Marco Vinicio González
Una cadena de despiadas violaciones a los derechos humanos y laborales de decenas de miles de niños migrantes en docenas de estados en este país ha venido ocurriendo por décadas ante la incapacidad o hasta indiferencia de las autoridades correspondientes, encargadas de velar por la seguridad y el bienestar de estos menores, reveló un alarmante, enjundioso y muy bien documentado estudio de The New York Times en casi todo Estados Unidos.
Son niños migrantes, mayormente centroamericanos movidos por la miseria y traídos a este país con engaños muchas veces de falsos patrocinadores que ni son sus familiares, dedicados más bien al tráfico de menores con fines de explotación económica que los somete desde edades tan tempranas como los 12 y 14 años, a jornadas labores a veces hasta de 14 horas o más, 6 o 7 días de la semana.
En los últimos años la deplorable situación de estos menores -dice el estudio-, es resultado de “una cadena de ignorancia deliberada”. Las empresas ignoran u omiten las caras jóvenes en violación a la ley al contratarlos en sus almacenes, talleres automotrices y fábricas a edades mucho más tempranas de lo que obliga la Ley Federal del Trabajo.
Y “Las escuelas a menudo se niegan a reportar aparentes violaciones laborales, creyendo que perjudicarán a los niños más que ayudarlos» si reportan estas anomalías ante el temor de que sean devueltos a México o a sus países de origen.
Las condiciones de inseguridad laboral en que es incorporada esta fuerza de trabajo infantil les causa a los niños y niñas enfermedades graves y muy graves, amputaciones y en no pocas ocasiones hasta la muerte, además de impedirles ir a la escuela como soñaban hacerlo al embarcarse en tan peligroso viaje, dejando atrás a sus seres queridos, su cultura y su lenguaje para venir a encontrar un país hostil, y un idioma desconocido.
Esta lamentable situación, que ha empeorado en los últimos años con flujos migratorios cada vez mayores llegando a la frontera sur del país, desnuda la incapacidad de las autoridades de las distintitas ramas de gobierno federal y locales, muchas veces por falta de personal o simplemente por negligencia e indiferencia ante la tragedia de estos jóvenes adolescentes.
Organizaciones civiles han venido llamando la atención acerca de tan inhuma explotación laboral, ante los esfuerzos insuficientes del Departamento de Salud y Servicios Humanos, y de Seguridad Nacional, que pierden fácilmente el rastro de miles de menores, cuando tienen la obligación legal de supervisar periódicamente su paradero y bienestar, ya sea en los refugios del gobierno o con los patrocinadores. Estos no los mandan a la escuela sino que los ponen a trabajar para que paguen la deuda contraída por el traslado a Estados Unidos, los trámites para ingresar al país, la ropa, la comida y hasta donde duermen.
El referido estudio periodístico ha demostrado ser más capaz de rastrear y ubicar a estos menores, detectar y documentar la verdadera situación de extremo peligro en viven, sin que las autoridades pertinentes puedan hacerle frente a este esclavismo “moderno” que ocurre frentes a sus narices, con cientos de demandas de la sociedad civil que ha venido encendiendo las luces de alarma desde hace tiempo con pocos o nulos resultados.
Mataderos de animales, industrias empacadoras de carne y otros productos como cereales, lecherías y almacenes o la construcción, la jardinería la industria automotriz y otras que los contratan han venido provocando enfermedades, amputaciones y muertes en estos menores.
Es hora de poner fin a esta explotación de niños y niñas que viven una auténtica tragedia en un país se postula ante el mundo como defensor de los derechos humanos, señala el referido estudio•