Se estima que hay cerca de medio millón de jóvenes deportados que hablan perfectamente inglés y otro medio millón de niños que saben inglés y que ahora están integrados al sistema escolar mexicano. ¿Cómo capitalizar, conservar, promover y aprovechar esta oportunidad histórica de haber recibido, como país, un capital humano inconmensurable?
Para leer la a nota de Jorge Durand abra este enlace: