La pandemia del Covid-19 obligó a cancelar muchas de las tradicionales fiestas familiares de quince años. Un año después, al disminuir los contagios y aumentar los vacunados, se han comenzado a autorizar los eventos públicos. Así, algunas quinceañeras hacen arreglos para por fin celebrar el tan valorado ritual, esta vez como «Sweet Sixteen». Madi Bolaños, reportera de la radio pública KVPR y parte de la Colaborativa de Noticias del Valle Central asistió a una fiesta de quince años de una familia católica en un pueblo del valle central de California y nos cuenta la historia.
El año pasado Hermila Navarro esperaba ansiosamente su gran día. Ya había elegido su vestido. Sus hermanas sentadas en la cama en su apartamento en Kettleman City la vieron sacar el vestido de la bolsa y les encantó.
“!Es el vestido de mi hermana!”
La parte superior del vestido está hecha para ajustarse como un corsé. Está bordado con lentejuelas doradas y diseños muy elaborados. La parte inferior tiene capas y capas de tul.
La mamá y la hermana mayor de Hermila no tuvieron ese gusto, por eso estaban ansiosas por celebrar la quinceañera con ella.
“Porque no era nomás mi día, pero de ellas también”
También iba a ser un día especial para su abuela, María Navarro.
“Tener una quinceañera es un sueño total para las niñas. Desde muy joven dirán que quiero tener una quinceañera y es nuestra responsabilidad cumplir ese sueño”
En la cultura latina, una quinceañera simboliza la transición de ser una niña a las responsabilidades de una mujer. La celebración, originada en México, consiste en una ceremonia religiosa donde la joven se compromete a seguir el ejemplo de la Virgen María. Después, la familia organiza una gran fiesta. Según la tradición, a la festejada le cambian los zapatos planos por otros de tacones y la corona pequeña que portaba se la cambian por una más grande, como de princesa.
“Es una tradición que traemos aquí para quienes la deseen. Porque sólo cumples 15 años una vez”
Y tenían todo listo. La familia Navarro programó la quinceañera de Hermila para el 9 de mayo de 2020.
“Porque ese día era mi cumpleaños y también era un sábado. Entonces era perfecto”
Pero llegó la pandemia. Hermila dice que su madre comenzó a recibir llamadas de la iglesia y del DJ que contrataron, preguntándole qué planeaban hacer.
“Si lo íbamos a tener o no, o si íbamos a cambiar el día”
Cambiaron la fecha tres veces.
Un año después, con la vacunación en marcha y las reglas de eventos públicos relajadas, Hermila reprogramó su fiesta. En una tarde reciente, junto con sus dos hermanas menores, su mamá y su abuela, tocan las puertas de casi todos los hogares de Kettleman City para entregar las invitaciones.
“!Ay, ya sé quién eres Jazmín! Yes, pa’ que vayan el Saturday, OK? Yes, OK”
Pero ahora su invitación dice: «Dulces Dieciséis», al reverso están los nombres de las madrinas y padrinos que ayudaron con los gastos. Herminia lee la lista en voz alta:
“Biblia y Rosario: Judas Domínguez. Vestido: Neveah y Felipe. Corona: María Ríos”
Finalmente Hermila pudo celebrar su pospuesta quinceañera. En lugar de un baile tradicional donde el padre baila con su hija, Hermila compartió la pista con su madre. El DJ tocaba una canción clásica de quinceañera, Tiempo de Vals de Chayanne.
La pandemia pudo haber pospuesto su quinceañera por un año, pero Hemilia dice que no pospuso su deseo de celebrar este significativo día con sus hermanas, mamá y abuela, y que por eso estaba muy agradecida con su familia.
Para la Edición Semanaria de Noticiero Latino desde Kettleman City, en el Valle Central de California, Madi Bolaños.
Este reporte es una colaboración especial como parte de la Colaborativa de Noticias del Valle Central, que cuenta con el apoyo de Central Valley Community Foundation, con tecnología y apoyo de Microsoft Corporation.
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