La sal de la tierra: Toma dos.

300px-SotemeetingpicEste fin de semana cumplió 60 años la película “La sal de la tierra”. El film se estrenó pese a la condena de la Cámara de Representantes, pese al bloqueo de las salas cinematográficas y pese a atentados armados contra el elenco. ¿Qué hacía a la película tan peligrosa y subversiva a los ojos de los censores? La película cuenta la historia de la vida real de la huelga de mineros mexicanos en 1951 contra la empresa minera, Empire Zinc Mine, en Silver City, Nuevo México. Protestaban por la discriminación, los malos salarios y las infrahumanas condiciones de trabajo. A punta de duras luchas los mineros ganaron la huelga teniendo todo en contra: a la compañía, a los esquiroles, al gobierno, a la policía y a los medios. Y en su agridulce victoria, las mujeres de los mineros tuvieron mucho que ver. Esa era una peligrosa historia para los reaccionarios de aquel tiempo, dice Samuel Orozco, Director de Noticias de Radio Bilingue, y conductor del programa Línea Abierta, que él mismo condujo para la ocasión, donde se transmitió esta entrevista que sostuvo con Anita Torrez, huelguista original y actriz de reparto de La sal de la tierra.

Escuche la entrevista con Anita Torrez

 

 

 

Mientras muchos en Silver City -donde Nuevo México hace esquina con Arizona y con México-, reviven la memoria en el aniversario 60 de la película La sal de la tierra, que una vez fuera prohibida y en la que los huelguistas originales presentan una mezcla de alegría y ansiedad, orgullo y también de dolor, en Línea AbiertaSamuel Orozco (SO) platicó hace escasos días con dos de los huelguistas originales. En esta entrega ofrecemos una transcripción de la entrevista con Anita Torrez (AT), huelguista original y actriz de reparto de La sal de la tierra, sobre la vida en el picket line y el movimiento de mujeres que impulsó a los huelguistas a la victoria. Anita Torres es la esposa del minero Lorenzo Torrez, que se hizo cargo de los piquetes de huelga; una mujer que pasó a ser de ama de casa a luchadora obrera de toda la vida. Ella tenía 25 años y una bebé de meses de edad al estallar la huelga; con su bebita en brazos y en estado de embarazo Anita se incorporó a los piquetes de huelga.

La Entrevista:

SO: Doña Anita Torrez, bienvenida a Línea Abierta.

AT: Gracias, gracias…

SO: Doña Anita Torrez, volvamos en el tiempo, a 1951, año de la huelga de los mineros de la compañía Empire Zinc Mine, en Silver City, Nuevo México. Usted era esposa de Lorenzo, uno de los huelguistas. A mitad de la huelga, usted dejó su trabajo de ama de casa y se sumó a las filas del piquete de huelga. Háblenos del momento en que le entró a la lucha contra la compañía minera.

AT: Bueno, cuando se empezó la huelga, pues es natural que nos pusimos tristes todos; porque vino mi esposo y me dijo que habían salido en huelga. ‘Empezando mañana, comenzamos la línea de piquete, y tengo que reportar allá’, me dijo. Pues bueno. Una vez que se empezó la huelga él ya todas las mañanas se iba, en lugar de al trabajo se iba a soportar (apoyar) la línea del piquete, y yo me estaba en la casa.

SO: Hubo tristeza, al principio…

AT: Mucha tristeza, sí.

SO: Pero, ¿Cómo fue entonces que usted decidió entrarle a la huelga?

AT: Pues en esos momentos los unionistas empezaron a tratar de organizarse y a llamar a reuniones en el salón de la Unión, y a invitar a todos los que estuvieran interesados, y una que otra mujer aportaban a las reuniones, no muchas; pero cada vez que se juntaban hablaban tocante de que se necesitaba el soporte, y no sabíamos exactamente qué sería lo que íbamos a tener que hacer. Pero la huelga siguió, con los hombres, muy bien, muy pacífico, cuando empezó; empezó muy pacífico.

SO: ¿Qué sabe usted de las causas de la huelga, por qué luchaban?

