En medio de la pandemia por el coronavirus, las políticas de mano dura contra los inmigrantes siguen sin descanso. El gobierno federal extendió el decreto de cierre de fronteras y ha deportado a más de mil niños no acompañados. Aun así, una madre salvadoreña solicitante de asilo por la violencia pandilleril recuperó a sus dos pequeñas hijas de un centro de menores refugiados, después de una difícil batalla legal. Con la historia, desde Houston, Mariana Pineda.
Afuera de Urban Strategies, refugio de menores ubicado en el centro de Houston, cuando “Laura” vio por primera vez a sus hijas de 8 y 11 años, después de ocho meses y 2 de ellas detenidas por ICE no lo podía creer.
Hija:
“Te quiero mucho, mami”
Laura:
“Yo también, mi amor. Yo la amo con todo mi corazón…”
“Laura” quien pidió no revelar su verdadero nombre por seguridad, es una pequeña empresaria salvadoreña que dice que junto con su familia huyó de su país para salvar la vida:
“Desde la ventana veo que algo explota y se ve una gran luz…”
Era uno de los taxis de su esposo, encendido en llamas por unos pandilleros los llamados ‘Maras’, porque ella se negó a darles dinero. Después la amenazaron.
“Que ellos sabían dónde las niñas estudiaban, y que si mi esposo no cooperaba iban a atentar contra nosotros; y lo apuntaron con una pistola en la frente”
Asustados, vendieron dos de cuatro taxis que tenían como negocio y huyeron a Estados Unidos. Con visa de turista, Laura voló sin problemas a Houston. Su esposo y sus dos pequeñas, cruzaron México por tierra y en septiembre del año pasado al intentar cruzar por Texas fueron detenidos y regresados a México, desde donde solicitaron asilo bajo el programa de Protocolos de Protección al Migrante; pero en enero de este año se los negaron. Vivieron 5 meses en Tamaulipas, cuando Laura recibió una llamada urgente de su hija mayor.
“La niña sólo me decía: ‘mami mi papá no volvió, mi papá no volvió…no regresó a la casa’. Estaba llorando, asustada”
Tiempo después supieron que su esposo no llegó a casa porque fue asaltado y golpeado. Con su padre ausente, las menores aterrorizadas le pidieron ayuda a un vecino, quien tomó esta decisión, dice Laura:
“Se las llevó al puente y llego a migración y dijo que su papá no había llegado y ahí las tomaron y aceptaron en Estados Unidos”
Eso fue el primero de marzo de este año, afirma la abogada Asra Syed, quien representa legalmente a las dos hijas de Laura.
“They entered alone with no adult, no parent with them, at that point they were designated as unaccompanied alien children…«
(Entraron solas sin ningún adulto, sin padres, y en ese momento fueron denominadas como menores extranjeras no acompañadas).
Las dos hijas de Laura fueron enviadas a un local de la Oficina de Reasentamiento de Refugiados en Houston, Texas, pero sucedió otro cambio.
“As a reaction to the Coronavirus pandemic, the date time activity in the shelter ended and they just stayed home with the foster family”
(En respuesta a la pandemia de coronavirus, las actividades en el albergue concluyeron y simplemente se quedaron temporalmente en casa con una familia adoptiva).
Durante el mes de marzo las hijas de Laura, quien trabaja como mesera en un restaurante, estuvieron en dos hogares de crianza. Y se comunicaba brevemente con ellas por teléfono.
A principios de mayo le notificaron que deportarían a sus hijas a El Salvador. Tras la pandemia, suspendieron las audiencias de asilo y se autorizó la deportación exprés de los refugiados. Pero, ¿con quién llegarían a El Salvador las hijas de Laura? si ella está en Houston y su padre refugiado en México, argumentó la abogada Asra Syed.
“That would have been a violation of both, the Flores Settlement agreement and the TVPRA is the Trafficking Victims Protection Reauthorization Act, and that act requires the child who is unaccompanied and has an asylum claim be allowed to pursue that claim and have hearings”
(Eso habría sido una violación del acuerdo Flores y otra ley que protege a las víctimas de trata, que requiere que a los niños no acompañados, con una solicitud de asilo le permitan continuar su caso).
Así, la semana pasada los ocho largos meses de espera de Laura terminaron.
“Uno su alegría son sus hijos, y tenía más 200 días de no verlas. Entraron mis hijas y cuando yo las vi, además de cuando ellas nacieron, fue uno de los días más lindos de mi vida”
A pesar de la alegría de reunirse con sus hijas, todavía no está muy claro si finalmente les concederán el ansiado asilo. Laura, acostumbrada a luchar, no pierde la esperanza.
“Le doy gracias a Dios, porque Dios ha permitido que me den mis niñas, que yo las pueda tener”
Para la Edición Semanaria del Noticiero Latino, desde Houston, Texas, Mariana Pineda.
Escuche la Edición Semanaria Completa: