De la redacción
Este lunes Estados Unidos rebasó los 10 mil decesos por COVID-19, que hasta hace poco más de un mes se hallaba en 5 mil. Pero en menos de una semana esta espantosa cifra se duplicó, y ahora el total hasta el día de ayer sumaba 10 mil 938 muertes. Esta vez echamos un vistazo a las causas socioeconómicas de la pandemia.
Como se sabe, la densidad poblacional es el caldo de cultivo ideal para la propagación del coronavirus. Y el área metropolitana de Nueva York, densamente poblada con unos 8.5 millones de personas en un reducido espacio geográfico ha sido la más afectada hasta ahora en Estados Unidos; representa más del 40 por ciento del total de las muertes de todo este país.
Pero a pesar de que la cifra nacional de muertos es tan alta, según los expertos probablemente todavía el recuento del total real es bajo debido a los protocolos inconsistentes, los recursos limitados y un mosaico de decisiones oficiales vacilante en todos los estados y condados.
Sin embargo, un signo que aunque no es indicador definitivo es alentador, es que después de dos días con menos muertes la región espera un tercer día consecutivo para suponer que la curva pandémica comienza a aplanarse; es decir, a estabilizarse sin aumento de muertes y eventualmente a descender. Y porque ‘una golondrina no hace verano”, expertos afirman que es prudente esperar los resultados de toda esta semana para poder hablar de una tendencia.
Pero los funcionarios de Nueva York, Nueva Jersey y Connecticut están observando que el número de muertos el domingo y el lunes, más bajo que el del sábado, ocurrió por primera vez desde que comenzó el brote. Por ejemplo en Nueva Jersey la caída fue considerable: después de tres días seguidos con número fatales de tres dígitos, de hasta 200 decesos, el estado informó hoy que 71 personas habían muerto por el virus el domingo y 86 el lunes.
No obstante, esto no significa que se beben aflojar las normas preventivas, sino que hay que seguir vigilantes. “Miles más morirán antes de que el brote llegue a su fin y la propagación podría comenzar nuevamente si no se observan restricciones al distanciamiento social”, advierten las autoridades. Y además, esta incipiente disminución de muertes en Nueva York se alcanzó gracias a la regla impuesta del distanciamiento social o quedarse en casa, como dijimos ayer en este espacio.
De esta suerte, a pesar de la falta de liderazgo o de una política nacional que establezca reglas estrictas para contener las infecciones, todavía 7 estados no establecen normas rigurosas para quedarse en casa; y otros estados y localidades que hasta apenas hace días las impusieron, tienen reglas tan laxas, como permitir por ejemplo salir a la calle por razones ¡de entretenimiento!, religiosas, o por las consabidas llamadas esenciales: trabajo, compra de alimentos y medicinas, aunque algunos tienen que designar para estas tareas a un solo miembro de la familia y limitarse a dos veces por semana.
Al respecto, el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo ha dictado una multa para quienes violen la regla de quedarse en casa o salir a lugares públicos con fines que no sean esenciales. Originalmente esta multa comenzó en 500 dólares pero esta mañana Cuomo duplicó el monto a mil dólares para todos aquellos que desafíen la ordenanza. Porque no se trata sólo de lo que pueda pasar a estas personas por su negligencia o irresponsabilidad, sino que como no saben si portan el virus, dada la falta de pruebas, estarían exponiendo a los demás.
Como hemos dicho, la ciudad de Nueva York es la más afectada por el COVID-19. Hasta este lunes, había 68 mil 776 personas infectadas, 15 mil 333 hospitalizadas y 2 mil 738 habían muerto.
Desde luego el coronavirus no afecta a todos por igual. Hasta el momento se han explorado las cusas médicas preexistentes que propiciarían el contagio de coronavirus, como la diabetes, el asma y la hipertensión principalmente –que la Ley de Salud Costeable (ACA) elimina como criterio para impedir la compra de un seguro médico, cláusula que el gobierno federal quiere eliminar, o de plano derogar completamente dicha ley también conocida como Obamacare.
Así pues, además de causas médicas el coronavirus tiene causas socioeconómicas. Hay quienes piensan incluso que la inequidad económica afecta desde hace cientos de años a la gente de color: a negros y latinos principalmente, y por supuesto también a indígenas, del extranjero o de Estados Unidos.
Y eso no es todo, estudios demuestran que profundizar la desigualdad económico-social empeora la propagación del coronavirus.
Como se dijo ayer en Línea Abierta de Radio Bilingüe, las diferentes áreas postales o demográficas de una ciudad reportan números distintos de infecciones, hospitalizaciones y muertes por coronavirus. Aquellas zonas postales donde la incidencia de COVID-19 es mayor, que suelen ser donde reside la gente de color o de más bajos ingresos salariales, se registra una mayor incidencia de diabetes, asma e hipertensión arterial principalmente. Estas enfermedades están pues relacionadas con la pobreza, y además estas demografías son las que cuentan con menos seguros médicos o redes de bienestar o de apoyo social.
La pandemia, dicen, está ampliando las divisiones sociales y económicas que también hacen que el virus sea más mortal; un ciclo de auto reforzamiento que los expertos advierten podría tener consecuencias en los próximos años.
Al respecto, un estudio de la Fundación Robert Wood Johnson señala o siguiente:
- Cuando la sociedad desarrolla la capacidad de prevenir o tratar enfermedades, aumentan las disparidades de salud en todos los niveles socioeconómicos y en las líneas raciales.
- El uso del enfoque socioeconómico para examinar los datos ya recopilados relacionados con la enfermedad cardíaca demuestra la posibilidad de encontrar aplicaciones sin explotar para investigaciones anteriores.
- El conocimiento de la relación entre el cáncer de pulmón y el tabaquismo, y los cambios en el comportamiento de fumar tardó más en permear los niveles socioeconómicos más bajos. Las tasas de mortalidad se nivelaron más rápido a niveles socioeconómicos más altos.
Pongamos como ejemplo de esto tres vecindarios de la ciudad de Nueva York: El Bronx, Queens y Brooklyn. Pero este análisis hasta el 5 de abril de este año sólo examina a una minoría de personas que muestran síntomas, por lo que el número real de casos positivos es mayor. Porque en toda la ciudad, 4 mil 712 personas que dieron positivo no figuran como residentes de ningún Código Postal (C.P.).
- En el C.P. 10469 de El Bronx, 10.8 por cada mil personas han dado positivo por COVID-19, que es 46% mayor que el promedio de la ciudad. En total, 795 de las mil 304 personas evaluadas tuvieron un resultado positivo.
- En C.P. 11370 de Queens, que incluye la Isla Riker, 17.6 por cada mil personas han dado positivo por COVID-19, que es un 139% mayor que el promedio de la ciudad. En total, 573 de las mil 007 personas evaluadas tuvieron un resultado positivo.
En C.P. 11219 de Brooklyn, 12.6 por cada mil personas han dado positivo por COVID-19, o un 71% mayor que el promedio de la ciudad. En total, mil 136 de las mil 644 personas evaluadas tuvieron un resultado positivo.
Al comparar estas áreas con el sur de Manhattan, socioeconómicamente más pudiente, encontramos que allí 3.8 por cada mil personas han dado positivo por COVID-19, lo que es 48% menos que el promedio de la ciudad.
Estos 3 vecindarios analizados, con porcentajes tan altos de infecciones de COVID-19 comparten una cosa en común: todos son áreas demográficas de bajos ingresos económicos. Es decir, la enfermedad está ligada a la pobreza■