AT: Primeramente por la discriminación. La mayoría de los trabajadores eran mexicoamericanos; muchos eran trabajadores nacidos aquí, en Estados Unidos, eran ciudadanos. O será latinos, chicanos, como les quiera decir. Pero había mucha discriminación. Los chicanos, el día de pago se tenían que poner en una línea, los blancos en otra línea para recibir su pago. Esa era una de las discriminaciones, tocante al pago, que no había igualdad en el pago. Otra demanda era de la sanitation. Las casas donde vivían los mexicanos eran casas de la compañía, pero no se parecían a donde vivían los blancos. Las casas de los mexicanos no tenían agua, o más bien dicho, baños en la casa. Eran nada más tres cuartos, sin baño. Esa era otra de las demandas. Los blancos tenían sus baños, agua caliente en sus casas y los mexicanos no.

SO: Esta última demanda creo que vino de las mujeres del pueblo…

AT: Pues sí, más bien, porque una vez que se empezó la huelga y que las mujeres empezamos a oír, y a aprender… no sabíamos exactamente todos los detalles. Poco a poco empezamos a oír qué eran los detalles de todas esas demandas. Y ahí las mujeres, como se enseña en la película…, que el presidente de la local dice que Los trabajadores somos primero, tenemos que luchar por la discriminación del pago. Y de ahí las mujeres dicen, Y la demanda de sanitation, se nos hace que esa es otra demanda. Y los hombres dicen, Pues primeramente son los trabajadores, la igualdad del pago. Así fue como empezó.

SO: Los hombres mineros se opusieron siempre a que ustedes las mujeres entraran a los piquetes de huelga, y entraran también las demandas, a favor de baños y a favor de agua corriente y agua caliente en las casas. Y en algún momento esto fue un problema, porque aunque ellos querían seguir en los piquetes de huelga, no podían, tenían a la ley en contra, se les tenía prohibido estar en los piquetes. Tengo entendido que las mujeres forzaron un voto en el salón de la Unión, y ganaron. ¿Participó usted en esas asambleas, donde se decidió que las mujeres se harían cargo? ¿Qué recuerda?

AT: Sí, así pasó. Una vez que se empezaron más reuniones y más reuniones, y que ya poco a poco empezábamos a entender de qué se trataba la huelga, y más y más animadas a venir a oír a los trabajadores, a oír qué era lo que estaban discutiendo y a ver cómo se iba a hacer. Y entre más, más mujeres, y natural que hay unas mujeres más fuertes que otras, que dijeron ¿Por qué no podemos nosotras ayudar? Los hombres, la mayoría no estaba en favor de eso ¡para nada! Dijeron: Ese no es trabajo de las mujeres, el trabajo de las mujeres es en la casa. Nosotros tenemos que ver cómo lo vamos a resolver. Una vez que pusieron el injunction en los trabajadores, que ya no podían ir al picket line, entonces pues más tristeza, porque dijeron ahora los hombres ya no pueden ir…, aquí se va a perder la huelga, es el fin. Y ahí una mujer dijo Pues, nosotras no somos trabajadores de la compañía, nosotras les podemos ayudar. Dijeron no, no se nos hace que es posible, va a haber problemas, y esto y el otro, y las mujeres insistieron. Así ya los manejadores de la Unión dijeron, Bueno, se termina esta reunión, y tenemos que empezar otra para darle voto a las mujeres. Ahora las mujeres no pueden votar porque ellas no son miembras. Pero si tenemos otra reunión, y votamos de que las mujeres tengan el…, cómo le diré, pues el ánimo, y la inspiración, de que si nosotras podemos ayudar estamos listas. Y de ahí se tomó el voto, para ver quienes iban a votar a favor de las mujeres y quienes no. Y estamos en una reunión que la mayoría son hombres, muchas mujeres. MI esposo está ahí entre ellos, en la reunión, y de ahí se llama la pregunta de que vamos a votar. Y mi esposo se levanta y dice que él aprueba la idea, de que la mujeres pueden tomar las líneas.

SO: Su esposo tuvo un papel importantísimo.

AT: Eso que él hizo es lo mismo que pasa en la película, que él se para, y levanta la mano y somete su voz.

SO: Así que lo que hizo él en la vida real, lo hizo también en la película. A partir de entonces, ustedes las mujeres se hicieron cargo de las líneas de piquete de huelga.

AT: Sí. Ya las mujeres discutiendo y discutiendo a ver cómo íbamos a lidiar las mujeres, y unas mujeres dijeron, Yo puedo traer mujeres de mi barrio, porque tuvimos el soporte no nada más de Empire Zinc, porque Empire Zinc era la mina más chiquita de dota la área. No tenía mas que, 125 trabajadores; pero todas las demás, la Zarco y otras tenían muchos trabajadores. Bueno, todos esos trabajadores se unieron con nosotros y nos iban a ayudar a los trabajadores del Empire Zinc, a la huelga. Y así es como las mujeres de todas las áreas de alrededor se dieron voluntarias. Dijeron, Yo puedo traer… Voy a hablar con mis vecinas, mis comadres, mis hermanas y las traigo a la línea. Y así fue como poco a poco se fueron animando más las mujeres a venir a la línea a soportarnos.

SO: Ahora, en esas líneas de piquete ustedes las mujeres tuvieron que soportar varios incidentes de brutalidad de los agentes; les echaron gas lacrimógeno, las golpearon, ¿qué le toco presenciar a usted de todo eso?

AT: Después que ya estaba con fuerza el picket line fue cuando empezó a haber violencia. Resulta de que traían warrants (órdenes de aprensión) para recoger a varias mujeres. Dijeron pues las mujeres que están más activas, que andan alborotando a las demás mujeres, dijeron los policías, esas son las que queremos arrestar y quitarlas de la línea y llevárnoslas a la cárcel. Y ahí uno que hizo el papel del esquirol, él las nombró: Ésta, y ésta, y ésta son las que están más activas. Bueno yo no sé cómo estuvo, quién les daría mi nombre, porque también andaban buscándome. En ese tiempo fue cuando empezó la violencia. Y en ese tiempo yo estaba embarazada con mi segundo niño. Y me habían dicho, Tú no deberías estar aquí en la línea, mejor en el salón de la Unión hay mucho trabajo en el que puedes ayudarles. Me dijeron, Tú vete pa el salón y allá te dan más trabajo, para que no vengas aquí a la línea de piquete porque nunca sabemos cuando va a venir la violencia. Y les dije que bueno, y me fui al salón, y allás estaba yo en el salón con la máquina de escribir cuando vino del deputy (comisario). Me vio ahí sentada y me dijo, Dispénsame, ando buscando a Anita Torrez, ¿tú la conoces, sabes si está aquí en el salón? Yo le dije, No sé a quién buscarás, no la conozco ni sé si estará aquí o no. Entonces dio la media vuelta y me dijo, Gracias, por tu ayuda, gracias, baye… y se fue. Y ya no más me volvieron a buscar, ja, ja, ja…

SO: Así que se escapó usted de la cárcel por un pelo.

AT: Me escapé de la cárcel, sí. Porque nos trataban de dar buenos consejos los que estaban dirigiendo el piquete y todo y nos dicen, Si vienen a la línea a preguntarles, que quieran información de quien sea, de los oficiales, de las mujeres, de los trabajadores, de lo que sea, ¡no le den información a nadie! Ustedes díganles que no saben.

SO: Que usted sepa, ¿ese fue el único día que hubo violencia contra las mujeres que estaban en la línea de piquete?

AT: No, varios días había violencia, varios días. No todos los días, nunca sabíamos.

SO: ¿Nunca le tocó ver a usted alguno de esos días cuando maltrataron a otras mujeres?

AT: No me tocó ver cuando tramparon las mujeres, porque teníamos dos líneas de piquete. Una estaba al entrar a Hanover; otra estaba acá junto al molino por donde trabajaba mi esposo, y allí era donde vivíamos nosotros, cerquita del molino. Esa es la línea que yo iba. Tíenamos picket line number one, picket line number two, y ellas estaban en el number one, yo estaba en el two. Cuando se arrimaban ahí donde estábamos nosotros, unas mujeres agarraban arena y les echaban al troque que venía cargado de esquiroles; le echaban arena al tanque del gas, otras mujeres corrían pal frente del troque, le levantaban el hude (tapa del cofre), jalaban los alambres y mataban el troque ahí mismo; ya no podían caminar así, ahí tenían que ver cómo hacían el troque a un lado y irse. Y se iban. Pero nunca sabíamos, cuando esperar la violencia.

