Maribel Hastings
La emergencia nacional que enfrenta este país no está en la frontera sur, sino en el 1600 de la Avenida Pennsylvania de esta capital federal. El viernes, en la rueda de prensa donde declaró la emergencia nacional —la que luego reconoció que no era necesario declarar—, el presidente Donald Trump volvió a evidenciar su incapacidad para llevar las riendas del país y su desdén por la Constitución y todas las instituciones.
El evento del viernes fue, en una palabra, perturbador. Trump saltó de un tema al otro aunque no tuvieran nada que ver con el asunto para el cual hizo tal convocatoria. Luego aseguró que estamos siendo “invadidos” y aniquilados por millones de indocumentados y que, por lo tanto, hay que declarar una emergencia nacional para levantar el muro que, según él, nos protegerá de todo mal porque el Congreso no le concedió la totalidad de los fondos que pidió.
Empero, en el mismo acto afirmó que “no tenía que hacer esto” (declarar la emergencia) y que lo hizo para agilizar la construcción del muro, aunque también reconoció el extenso y complicado proceso legal que su acción generará por el aluvión de demandas que buscan frenarlo y que es casi seguro lleguen hasta la Suprema Corte de la nación.
Cuando un periodista le recordó que las estadísticas de su propio gobierno afirman que los cruces de indocumentados están a sus niveles más bajos y sustentan que en la franja sur no hay ninguna emergencia que amerite su declaración, ni irse por encima del Congreso para apropiarse de fondos destinados a otros programas, sobre todo militares, Trump respondió con una diatriba desapegada de la realidad que en otro tiempo sonaría alarmas sobre la capacidad de gobernar de esta persona. En estos tiempos parece que tenemos que resignarnos a que es otra de las locuras de Trump y hay que seguir adelante.
Sin embargo, la pregunta es qué hará el Congreso y, más que todo, qué harán los republicanos del Congreso que a dos años de esta caótica presidencia siguen quejándose por lo bajo de los excesos del presidente, pero a la hora de la verdad siguen con la cabeza enterrada como el avestruz para evitar enfrentarlo.
La cámara baja de mayoría demócrata ya anunció sus intenciones de presentar una resolución que busca anular la declaración de emergencia de Trump. Una vez se apruebe, el Senado de mayoría republicana tiene 18 días para considerarla.
La pregunta es si los republicanos enfrentarán a Trump o, como han hecho hasta ahora, se harán de la vista larga. Y, sobre todo, si la resolución reunirá dos terceras parte del voto en ambas cámaras para superar un seguro veto presidencial.
A estas alturas ya nada nos sorprende. Los republicanos han excusado todos los excesos de Trump en nombre de un par de nombramientos conservadores en la Corte Suprema, de llenar vacantes con jueces conservadores en otros tribunales de menor instancia, y por una reducción de impuestos que sólo ha beneficiado a millonarios y corporaciones.
Cuando el presidente Barack Obama amparó a los Dreamers de la deportación mediante acción ejecutiva y luego, cuando quiso extender la misma protección a sus padres, poco faltó para que los republicanos lo quemaran en una hoguera por, según ellos, usurpar el rol del Congreso y violar la Constitución.
Esos mismos republicanos ahora guardan silencio o se lamentan quedamente, pero ninguno, hasta ahora, ha tenido las agallas de enfrentar a Trump.
En el supuesto caso de que un demócrata ganara la presidencia en el 2020, ya veremos qué dirán estos republicanos si a esa persona se le ocurre declarar una emergencia nacional por los asuntos que ellos no han querido abordar, como el cambio climático o el control de armas.
De hecho, el mismo viernes en que Trump declaró su falsa emergencia en la frontera, un pistolero cegó otras cinco vidas en una fábrica de Aurora, Illinois.
Con esta declaración de emergencia Trump sólo busca distraer la atención acerca de que el plan de gastos que promulgó le dio menos fondos para su muro de lo que le concedía la medida que no firmó a fines del año pasado, cerrando el gobierno por 35 días a pesar de que le daba más dinero que ahora.
Para satisfacer su maltrecho ego declaró una falsa emergencia nacional. ¿De qué será capaz si ve su gestión en peligro? ¿Inventarse razones para enfrascarnos en una guerra?
Cualquier cosa es posible con Trump, cuya presidencia es la verdadera emergencia nacional que enfrenta este país.