Colegios comunitarios y filantropía (III)

Marco Vinicio González
Noticiero Latino.

La Guardia

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Cuando las crisis se agudizan por lo general se revienta por el eslabón más débil de la cadena, en este caso de la educación pública. Por ejemplo en California, con el mayor distrito escolar de la nación, la crisis económica que se desató en 2008-09 llevó a los legisladores a recortar paulatinamente 809 millones de dólares del financiamiento estatal para los colegios comunitarios. Gracias a la Proposición 30, que dio a estos colegios 210 millones de dólares adicionales para el año fiscal 2012-13, se evitaron nuevos y severos recortes que habrían sido devastadores para el estado. Aunque la principal fuente financiera proviene del gobierno, una fuente alternativa y complementaria del financiamiento para las universidades siempre ha sido la filantropía. Sin embargo, al parecer los colegios comunitarios no giran en la órbita del interés de los grandes y ricos benefactores de la educación en el país.

Si bien la escases económica es un problema endémico de la educación en Estados Unidos, la crisis suele agravarse en los centros urbanos. La sobrepoblación es un factor, que se suma a la larga lista de carencias y agravios contra el desarrollo de los colegios comunitarios. Rich Copenhage, presidente de los estudiantes en el sistema de Colegios Comunitarios de California dijo a Araceli Martínez en La Opinión que hay más problemas para inscribirse a clases en el área de Los Ángeles y el Norte del Área de la Bahía, donde obviamente hay más población.

La mayor preocupación de las autoridades de los colegios comunitarios es que los constantes recortes terminarán provocando un daño duradero en la educación superior. Dean Murakami, presidente de la Asociación de Maestros de los Colegios Comunitarios sostiene a la fuente que “se cortaron 300 clases, y aún hay aglomeramiento en los cursos más populares”. Pero acota: “…Estamos en recuperación del sistema de educación superior más grande y a más bajo costo del mundo». No obstante, sólo en el ciclo escolar 2011-12, afirma, “el estado recortó a los colegios comunitarios 400 millones de dólares, y en diciembre de 2013 les quitó otros 102”.

Dicha escases recurrente de recursos materiales atenta por otro lado contra la capacidad y misión de educar del sistema de colegios comunitarios. En California, con el más grande del país, que cuenta con 2.6 millones de estudiantes, y una tercera parte de ellos latinos, un reporte del Instituto de Políticas Públicas de California (PPIC) de marzo pasado reveló que además el número de cursos en los colegios comunitarios ha declinado 21% desde 2008, y 60% durante las clases del verano.

Otro asunto preocupante para los colegios comunitarios es el riesgo de perder su acreditación. “Tras años de recortes estatales y el aumento de los estándares federales de desempeño, uno en cada cinco de los 112 colegios de California enfrentan el riesgo de perder su acreditación, una categoría de la Comisión de Acreditación de los Colegios Comunitarios y Juniors que obliga a los colegios a demostrar que pueden satisfacer la demanda y el currículum académico oficial. “En la práctica la pérdida de la acreditación podría significar en muchos casos que los estudiantes no puedan transferir créditos a otras universidades, ni obtener ayuda financiera; y se cortarían los fondos estatales para el Colegio”. Los recortes al gasto de los colegios comunitarios, por 12% a partir de 2008, no sólo han dado como resultado una reducción de 20 mil cursos, sino que han provocado que 300 mil estudiantes fueran rechazados, dice el informe.

“Al City College de San Francisco, el más grande del país, que sirve a 100 mil estudiantes, la Comisión de Acreditación de los Colegios Comunitarios y Junior le revocó en julio pasado la acreditación, y se encuentra en un proceso de apelación. Durante un año estuvo en la categoría, ‘muestra la justificación’, debido a un déficit en el gasto y a que un alto porcentaje del presupuesto se iba a salarios y beneficios”, dice La Opinión.

Por el otro lado del país, en un amplio reporte investigativo de Ginia Bellafante para The New York Times, se dice que en 2012 los colegios comunitarios recibieron apenas la mitad de los 279 millones de dólares que recibieron de la filantropía ¡las escuelas Charter!, a pesar de que los colegios comunitarios gradúan a una población estudiantil casi cuatro veces mayor. Desde luego, las donaciones a las universidades privadas, y particularmente a las universidades de élite han sido y son infinitamente mayores que las destinadas a los colegios comunitarios o públicos, mismos que posibilitan el acceso a la educación superior de la mayoría de los hijos de familias trabajadoras, y gradúan todos los años al 45 por ciento del estudiantado en el país.

En la investigación de Bellafante, Gail O. Mellow, un exitoso empresario y desde hace poco más de una década Presidente del colegio comunitario La Guardia, en el Condado de Queens, Nueva York, apuntó algunas de las razones de este ‘desdén’ de los grandes benefactores o filántropos hacia los colegios comunitarios. La historia sobre el estudiante pobre que es rescatado de su pobreza y puesto en la ruta hacia Princeton, dijo, es mítica. Y “la narrativa que habla de reciclar la imagen del estudiante pobre” para presentarla de manera atractiva y como una nueva alternativa para impulsar la educación, “ya no conmueve a los grandes benefactores”.