SO: ¿Cómo le afectó la huelga a usted y a su familia, doña Anita?

AT: Pues, una vez que ya estábamos en la huelga ya teníamos que hacer lo mejor que podíamos, porque teníamos mucho soporte. Los trabajadores de los otros lugares, cada día de pago de ellos, venían a la línea de piquete con una bolsa de comida que nos traían. Y ahí pusieron una estufa de leña y muy prontito pusieron un techo, y a hacer comida, ahí en la línea de piquete. Ahí se podía estar uno todo el día, todo lo que uno quisiera se podía estar ahí. Hasta que ya quería irse a la casa a descansar, pero en el día unas estaban en el picket line y otras estaban cocinando. Cociendo frijoles, haciendo burritos pa los que quisieran, haciéndoles agua fresca, porque no nos faltaba la comida ahí.

SO: Hubo una fiesta de apoyo, para ustedes…

AT: Sí, mucho apoyo, cien por ciento de apoyo. Mucha gente… unas mujeres que no habían venido al empiezo, poco a poco se fueron animando, porque oían la plática de las demás; y se fueron animando, y los hombres ya empezaron a pensar diferente, pensando que pues, sí, que por qué no podían ir las mujeres, aunque de primero se habían opuesto. Pues, qué vamos a hacer con los niños, y que quién va a hacer el trabajo de la casa, y esto y el otro. Las otras mujeres se fueron animando y dijeron, Pues si ellas lo pueden hacer por qué no podemos nosotras.

SO: Los hombres se dedicaron a lavar la ropa y a cambiar los pañales.

AT: Pues eh, yo no sé cuántos lo harían, eso, porque.. o será parte de la historia, porque la historia de la huelga es pues, ya ves, la igualdad no nomás de las demandas de los trabajadores, pero la igualdad de la familia en la casa también; también eso se necesitaba, que fuéramos igual en la casa y que consideráramos la dignidad de la mujer. Que no era que la mujer tenía que estarse en la casa y no podía hacer otra cosa. Así nos enseñamos las mujeres también, que teníamos que aprender a hablar, para que lo que pensáramos que era justo, y la dignidad, no sólo de la mujer sino de la familia.

SO: Al final, la compañía minera cerró sus puertas y dejó a los mineros sin trabajo, en su opinión, ¿quién se llevó la victoria? ¿Quién fue el perdedor?

AT: Pues se ganó la huelga, y se ganaron las demandas, y empezaron a trabajar, pero trabajaron muy poco tiempo; pueda que, no estoy segura, un año, un año y medio… empezaron a trabajar otra vez, y de ahí cerraron la planta completamente. Ya no hubo trabajo en el Empire Zinc. La gente se tuvo que salir, de ahí del pueblo, a buscar trabajo en otras partes porque allí ya no hubo trabajo.

SO: ¿Qué hizo usted, qué hizo su esposo, después de quedarse sin trabajo?

AT: Estuvimos una temporada allá, y empezó él a buscar trabajo, donde quiera, pero pensamos que como él era tan activo en la Unión, en ninguna parte del mineral no… iba en la mañana él y otros, buscando trabajo; había veces que iban dos, tres junto con él, y hubo algunas ocasiones que a los otros dos los ocupaban y a él no. Le decían, Para ti no no hay trabajo ahora. Y venía y me decía, Pues, ocuparon a fulano, y a fulano de tal pero a mi no me ocuparon. So, él seguía buscando trabajo y agarraba trabajo por una temporadita; trabajo en la construcción… era un trabajo temporario. Trabajó en construcción, en el camino, ahí, en la área. Pero con las compañías mineras en ninguna parte pudo agarrar trabajo.

SO: Volviendo a mi pregunta de antes, doña Anita, la compañía cerró sus puertas… ¿Quién cree usted que ganó la huelga, quien se llevó la victoria?

AT: Nosotros, los trabajadores

SO: ¿Por qué cree que los trabajadores terminaron ganando la lucha?

