Involucrar a la ciudadanía -aquí y allá- en la autodefensa de sus comunidades

Nestora Salgado, líder de autodefensas de Olinalá, Geuerrero. Foto: Seattle Global List

Nestora Salgado, líder de autodefensas de Olinalá, Geuerrero. Foto: Seattle Global List

De La Redacción

Ya se trate de simples parecidos, coincidencias o complicidades, vale señalar algunas semejanzas e influencias recíprocas en la relación –violenta- entre la policía y la población civil tanto en México como en Estados Unidos.

En octubre la Procuradora General de Justicia de Estados Unidos, Loretta Lynch exhortó a la ciudadanía estadunidense a convertirse prácticamente en informantes de la policía, para lo que tendrían que volverse vigilantes en sus propias comunidades. La idea de la procuradora, de origen afro estadunidense, es concentrar toda la información que la ciudadanía pueda proveer a través de mensajes de texto y videos, que se han vuelto virales en las redes sociales; y de reportes telefónicos sobre incidentes de violencia en sus comunidades, que involucran a la policía y a la sociedad civil, para nutrir un banco de datos confiable y poder llevar la cuenta de los muertos a manos de la poícia de manera tendencialmente correcta. Se busca, dice la Lynch, que las propias comunidades desarrollen mecanismos de autodefensa.

En una entrega de la serie de investigaciones periodísticas que dio a conocer recientemente el prestigioso periódico inglés, The Guardian, la procuradora asegura que el seguimiento de la violencia policial en Estados Unidos puede haber alcanzado un punto de inflexión… una serie de comentarios como el de The Guardian y otros importantes medios corporativos de información sobre el –pobre- estado de la documentación y los planes para esclarecerla, por parte de las autoridades de Estados Unidos sobre los homicidios policiales, han puesto en evidencia la escasa claridad para ejecutar dichos planes

Y es que cansados tal vez de la falta de veracidad o de precisión en las estadísticas provistas por la policía a la opinión pública de Estados Unidos, o de la lentitud para hacer transparente dicha información sobre el número de víctimas fatales en enfrentamientos locales con la uniformada, distintas corporaciones mediáticas decidieron también hacer sus propias investigaciones para conocer mejor esta realidad, que asola en gran medida a personas de la raza negra o de color, de bajos ingresos.

Como dimos a conocer en su oportunidad en este mismo espacio, por ejemplo The Guardian publicó dicha serie de reportajes de periodismo investigativo, llamado The Counted. USe trataa de un conteo más preciso de las bajas de las balas de “la policía más mortífera de Estados Unidos”, la del Condado de Kern, ubicado en el valle central de California. Las víctimas de los agentes de ese condado y de los policías de su ciudad más grande, Bakersfield, son mayormente las poblaciones negra y latina, es decir la gente trabajadora del campo y los pobres, entre los que se hallan muchos mexicanos.

También ha habido otras investigaciones periodísticas de The New York Times y otras publicaciones escritas y electrónicas, como la de The Washington Post que en los últimos días del año pasado sostuvo que “en 2015 hubo casi mil muertos en enfrentamientos con la policía”. Estas cifras de los grandes medios de comunicación ponen en conflicto, o de plano contradicen los números de bajas civiles balaceadas por la policía y reportadas por las propias autoridades, que preocupan tanto a la procuradora Lynch.

Como pudimos ver a través de los medios, por un lado, casi todas estas denuncias públicas sobre las bajas mortales de los agentes del orden comparten patrones de conducta muy similares.

Por ejemplo, se halló que un gran porcentaje de los referidos policías implicados en enfrentamientos con la sociedad y de consecuencias fatales, pertenecen a la raza blanca; que en los encuentros con la población civil dichos agentes se hallaban persiguiendo a las víctimas, quienes a su vez se hallaban desarmadas a la hora de ser acribilladas; que en alrededor de un 99 por ciento de los casos los policías agresores quedaron absueltos, es decir, no se les fincaron cargos criminales, por lo que ya no hubo necesidad de un juicio; y que muchos de los acusados ni siquiera dejaron de percibir su salario durante el tiempo que duraron las averiguaciones. Además, dichos policías fueron “juzgados” por paneles de «evaluación» compuestos por lo general por altos mandos policiales o por ex policías.

Podemos citar como ejemplo los casos de Michael Brow en Ferguson, Misuri, de Eric Garner en Long Island, Nueva York, de el niño también afro estadunidense de 7 años de edad, Tamir Rice, en Colombus, Ohio; o el más reciente quizás, de Laquan McDonald, acribillado por el policía blanco, Jason Van Dyke, cuyo video captado en ese momento fue retenido todo un año y acaba de trasmitido por la televisión. El video demuestra la falta de motivos que amenazaran la integridad de su ejecutor,qu se quedó sin cargos criminales argumentando que temió por su vida en el instante previo a los 16 balazos que disparó contra McDonald, quien llevaba una pequeña navaja en la mano mientras caminaba a varios metros de distancia y en otra dirección distinta a la de las patrullas de policía paradas en media calle.