Desde su llegada hace 13 años al colegio comunitario La Guardia, afirma Mellow, notó que esa universidad de dos años no tenía el más mínimo mecanismo para conseguir donaciones. Y que esto se debía a la imagen que se tenía de ese colegio, “a la imagen de quién era, y sobre todo a quién servía; es decir, al estudiante con las menores posibilidades de llegar a ser un gerente o CEO de una gran corporación… un Bill Gates… No tenemos una tradición de dar a los colegios en nuestras comunidades, a pesar de que estos colegios son tan enormemente importantes para sus economías locales», señaló Mellow al periódico neoyorquino, refiriéndose a la fuerza de trabajo que suministran estos colegios comunitarios a la economía local en empleos técnicos, pequeños y medianos.
El colegio comunitario La Guardia atiende a 50 mil estudiantes al año, muchos de ellos inmigrantes, y las dos terceras partes hijos de familias con ingresos de 25 mil dólares al año. La historia de este colegio comunitario es muy breve, 42 años de edad, y la de las donaciones privadas casi nula, dice Bellafante. No ha sido sino hasta hace muy poco tiempo que La Guardia recibió por primera vez en su historia una donación de 100 mil dólares. Y eso que las instituciones y servicios educativos siguen siendo los segundos mayores beneficiarios de la filantropía en el país, después de las organizaciones religiosas; pero poco de ese dinero fluye a los colegios comunitarios, a las instituciones en su mayoría públicas, a donde asiste la mayoría de los estudiantes pobres o de la clase trabajadora, muchos de ellos con fuertes requerimientos de extensa sesiones de aprendizaje, correctivas, dice la autora del reporte.

Para darse una idea, nada más en lo que va de este año que agoniza, la referida donación de los 100 mil dólares -en 43 años de historia- de La Guardia, en contraste con las aportaciones a la mayor universidad católica del país, la de Duck, en Durham, Carolina del Norte, se antoja una diferencia abismal. Duck tiene una población estudiantil de 14 mil 850 estudiantes, y en promedio cada seis semanas recibe un millón de dólares o más en donaciones y promesas. En lo que va de 2014 lleva reunidos casi 50 millones de dólares. Aun así, con todo y la dote económica de Duck University, de casi 6 mil millones de dólares hasta el 2012, no ocupa sin embargo un sitio entre las primeras diez universidades más ricas de Estados Unidos, una lista liderada por Harvard, Princeton y Yale.

El 69 por ciento del presupuesto de La guardia viene del gobierno, mayormente del estado y la ciudad de Nueva York; 18 por ciento proviene de la matrícula estudiantil, que se paga en gran parte con subvenciones federales y estatales, y en los últimos años posteriores a la recesión, ya que los gobiernos estatales y locales han enfrentado desafíos fiscales, el financiamiento para los colegios de la comunidad se ha reducido, dice el reporte.

Un análisis reciente del Centro Estadunidense para el Progreso (Center for American Progress), revela que en 46 estados los colegios comunitarios han visto disminuir sus financiamientos, algunos con pérdidas hasta del 30% de su presupuesto, justo en el momento en que crece su inscripción.

Otro contraste interesante que señala Bellafante es que corresponde al personal docente y administrativo entre un colegio comunitario como La Guardia, con un departamento de desarrollo de cuatro personas apenas, y el Colegio Williams, con 2 mil estudiantes, una dotación (endowment) de 2 mil millones de dólares, y un personal administrativo de casi 50 trabajadores.

No todo está perdido sin embargo, la Junta Directiva de los Colegios Comunitarios de California aprobó de manera unánime, en San Diego el año antepasado, una nueva política para dar prioridad en las inscripciones a los estudiantes enfocados en su entrenamiento laboral, en obtener un certificado o en transferirse a una universidad de 4 años. Las nuevas regulaciones entrarían en vigor en el otoño de 2014 y comenzaron a anunciarse en la primavera de 2013.

En los últimos años, varias fundaciones importantes, entre ellas las organizaciones Bill y Melinda Gates, y Lumina, han tomado un gran interés en los colegios comunitarios, donando millones de dólares. Pero aun cuando la financiación ha crecido -a más de 130 millones de dólares en 2012, de 98 millones en 2005 según datos del Centro de Fundaciones (Fundación Center)- estas cifras representan sólo una pequeña fracción de los miles de millones de dólares que las fundaciones privadas o la filantropía otorga a los colegios y universidades cada año. La suma total de las donaciones de dichas fundaciones para los colegios comunitarios en cambio, en un solo año, no cubriría sin embargo el presupuesto operativo de La Guardia, que es de 200 millones de dólares anuales.

El dinero que llega al fondo de la fundación de La Guardia, que actualmente cuenta con 3 millones 370 mil dólares, se gasta rápidamente no en cátedras dotadas o en mejorar las instalaciones acuáticas, por ejemplo, dice el reporte del Times; sino sobre todo se va en becas y en satisfacer las necesidades inmediatas de los estudiantes, como los libros, la tutoría, los costos de transporte y las inevitables contingencias.

Aunque la mayoría de los estudiantes de tiempo completo de La Guardia reciben ayuda financiera, en promedio la mayor beca es de 4 mil 555 dólares al año, sólo alcanza para cubrir la matrícula y no los miles de dólares en gastos adicionales -de 7 a 12 mil al año según cálculos de la escuela-, que los estudiantes enfrentan al vivir en la ciudad de Nueva York.

Por su parte el doctor Mellow sostuvo a Bellafante que lo que el desearía sería proveer a los colegios comunitarios con lo que está comprobado que funciona, “y lo que funciona es la buena enseñanza. Un maestro conectado con el alumno, que realmente entiende sus necesidades y su vida, ese es un estándar de oro”.

Queda pendiente el asunto de la docencia en los colegios comunitarios, para la siguiente entrega■

Fuundation Center

Bill & Melinda Gates Foundation

Lumina foundation

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