AT: Porque se me hace que enseñaron a la compañía que cuando hay unión hay fuerza. La unión sin fuerza no vale nada. Y ¿quién es la unión? Los trabajadores es la unión. Si nos unimos todos, hombres, mujeres, niños, lo que sea, la unidad hace la fuerza. Si no hubiera habido unión de los trabajadores, no hubiera seguido la huelga, se habría quebrado el piquete y hasta ahí nomás hubiéramos llegado. Pero las compañías vieron que estábamos fuertes…, y que sí las llevaron a la cárcel, y que en la cárcel les dijeron, Bueno, ya dieron mucha guerra aquí, las vamos a dejar ir, con el entendimiento que van pa sus casas y no van al picket line, las mujeres luego luego les dijeron, Vamos al picket line, todas dijeron en una voz. Las llevaron a todas y se fueron al picket line otra vez. Ya la ley no supo qué más hacer con las mujeres mas que dejarlas.

SO: Uno o dos años después de la huelga llegaron al pueblo cineastas de Hollywood a filmar la película, La sal de la tierra, con los mismos huelguistas y con las mismas familias locales. Usted doña Anita fue reclutada como una actriz en la película. ¿Qué recuerda, cómo fue que le entró usted a formar parte del reparto de la película?

AT: Cuando ya supimos que se iba a hacer la película entonces fue otro ánimo. Y de que oíamos y oíamos más la discusión de la película, pero al mismo tiempo no teníamos ninguna idea de cómo se iba a hacer. Y cuando se empezó y dijeron dónde iban a juntar a los de Hollywood, con los primeros pasos de la película, todas estábamos excited (emocionadas); queríamos ver y saber cómo se iba a hacer. So, nos íbamos ahí, porque fue ahí también, en Hanova, donde hicieron la película. Y nos íbamos para allá, pues a ver qué era lo que estaba pasando.

SO: Y entonces le ofrecieron a usted, trabajo.

AT: Pues teníamos muchas reuniones en el salón de la Unión, y cuando empezaron a escoger a las que iban a jugar las partes, cuando decidieron que Juan Chacón fuera una de las partes, que jugara él la mayor parte, y de ahí las mujeres, y yo estuve entre ellas; también me entrevistaron algunas veces, pero no, no agarré yo ninguna de las partes importantes. Lo que hacía también era que iba ahí y los mandaditos que se necesitaban de hacer, los hacía.

SO: A propósito de papeles importantes, ¿que recuerda de Rosaura Revueltas?, la actriz mexicana que era la estrella de la película y que luego fue detenida, y deportada a México.

AT: Cuando vino ella, ya teníamos el Ladies Auxiliary. El día que ella estaba para llegar, venía en el avión, y fuimos, yo tengo unas fotos de esa ocasión. Porque ahí no hay aeropuerto grande, está uno muy chico, y yo creo que ya ni está operando. Allí llegó ella, en un avión chico. Y fuimos como cinco o seis, de Ladies Auxiliary, a recibirla, y le llevamos las flores, cuando bajó, yo tengo las fotos. Cuando se baja del avión, la recibimos y la llevamos al salón de la Unión, primeramente. Los de la Unión se entendieron con ella, porque los Hollywood ya tenían el lugar donde estaban viviendo, donde iban dormir todos los días, y Rosaura también.

SO: ¿Cómo era ella, como persona?

AT: Oh pues, en fin era mexicana… era mexicana, pues qué mejor. Muy entusiasmada, muy animada, como nunca se había visto; que ella estaba listas, ella había dicho que estaba lista para hacer la película. Esa película era muy importante para ella porque decía que ella quería jugar esa parte de los trabajadores, y de una mujer de un trabajador.

SO: Se dice que la filmación de la película, La sal de la tierra, fue muy difícil. Que la filmación de la película, los actores, los productores sufrieron ataques, incluso ataques armados, ataques a balazos. ¿Le tocó ver a usted algunos de esos atentados, o los sufrió usted en persona?

