De la redacción
Continua la saga del Departamento de Inmigración y Control de Aduanas, ICE, cuyas prioridades para deportar inmigrantes indocumentados y el uso de los recursos financieros del gobierno –que vienen del contribuyente, por cierto-, no están enfocadas en los extranjeros que representan un grave peligro para la sociedad, como dicen.
Hoy toca turno a la señora Miriam Martínez, una trabajadora guatemalteca de 53 años de edad que junto con su esposo, Luis Raphael Benavides y sus dos hijas ciudadanas, una de 10 y la otra de 12 años residen en Connecticut. El matrimonio ha vivido en este país durante 25 años sin cometer crimen alguno (salvo haber cruzado la frontera sin documentos legales de migración). La hija de 12 años fue diagnosticada con Diabetes Tipo 1 (juvenil) hace dos años, y vive bajo el exclusivo y permanente cuidado de su madre Miriam.
Pero hoy lunes 20 de noviembre Miriam Martínez tiene programada su expulsión del país, y será enviada a su natal Guatemala, lo que la separaría de su familia y dejaría a su hija sin alguien que pueda manejar su condición, pues “el esposo de Miriam trabaja en Nueva York y no puede responder tan rápido a una situación de emergencia, que ocurren con relativa frecuencia”, dice un comunicado de NP Strategy Grup, organización de consultoría con sede en Washington, DC.
El abogado pro bono que lleva el caso de Miriam es Glenn Formica, quien dice haber recibido el caso apenas la semana pasada. Sostiene que irá hoy a las oficinas de ICE en Nueva York para pedir a la agencia que suspenda la deportación, a fin de tener más tiempo para investigar este caso.
De acuerdo con el comunicado, Miriam Martínez y su esposo “nunca disfrutan de una noche de sueño completo, ya que cada pocas horas tienen que estar revisando a la niña para asegurarse de que la bomba de insulina esté funcionando correctamente”.
De esta suerte Miriam Martínez es la experta de la familia en aplicar la insulina, “y es también el contacto con la enfermera de la escuela, y del personal médico que supervisa este caso en el Hospital de Yale-New Haven.
Luis Raphael Benavides, el esposo de Miriam es el sostén principal de la familia. Él viaja diariamente a Nueva York donde trabaja en la industria alimentaria.
Hoy lunes se espera que Miriam, “quien llegó a este país en 1992 a la edad de 27 años huyendo de la violencia política en Guatemala, tome un avión a las 3 p.m. por órdenes de ICE”, dejando atrás a su familia.
«Estoy nervioso. ¿Quién cuidará de mi hija?», preguntó Miriam a su abogado. «Nunca los he dejado solos… Yo no sé si voy a poder hacerlo”, dijo, antes de echar a llorar frente al abogado.
Formica espera que un fuerte llamado emocional tenga algún impacto en la respuesta de «no y nunca» de ICE, a las recientes solicitudes de suspensión de la deportación. En una carta que presentará a esta agencia federal hará una presentación sobre las necesidades médicas de la niña y su frágil estado de salud.
Ya en 2016 Miriam había obtenido una suspensión de su deportación, dice el comunicado, pero cuando acudió a las oficinas de ICE en agosto de este año para obtener una renovación, “la suspensión le fue denegada, a pesar de que no hubo un cambio material en las circunstancias”, dijo Formica.
Expertos afirman que desde que Trump asumió la presidencia, los inmigrantes con suspensión de deportación que acuden a las oficinas de ICE para reportarse periódicamente, se han vuelto presa fácil y la nueva modalidad de las deportaciones de esta agencia.
Por otro lado, Martínez afirma que en Guatemala no habrá el nivel de cuidado que su hija necesita como para llevársela con ella. Y el padre de la niña insiste en que “quieren continuar usando el Hospital Yale-New Haven para que su hija enferma reciba el tipo de atención adecuada”. Las inyecciones de su hija son dolorosas, y por eso Benavidez quiere Miriam las aplique, “ya que ella es más experta en eso… Mamá tiene el toque suave», dijo. En un momento dado, durante una intervención, la niña puede tener un ataque, o bien su visión se puede volver borrosa y la niña desvanecerse.
Además “la ingesta de alimentos tiene que ser monitoreada cuidadosamente, y hay consultas médicas frecuentes con el personal de la escuela, a medida que la niña procede a tomar clases y a realizar actividades deportivas durante el día escolar”.
Cuando a la niña le diagnosticaron la diabetes hace dos años, “Benavides dijo que tardó semanas en regular su insulina después de una hospitalización. Y entonces sus padres la llevaron a un chequeo después de que siguió perdiendo peso y bebía agua excesivamente”.
Defensores de los inmigrantes en Nueva York han estado reuniéndose en torno a este caso desde que fueron alertados a fines de la semana pasada, y se espera que hoy día muestren su apoyo.
«Estados Unidos es un país de héroes y buenos muchachos. Somos amables, compasivos y no somos crueles. Las decisiones de nuestro gobierno deben reflejar quiénes somos. Como un abogado con exceso de trabajo, pasé muchas noches sin dormir. Ni siquiera puedo imaginar cómo podría dormir si esa fuera mi hija de 12 años «, dijo Formica, quien envió un correo electrónico a ICE en busca de sus comentarios■