David Torres
El muro fronterizo de Trump ha resultado inservible e inoperable. Eso, al menos para los propósitos que su enfermiza mente ideó antes y durante su gobierno. Ese millonario fracaso arquitectónico y antinmigrante ha sido vulnerado más de 3 mil veces, según encontró una investigación periodística reciente publicada por The Washington Post.
El resultado es relevante porque expone diversos aspectos de una mentira disfrazada de protección de la frontera más transitada del mundo. Y es, al mismo tiempo, un reflejo de que esa retórica antinmigrante que está resurgiendo con miras a los comicios intermedios de este año puede ser efectiva en lo inmediato, sí, pero definitivamente un fiasco a largo plazo y contraproducente en todos los sentidos.
Si se mira bien, el “elefante blanco” en que se ha convertido el vulnerable muro de Trump es ahora mismo el símbolo más emblemático de una postura conservadora que no protege la frontera, ni detiene el flujo migratorio. Es, en todo caso, un monumento a la banalidad política y un anacronismo ante la modernidad tecnológica que ahora lo transforma todo.
Entre 2019 y 2021, según la investigación referida líneas arriba, fueron gastados más de 2.6 millones de dólares para reparar la estructura, luego de que el muro fuese perforado más de 3 mil 200 veces por traficantes.
Ese dinero, por supuesto, lo han pagado los contribuyentes de Estados Unidos, lo mismo que en los tramos de muro que fueron construidos, y no México como lo había vociferado en su momento el exmandatario cada vez que necesitaba enardecer a sus huestes en busca de votos.
Pero no es solamente esa clase de muro la que edifica en estos momentos la retórica antinmigrante conservadora. Basta ver el “muro” que hacen los gobernadores republicanos de Texas, Greg Abbot, y de La Florida, Ron DeSantis, para darnos cuenta de que su insistencia en utilizar las mismas estrategias de exclusión de todo lo que tenga que ver con la cuestión migratoria los ha colocado como “clones” políticos de quien ocupó la Casa Blanca entre 2016 y 2020.
Por ejemplo, Abbot fue incluso capaz de celebrar el primer aniversario de la llamada operación “Estrella solitaria” en Texas, destinada, según él, a proteger la frontera que le corresponde a su estado. Y si bien es cierto el gobernador dio cifras espectaculares sobre la detención de más de 200 mil migrantes, entre los que mencionó peligrosos miembros de pandillas, no hay que olvidar que dicha operación tuvo también víctimas colaterales entre inmigrantes que sólo querían solicitar asilo pero a quienes se encarceló durante semanas o meses en condiciones de abuso y sin respetar el debido proceso, según Human Rights Watch (HRW).
Nicole Austin, directora ejecutiva de HRW, citada por La Opinión declaró que la “Estrella solitaria -ha- conducido a graves abusos contra el debido proceso y los derechos civiles; se ha burlado del sistema judicial de Texas y ha fomentado una xenofobia peligrosa”. Eso, aunado a la incomodidad de los soldados de la Guardia Nacional de Texas, cuyo primer contingente era sólo de 500 militares, pero fue creciendo hasta llegar a 10 mil, para una operación a la cual se han asignado 100 millones de dólares.
“Los migrantes que son detenidos, son entregados a la Patrulla Fronteriza, procesados, algunos son dejados en libertad y pueden ingresar al país. Entonces, ¿cuál el propósito de que nosotros estemos aquí?”, según palabras de un militar citadas también por La Opinión. “Sólo nos usan para tomar una foto y ‘demostrar’ que están tomando una dura postura ante la inmigración”.
Es decir, una pantalla más de los verdaderos propósitos antinmigrantes de una operación fronteriza de tal magnitud.
La Florida no se queda atrás en su postura antinmigrante. Sus recientes proyectos de ley (SB 1808 y HR 1355) se enfocan en atacar las llamadas ciudades santuario, además de obstaculizar contratos con empresas que transporten indocumentados a ese estado. Por otra parte, líderes locales han exigido al gobernador DeSantis que deje sin efecto el decreto de cierre de los albergues que reciben a menores migrantes y que deje también de utilizarlos políticamente.
Al respecto, la comunidad venezolana asentada en La Florida también ha reaccionado contra dichos proyectos de ley al haber detectado la verdadera esencia antinmigrante de su contenido. De hecho, en una carta enviada a la clase política del estado, los firmantes explicaron que “tal como está escrita, esta legislación nos definiría como ‘extranjeros no autorizados’, porque nuestras solicitudes de permisos de trabajo se retrasan debido a causas ajenas a nosotros”.
Como se ve, la impertinencia del ala antinmigrante se ve desnuda todo el tiempo, a pesar de sus esfuerzos por maquillar sus campañas lo mismo con rimbombantes construcciones, que con operativos y proyectos de ley tendientes siempre a vulnerar aún más al migrante indocumentado que no se puede defender, en aras de obtener rédito político entre sus votantes. Los demócratas, por supuesto, no se quedan atrás, y ahora mismo la mayor exigencia al gobierno de Biden es no haber cumplido todavía lo que prometió en el ámbito migratorio.
Sin embargo, es un hecho que la realidad del Estados Unidos actual perfora no sólo impresionantes vallas fronterizas, sino esos otros “muros” fallidos que son las campañas antinmigrantes, por muy agresivas que sean.