AT: Bueno, yo no los vi, pero después oía lo que había pasado con ellos. Luego que decidieron que querían parar la película… en este libro que tengo yo, que se llama The Supression of the Salt of the Earth, allí lo explica todo en detalle. De que una maestra de ahí del pueblo Hurley mandó una carta para Hollywood, que era Jackson, el director de Hollywood Business… y le mandó una carta diciéndole de esta película, que se estaba haciendo en Grand County, y que era muy peligrosa y que no se debería de terminar, porque iba a a enseñar muchos actos violentos, y que no era bueno para la comunidad. Bueno, ella explicó lo que ella quiso. Y ya empezaron en Hollywood, ese Jackson y Richard Nixon, que era parte también de la ley, de los People in Hollywood, Richard Nixon, él también estaba envuelto en eso y ya se contactaron con las leyes (autoridades) de acá de Nuevo México, y discutiendo la idea de la película y que a ver cómo lo iban a hacer, para parar la película, que no la terminaran. Y así siguió, así siguió, mandaron policías de Santa Fe, a que vinieran al picket line, tratando de que se quebrara, que se terminara el proceso dela película.

SO: Doña Anita, usted me ha dicho que la experiencia de la huelga, primero, fue tremenda, y la película también; y que todo esto le cambió mucho la vida. Cuéntenos, ¿cómo le cambió la vida toda esta experiencia?

AT: Pues yo creo que me cambió la vida a mi y a todos los que estuvimos envueltos en eso, porque vimos las injusticias. Primero vimos las injusticias que estaban haciendo con los trabajadores, la compañía. Después vimos las injusticias con la película, porque estábamos de acuerdo en que esta película era una película platicando de la vida de los trabajadores, de la gente pobre; y qué es lo que tiene que hacer la gente pobre para subir, para no estar bajo el mando de cualquiera. Que los trabajadores, si tienen voz tienen voto. Y con la película aprendimos que ese es lo que se necesita. Y también la unidad. Que se juntó la gente, estaba unida, ayudando a toda la gente que estaba envuelta en la película, para que se terminara; luego que ya se terminó pues… porque nos enseñaban partes de lo que estaban, de las citas que estaban tomando ahí. Y de ahí la gente los aprobaba, o los desaprobaba… Que no, que esto se debe de cambiar, que no, que esto y que lo’tro… mucha, mucha discusión.

SO: ¿Y qué siente usted que cambió como resultado de la huelga? Para los mexicanos, ¿qué tan diferente es hoy en día Silver City, en comparación a 1951?

AT: Pues ya ahora está muy diferente, porque en primer lugar ya no están todas esas minas, ya no hay tanta gente trabajando así. Pero hay muchas mujeres, que en ese tiempo no ocupaban muchas mujeres. Y ahora sí, ahora ahí Kinect hay algunas mujeres trabajando. Y de ahí luego después de la huelga hubo mujeres mexicanas que las ocuparon en la mina. Y son las dos primeras mujeres que nosotros conocimos, las ocuparon para que trabajaran debajo de la mina.

SO: ¿Qué tal el trato de la policía a los mexicanos?

AT: Pues también, ya después de la huelga se calmó mucho de eso. Pero, pues no, está muy diferente a entonces, porque en primer lugar no hay tantos trabajos ahora como entonces.

SO: Además tengo entendido que hay mucho mexicano por estos días en la policía local, ¿no?

AT: Sí, sí hay muchos mexicanos, porque también le dio ánimo a los mexicanos, de que podemos ascender, pero tenemos que hacer que se oiga nuestra voz. Tenemos que expresarnos, lo sintamos, y luchar por nosotros mismos, de que podemos ascender.

SO: Por otro lado, doña Anita, en aquel tiempo los sindicatos tenía a medio mundo, inclusive al Congreso, en contra. ¿Cómo siente el ambiente para las Uniones en el país el día de hoy?

AT: Pues como le digo, ya ha cambiado, ha cambiado mucho a entonces; porque entonces en el gobierno, como en Nuevo México, yo me acuerdo, de muy chamaca, del senador Denis Chávez, era mexicano; el fue uno de los primeros mexicanos, ¡y el único! Pero ya después de eso, ya ahora hay algunos. Ahí, alrededor de Silver City también.

FIN.

Transcripción: Marco Vinicio González

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