Pero con la reciente revolución tecnológica de la telefonía celular se han revelado los “modestos” reportes de la policía sobre las verdaderas bajas de esta violencia, y quizás la cada vez mayor pérdida de confianza en la policía, por parte de la población civil, sienta las bases del exhorto de Loretta Lynch, quien además de ser una mujer instruida y experimentada en el ámbito de la justicia conoce la opresión y el racismo institucionalizado que en este país han sufrido históricamente los miembros de su raza negra, y yo diría que los inmigrantes recién llegados y las minorías también.

La procuradora explica en su llamado a la ciudadanía que cooperar con su oficina haciendo uso de dichos teléfonos y cámaras celulares es una forma de autodefensa de las comunidades contra los criminales.

Las influencias

Vale la pena señalar que el espíritu que anima los mecanismos de autodefensa que señala Lynch, es el mismo que sustenta el sentido de las autodefensas y policías comunitarias en México: la defensa de los pueblos organizados, y en este caso armados, contra la violencia de las fuerzas policiales y del crimen organizado -que en México por el momento se hace difícil distinguir-, que atenta contra sus propiedades y su vida,

El origen de los cuerpos de vigilancia y autodefensa en México puede ser sin embargo muy antiguo, como es el caso de las Policías Comunitarias, de fuerte raigambre indígena y que se juntan y hasta arman para defender con la vida misma si es necesario las pertenencias y las vidas de la colectividad desde tiempos antiguos. A diferencia de éstos, los Grupos de Autodefensa son personas, medianos propietarios de ranchos y de ganado, o pequeños y medianos comerciantes que, en pleno uso de su legítimo derecho a protegerse, se reúnen también para defender sus propiedades y la integridad de sus familias, que con mu cha frecuencia son secuestradas, extorsionadas, violadas y desaparecidas por los criminales y algunas policias locales.

No obstante, la procuradora de justicia estadunidenses no fue tan lejos como en México, y no hizo ningún pacto con sus respectivas comunidades para que estas se armen y patrullen sus territorios, como una forma de autodefensa para evitar la muerte a manos de la policía, de sus seres queridos y las propias. Esto sí sucedió en México, aunque luego el gobierno traicionara su palabra y desconociera el pacto de permitir armarse a los autodefensas y policías comunitarios, a muchos de cuyos líderes apresó, aunque las comunidades permanecen armadas en algunas partes como en Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Chiapas, por citar, algunas entidades.

No puede seguir tapándose el sol con un dedo

Podrá decirse que en el caso de México cuando se habla del crimen organizado muchas veces se habla de manera implícita de la connivencia de la policía y en ocasiones del ejército.

En Estados Unidos las cosas no son tan diferentes sin embargo, sólo que operan de manera más encubierta. En este país los servicios de inteligencia infiltran las organizaciones criminales y desarticulan o revientan. Lo mismo hacen a veces con las víctimas de la brutalidad policial, que las sobornan y hasta las amenazan para que no atestigüen o finque cargos criminales contra los oficiales que son sus opresores.

Son famosos los casos de los Panteras Negras en Nueva York durante los 70, cuando estuvieron a punto florecer movimientos socialistas y anarquistas. Luego las Panteras Negras tuvieron una corriente más radical liderada por el jamaiquino, Marcus Garby, pero fueron infiltrados y desarticulados. Y estuvieron también los independentistas puertorriqueños, y otras organizaciones de mexicanos y miembros de otras comunidades, que corrieron la misma suerte de ser infiltrados y reventados por la CIA, la FBI y otros organismos de inteligencia estadunidenses.

Precisamente en la edición de Línea Abierta, que usted podrá escuchar este medio día en Radio Bilingüe, se ventilará el caso de Nestora Salgado, quien en precarias condiciones de salud y ahora en huelga de hambre (pospuesta por unos días), ha permanecido dos años presa, acusada de una serie da cargos presumiblemente fabricados por el gobierno federal mexicano, como es el caso de el Doctor José Mireles, que en graves condiciones de salud recientemente platicó con el director de Noticias de esta red de emisoras de radio pública, Samuel Orozco, conversación que usted puede encontrar en esas páginas.

El caso de Nestora Salgado, que usted podrá conocer más a fo ndo hoy en el programa de Línea Abierta*, como en el caso del Dr. Mireles, Hipólito Mejía y otros líderes de las autodefensas en México entrevistados por Orozco, presenta el mismo patrón que todos los demás. Es decir una fabricación de delitos sin comprobar, que van desde el secuestro, robo y extorsión, portación de armas de alto poder o de uso exclusivo del ejército y otras presuntas falsedades.

A Nestora Salgado, líder de la policía comunitaria de Olinalá, en Guerrero, se le acusa de haber detenido a un hombre sospechoso de robar una vaca, sin poderle comprobar en dos años estas acusaciones. Semanas más tarde fue detenida por militares y marinos, por secuestrar presuntamente al referido detenido y a otras 50 personas más, señaladas de cometer delitos en Olinalá y en sus alrededores. Ella permanece presa desde agosto de 2013.

Todos estos grupos de autodefensa y policías comunitarios responden pues al mismo principio que impulsa la procuradora Loretta Lynch, la autodefensa, como reflejo tal vez de la incompetencia de las respectivas autoridades en ambos países vecinos.

Nota de interés:

Órdenes pendientes contra Nestora alargarían prisión

* Línea Abierta de hoy, escuche el programa:


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