Las venas abierta de mundo indígena y la emergencia de una nueva narrativa

“Cristóbal colón no descubrió América”. Foto: Twitter.

“Cristóbal Colón no descubrió América”. Foto: Twitter.

Hoy el Continente Americano recuerda una fecha histórica hostil a sus pueblos indígenas con la invasión europea a partir del siglo XVI, que arrasó y despojó comunidades y riquezas materiales y culturales de todas las Américas, y que introdujo el antiguo idioma español en lo que más tarde sería Latinoamerica; sin que todos los idiomas indígenas de estas latitudes hayan desaparecido. También los portugueses invadieron Brasil y los británicos hicieron lo propio con Canadá y Estados Unidos.

De la redacción

La historia que se ha contado siempre ha sido la de una conquista europea “aceptada” por todos, noción que se ha abierto paso a través de los siglos bajo distintas denominaciones: Descubrimiento de América, Conquista de América, Encuentro de Dos Mundos, etcétera, que revisiones contemporáneas de la historia rechazan y más bien sostienen que el marinero genovés, Cristóbal Colón se topó accidentalmente con este continente buscando La India.

En Estados Unidos por ejemplo, la fuerte lucha de resistencia indígena comienza a revertir dicha narrativa del Encuentro de Dos Mundos –en todo caso algunos le llaman el econtronazo-, que decenas de ciudades y estados de este país han llegado a establer como el Día de los Pueblos Indígenas, lo que habla de una resistencia de estos pueblos en defensa de sus culturas, tradiciones y memoria histórica.

“Las universidades y las corporaciones lo reconocen cada vez más. Se cree que Dakota del Sur es el primer estado en reconocer oficialmente el día (como el Día de los Nativos Americanos) en 1990; Alaska, Oregon y Vermont también establecieron oficialmente el día como feriado; y muchos estados más lo reconocen a través de proclamas similares que ciudades como Berkeley, California, Seattle y Minneapolis, que fueron también las primeras en adoptarlo”, dice The New York Times.

Hay además quienes cuestionan la manera como se ha enseñado en escuelas y universidades del orbe la invasión europea al Continente Americano y la imposición del 12 de octubre como una efeméride de celebración. Tal es el caso del fallecido escritor uruguayo, Eduardo Galeano, con este breve escrito titulado “Yo no celebro genocidios”:

«¿Cristóbal Colón descubrió América en 1492? ¿O antes que él la descubrió los vikingos? Los que allí vivían, ¿no existían?
Cuenta la historia oficial que Vasco Núñez de Balboa fue el primer hombre que vio, desde una cumbre de Panamá, los dos océanos. Los que allí vivían, ¿eran ciegos?
¿Quiénes pusieron sus primeros nombres al maíz y a la papa y al tomate y al chocolate y a las montañas y a los ríos de América? ¿Hernán Cortés, Francisco Pizarro? Los que allí vivían, ¿eran mudos?
Nos han dicho, y nos siguen diciendo, que los peregrinos del Mayflower fueron a poblar América. ¿América estaba vacía?
… Hasta no hace mucho, el 12 de octubre era el Día de la Raza.
Pero, ¿acaso existe semejante cosa? ¿Qué es la raza, además de una mentira útil para exprimir y exterminar al prójimo?
Después, el Día de la Raza pasó a ser el Día del Encuentro.
¿Son encuentros las invasiones coloniales? ¿Las de ayer, y las de hoy, encuentros? ¿No habría que llamarlas, más bien, violaciones?».

Pero no es sino debido al empuje por rescatar la memoria histórica, que se prohíbe por cierto junto con la enseñanza del pensamiento crítico en las universidades estadunidenses, cuando se comienzan a preguntar algunos: ¿Cómo se sienten los grupos indígenas sobre esta conmemoración?

Según el Times, “Activistas en ciudades de todo el país como Denver y Seattle protestaron por el Día de la Raza durante años y en muchos casos lucharon para obtener el reconocimiento del Día de los Pueblos Indígenas”. Y agrega que ese día también se han llevado a cabo celebraciones no oficiales de las culturas indígenas, incluso en la isla Randalls de Nueva York. “La Nación Navajo, el pueblo indígena más grande del país con casi 400 mil habitantes ha expresado durante mucho tiempo su apoyo al cambio de nombre de ese día».

Sin embargo, otros dicen que el mero cambio de nombre no es suficiente, y señalan que debe ir aparejado de una reparación económica y moral de los daños, más o menos como exige el pueblo negro tras haber sido esclavizado y explotado; y exigen al gobierno federal reconocer que los pueblos indígenas todavía están aquí, como dijo a la fuente Alannah Hurley, directora ejecutiva de United Tribes of Bristol Bay, un consorcio de comunidades indígenas en el suroeste de Alaska.

«Hemos estado luchando durante tanto tiempo para que la gran mayoría de la cultura y la corriente principal de Estados Unidos reconozcan eso, que no sólo estamos en los libros de historia». Añadió: “Todavía estamos luchando por nuestras tierras y nuestras aguas y nuestra forma de vida”. Y concluyó: “Esa visibilidad es enorme, porque hemos luchado durante tanto tiempo para que la sociedad en general quiera venir ahora y hacernos invisibles».

Hoy, además de cambiar la narrativa sobre la invasión europea al Continente Americano crece la lucha contra los megaproyectos extractivos, de minerales y gas natural; la construcción de gasoductos como los que detuvieron los grupos indígenas que se reunieron en 2017 en Dakota del Norte; las termoeléctricas y otros proyectos de explotación anti ecologistas; o en México, «el llamado Tren Maya, el Corredor Trans-ístmico entre los puertos de Salina Cruz, Oaxaca, y Coatzacoalcos, Veracruz; el Proyecto Integral Morelos (PIM), que incluye dos termoeléctricas, un gasoducto y un acueducto, cuya defensa indígena fue golpeada con el asesinato de Samir Flores Soberanes, uno de sus líderes», hoy vuelto emblema de la lucha, dice La Jornada, y tantos otros pueblos en resistencia a lo largo y ancho del continente■

Escuche este programa de Línea Abierta que aborda el tema de la llegada de los europeos al Continente Americano, y además ofrece la perspectiva de los pueblos indígenas, con testimonios de dos defensores de los derechos humanos que hablan de la violencia y los incesantes asesinatos de activistas sociales en Guatemala, y de las raíces de la migración maya hacia el Norte:


Nota de Interés:

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