz es un grito libertario que exige valor y apela a la solidaridad comunitaria para mantener la fuerza que les dan sus hijos, dicen, en esta trama que les ha tocado vivir.
Juan Caros Ruíz, cura y activista fundador del Nuevo Movimiento Santuario, en la Cuarta Iglesia Universalista donde se realizó una conferencia de prensa “para visibilizar el drama de estas mujeres inmigrantes que se han acogido a santuario en Nueva York”, y para celebrar el Día de la Madres en esta ciudad, dijo a Noticiero Latino que “hoy honramos a estas madres que viven amenazadas con la destrucción, la separación de sus familias”.
Aura Hernández es una madre con dos hijos nacidos en Estados Unidos, guatemalteca de origen que ingresó al santuario que le brinda la Cuarta Iglesia Universalista. Víctima de violencia doméstica y de violación sexual cometida por un oficial de la Patrulla Fronteriza. Fue detenida por una infracción de tránsito y cuenta su historia como persona con orden de deportación y abusada también por abogados inescrupulosos que se aprovechan de la vulnerabilidad con que viven los inmigrantes indocumentados.
Esta mujer, a quien por obvias razones llamaremos simplemente Julia es también guatemalteca. Denuncia la situación que ha empeorado para los inmigrantes bajo esta administración. Tiene una orcen de portación desde 2005 por no presentarse a su día de corte por negligencia de un abogado. Fue detenida por conducir su auto sin haber cometido ninguna infracción –salvo conducir sin licencia- ni su carro tener ninguna falla que ameritara legalmente la detención. Es decir fu sometida a perfil racial o discriminación. Para ellas sus hijos, que son estadunidenses, son impedimento también para regresar a su país.
María es mexicana y dice vivir un drama muy difícil, pasar la vida “en cautiverio”, pero, deplora “son las medidas que el gobierno federal y ICE nos empujan a tomar”. Y aunque los hijos son la fuente de su fortaleza, al mismo tiempo son el ancla para quedarse en este país. “Y no puedo irme a México y dejar a mis hijos atrás”. María está a punto de pedir santuario porque tiene una orden de deportación. Confía en la solidaridad de la comunidad, que les brinda ayuda a los inmigrantes en situaciones similares, y espera que las autoridades de Inmigración les permitan reabrir su caso para luchar en los circuitos legales por la posibilidad de regularizar su condición migratoria. María apela a la solidaridad, y confía en la organización social y en sacar lección de su precaria situación en “cautiverio”, para enseñar a otras mujeres y a otros inmigrantes indocumentados que no se debe bajar la guardia y que lo único que tienen en sus manos es el poder de seguir luchando sin perder la esperanza. “Tenemos derechos, y no tenemos que olvidarlo”, concluyó.